- ¿Oli?.- Toca su hombro provocando que ella voltease.
Al verlo sonríe sorprendida.
Se saludan riendo por la coincidencia y él nota que no hay nadie esperando por ella.
- ¿Vienes sola?.- Alza una ceja confuso.
Ella asiente y rebota la pregunta.
- Sí, he decidido hacer una pequeña experiencia a ver qué tal.- Se encoge de hombros y pregunta su causa de estar sola allí.- He venido al cine sola de toda la vida.- Ríe.- Se me hace raro venir con otras personas, no puedo ver la película y hablar al mismo tiempo para no aburrirnos.
Ambos ríen y él la invita a salir a por un helado tal vez. La misma acepta encantada.
Acaban yendo a una feria un poco lejos del centro, todo es colorido y tiene una esencia mágica al irse encendiendo las luces de las atracciones conforme al atardecer.
Ella compra un cono de patatas fritas y él igual. Caminan con calma observando cada juego.
Se suben a los cochecitos chocadores, riendo a carcajadas con cada ataque y comentario que se les cruzara por la mente.
Salen de aquella atracción para jugar algunos pequeños juegos de arrojar y atinar a cosas y ganar premios que, por supuesto, ninguno de los dos ganó.
Luego de ello subieron a un par de atracciones más y al final se sentaron en una de las tantas bancas.
Mangel la escucha con toda la atención del mundo, como si cada palabra que saliese de sus labios fuese una hermosa balada de dulzura.
Sus ojitos le cautivaban y le hacían sonreír enternecido.
- ¿Sabes?. Sigo sin estar del todo bien, de vez en cuando me vienen bajones y me gusta pasar un tiempo sola cuando me siento así, pero hoy me hiciste olvidarlo, así que gracias, Mangel.- Sonríe.
Él ríe, observando cada facción de su rostro, luego la abraza y vuelve a sentarse en la banca.
- ¿Y qué hay de ti?... ¿Cómo lo llevas?...- Murmura tímida.
Miguel toma aire y asiente pensativo.- Sigo adelante como puedo, Alex me ayuda, Cheeto, que es otro amigo, también...
- Lamento no pasar más tiempo contigo... entre los estudios y la práctica no me queda mucho tiempo libre.- Descuida, te entiendo. Siempre que puedas y tengas ganas puedes llamarme y quedamos para ir a algún lado o hablar un rato.- Sonríe y ella asiente con su misma expresión.
- ¿Quieres subir al carrusel?.- Pregunta tranquilo viendo el brillo en sus ojos y su sonrisa espontánea.
Ambos se suben a un caballo cada uno. Hay luces y mucho espacio entre cada figura danzante.
Desde su izquierda, Miguel admira cada gesto de ilusión que la pequeña hace, sus expresiones y acciones.
Sin duda Olivia era la chica más tierna y dulce que existía en la faz de la tierra.
Una pequeña y cálida luz en el frío pasillo por el que está pasando Mangel en su vida. Ella le ayuda y sonreír y seguir caminando sin temerle a nada. Su honestidad y bondad la hacen una niña pura, repleta de divina ilumincación.
Bajan del carrusel y él ofrece cargarla a caballito hasta la salida.
- Gracias por ayudarme hoy.- Comenta dejándola con sumo cuidado en el suelo.
- ¿Ayudarte a qué?.- abre sus ojos y tuerce un poco su cabeza.- A sentirme mejor.
Ella sonríe y baja su vista a sus pies.
- Eres muy tierna, ¿sabes?.
Ríe sonrojada.Su móvil suena y contesta rápidamente.
- Hola.
Mangel la observa relamer sus labios mientras escucha hablar a quien sea que haya llamado.