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Semana 2.

Día 2.

No pasaba mucho, esta vez ella lo guió hasta la esquina de la otra vez, donde la castaña casi le pegaba.

Hablando de castaña, ella era Anna, la ex-novia de Miguel. Habían estado juntos apenas unos dos o tres meses. Hasta que el de gafas notó la obsesión de la chica y decidió dejarla.

Fransisco detectaba su rabia cuando cruzaban miradas. La castaña parecía tener una especie de odio hacia la ojiazul.

Era el segundo recreo.
Ambos se sentaron descansando sus espaldas en la pared.

Él vio cómo sacaba un gran cuaderno y pasaba las hojas rápidamente. Las mismas parecían tener dibujos coloridos, aunque de vez en cuando aparecían simples rayones oscuros.

- Voy al baño, vale?. Espera aquí.
Lo ignoró y siguió dibujando.

El pelinegro se levantó y caminó hasta el baño, quedaba cerca por suerte.

Al salir se topó con la mirada sorprendida de Alejandro.

- Fran.- Lo llamó.
El mismo se detuvo y volteó para verlo.
- Por qué no has vuelto al rincón desde el viernes?.

- Mira... es que... recuerdas cuando el director me llamó?
Asintió.
- Pues resulta que Olivia sí es su hija, y me pidió que esté con ella en los recreos durante la semana.
- Venga, qué tontería es esa, tío?.- Frunció el ceño.

- No, es en serio. Pero no me dijo por qué y no pienso preguntarle a ella.
- Entonces tráela con nosotros, qué tiene de malo?.- Habló comenzando a cabrearse.

- No quiere amigos.
- Hombre no, y tú qué eres?.
- Me odia.
- Sólo venid al rincón.- Suspiró Alejandro.

Ambos caminaron en silencio hasta el lugar donde estaban hace un rato. La imagen que obtuvieron apenas se giraron no fue para nada agradable.

- No la toques, imbécil!.- Gritó completamente enfadado el más bajito mientras la separaba de Olivia.

Frank la ayudó a ella. La castaña intentaba zafarse del agarre de Alex.
- Esto es el colmo!.- Gritó al cielo Anna.

La chica de pelo verde no hacía más que llorar en silencio mientras el otro jóven la abrazaba.

- Qué tienes en contra suya?.- Frunció el ceño el pelinegro.
- Es una zorra, Mangel me ha dejado por ella.- Habló sin dejar de mirar a la niña.

- Mangel no te ha dejado por nadie, eres una obsesiva y por eso ha terminado contigo.
- Y por qué le lleva florecitas a la señorita cada vez que la ve?.- Habló en tono de burla.

- Eso no es de tu incumbencia, Anna.
La misma se liberó del agarre de Alejandro y se alejó a grandes zancadas.

La ojiazul se sentó en el suelo, destrozada.
- Tranquila, llamaremos a secretaría o algo...- Dijo Ale.

- Dejarme sola.- Habló con un hilo de voz.
- No, ven, te ayudo.- Colocó sus brazos alrededor de su torso y la ayudó a levantarse.

- Vas a estar bien, vale?.
- Estoy bien, dejarme.- Susurró entrecortada con su pómulo izquierdo de un tono morado.

- No estás bien, Olivia, estás herida.
- Que no es nada, soltarme.
- Fran, la mochila.- La ignoró.

Fransisco cargó la mochila en su hombro y los tres entraron a la cafetería.

- Dios mío!!.- Se escuchó decir a la señora detrás de la barra, quien corrió dentro de la cocina y salió con un hielo.

Los chicos ayudaron a la pequeña a sentarse en una de las sillas del comedor.
- Estoy bien, no os preocupeis.- Frunció el ceño mientras susurraba.

- Qué le ha pasado?.- Preguntó horrorizada la mujer una vez colocó el hielo en su pómulo izquierdo.

- Una chica la ha golpeado.
- Quién?.
- No importa.- Intentó hablar.

- Dios mío...- Repitió mirando el golpe.- Como tu padre vea esto, chiquilla...- Susurró.
- Él n... hará nad...- Su voz era débil.

Muchas personas se detuvieron para ver cómo la mujer colocaba el hielo en la mejilla de la chica.

Fransisco se sentía tan culpable...

Llegado el tercer recreo fue a buscarla, pero la pelirroja secretaria le dijo que había ido a pasear por el instituto en horario de clase.

Entonces el jóven subió las escaleras hasta la puerta de la otra vez. La empujó un poco y se abrió.
Buscó la "casita" con la mirada y la encontró a lo lejos. Dentro de la misma visualizó aquellos pelos verdes.

Se acercó de a poco, notó que estaba regando las plantas y cortando algunas flores, juntándolas para formar un hermoso ramo.

Él sonrió y se acercó, parecía que aún no lo había visto.
Ahora se encontraba de espaldas, por lo que no podía verlo. Apenas posó un pie en el gazebo, ella habló.

- No quiero bajar, Fransisco.
Él se sorprendió y pensó unos minutos en qué decir.
- Está bien, podemos quedarnos aquí si quieres.
- Quiero estar sóla.
- Lo siento, Olivia... pero es que le prometí a unos amigos que estaríamos juntos en el recreo.
- No estoy obligada a juntarme con ellos.

Hubo un silencio algo tenso, en el cual Fransisco se dedicó a pensar.
- Puedo preguntarte algo?.
Ella suspiró y se puso de pie, ya que antes estaba de cuclillas, arreglando una planta.

Se dio vuelta con el ramo de flores en mano. Alzó su mirada y asintió mientras sacaba una cinta de su mochila y la colocaba alrededor de los cabos.

El chico señaló el sillón y ambos se sentaron.
- Qué es lo que te hace feliz?.

Dijo mientras la miraba colocar el ramo en el centro de una mesa, el mismo tenía un agujero y parecía que un vaso -o algo así- estaba enganchado al mismo.

Ella dejó las flores ahí y giró su cabeza para mirarlo sorprendida. Se encogió de hombros indiferente.

- Vamos, tiene que haber algo...- Rió para esfumar la tensión del ambiente.
Ella hizo una media sonrisa mientras miraba al suelo.

- Bueno... m-mi madre me hace feliz.- Murmuró como si fuera para ella misma.

- Tu madre?.
Asintió sonriente.

- Y qué hace tu madre para hacerte feliz?.

- Me dice cosas bonitas cada tanto.- Rió un poco sonrojada.

- Cosas cómo qué?.- Sonrió al ver el brillo de emoción que había en sus ojos.

- Cosas.

- Vale... y dónde está tu madre ahora? Es decir, trabaja o está cuidando tu casa...

Ella señaló hacia arriba.

Él al principio no lo entendió, pero luego un escalofrío recorrió todo su cuerpo, haciendo que los pelos de sus brazos se erizaran.

- Vale, entiendo.- Sobó su nuca.

- Oh, no estés triste, ella está bien.- Sonrió mirándolo.

Frank alzó su vista a ella, más sorprendido que nunca.

Ahora la sonrisa de la chica pasó a ser una expresión de asombro y vergüenza.
- Yo dije eso, en serio?.

Ambos rieron.

O L I V I A.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora