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Día 2, Segunda hora.

Samuel estaba aburrido, sentado en uno de los tantos asientos del salón. El profesor tardaba un poco en llegar. Le pareció extraño, ya que era la segunda vez que le pasaba.

Jugaba con un bolígrafo, pasándolo entre sus dedos, hacíendolo girar en la mesa o dándole golpecitos contra la misma.

Se escuchaban varios murmuros de otros estudiantes, hablando entre sí de cosas que probablemente no le interesarían.

Unos 8 minutos fueron desperdiciados hasta que todos observaron la puerta abrirse. El profesor, un adulto con cabello corto y repleto de canas, entró por la misma.

Acomodó todo tranquilamente mientras que la puerta se cerraba, dejando ver a la chica adentrarse en el salón del mismo modo.

El castaño estaba sentado en la tercera fila del frente, mirándola avanzar hacia las filas del medio.

No fue exactamente como en la clase de psicología, sino que se la veía triste, nerviosa... de mal humor.

Supuso que sería por lo del pincel, pero aún no entendía por qué ella y el profesor llegaban tan tarde a clases.

- Lamento la demora... espero no seguir teniendo este tipo de retrasos.- Suspiró frustrado el hombre.

Samu se giró un poco para ver a Garbancito. Ella se sentó por la misma zona que en clase de psicología. Incluso podría decir que en el mismo asiento del medio.

Sus ojos celestes conectaron con los suyos, por lo que el castaño sonrió. Garbancín hizo una mueca de asombro con una mezcla de timidez y felicidad. No correspondió pero miró a la mesa sobando su nuca, nerviosa.

El jóven se concentró en la clase de matemática y nada más. Tenía una sensación rara, como si lo estuvieran espiando desde atrás, pero prefirió ignorarlo.

Al terminar la hora, salió del salón y se dirigió hacia su casillero, se encontraba en la misma sección que el de Willy, así que lo vio y se saludaron.

- Todo en orden?.- Habló el pequeño.
El castaño se encogió de hombros y rieron. Dudó si seguirlo hasta esa parte del establecimiento donde se encontraban sus amigos, pero Guille lo invitó, entonces accedió.

- Conocéis a Garbancito de antes?. Es que parece que os importa mucho...
Giró su cabeza para mirarlo y alzó una ceja confuso.
- No la conocemos de nada, pero... no sé, nos llamó la atención, supongo.

- Por tener pelo verde?.
- En parte, y también que sea así de... tímida? No tengo idea, creo que tiene alguna relación con este instituto o algún problema.
- Hombre, eso parece. Hoy llegó tarde junto al profesor.

Willy saludó a los chicos alzando una mano vagamente. Ya estaban a pocos metros de ellos. Samuel les sonrió y repitió el gesto del castaño.

- Qué clase?.
- Matemática.- Dijo mientras se sentaban junto a los otros.
- Garbancito?.- Intervino un Rubén sonriente.
Asintió.
- El tío tenía una mala hostia...

- Ayer también estuvo en esa clase, en la segunda hora.- Frunció el ceño Guillermo, girando hacia Frank. Quien asintió extrañado.- Y el profesor también entró de mal humor.

Todos se encogieron de hombros y comenzaron a jugar con las consolas, o a hablar de varias cosas.

- Oye, Miguel.- Llamó su atención Fransisco.
El dicho alzó su mirada.
- Me acompañas a la cafetería?.- Ofreció con una sonrisa y sus ojos abiertos.

Él asintió y se dirigieron hasta la misma, con sus mochilas cargadas en sus hombros. Al llegar a la misma, Fran compró una barra de cereal y un café. Mangel también aprovechó la situación para comprar una pequeña botella de agua fresca.

- A ver si tienes cojones de empujarme otra vez, pedazo de guarra!.- Se escuchó a una chica decir desde fuera.

Los frikis se miraron confusos y buscaron el lugar de la voz proveniente.

- Te quejas!?... más te vale.
Escucharon antes de salir hacia el campus y ver en una esquina, una castaña oscura amenazando a su querida O.P

Se quedaron observando unos segundos.
- Quieres que te suelte?.
La vieron asentir nerviosa mientras la chica relajaba la mano aferrada a su cuello.

- Como te cruces una vez más en mi camino esos lindos ojitos que tienes acabarán hinchados de la hostia que te voy a dar.- La amenazó para luego volver a apretar su cuello con fuerzas, asfixiándola.

- Oye, oye!.- Se acercó el pelinegro hacia ellas, con el ceño fruncido.
La chica de ojos castaños lo miró con odio.

- Y a ti qué te pasa? Estoy ocupada.
- No, a ti qué te pasa!? Suéltala.
- Tú no te metas en esto.- Gruñó presionando su cuello aún más. La cara de Garbancito estaba ya roja, tirando a morada.

- Ana, no la toques.- Dijo desde atrás una voz grave de Miguel.

Fransisco lo miró sorprendido al ver que conocía a la castaña. Quien por cierto, se giró ofendida y salió a grandes pasos de allí.

El de gafas se acercó a la débil chica de ojos azules. Ahora cabizbaja con su respiración entrecortada.

- Te encuentras bien?.- Susurró.

Frank alzó su mano con cuidado e intentó posarla sobre el hombro de la pequeña. Pero se apartó asustada, mirándolo a los ojos por unos segundos.

- No vamos a hacerte nada, tranquila.- Alzó sus manos dando unos pasos hacia atrás.

Ella se acercó tímidamente en busca de su mochila. Miguel se inclinó y la cargó en su hombro antes de que pudiera hacer nada.

Lo miró confusa y nerviosa.

- Dinos a dónde vas, te acompañamos si quieres.

Ella abrió sus ojos y entreabrió su boca, intentando decir algo, cosa que no logró.

Simplemente llevó su mano temblorosa hacia su mochila y el castaño se la devolvió.

- Por cierto...- Habló Frank mientras se ponía de cuclillas y colocaba su mochila en el suelo. Abrió uno de los bolsillos y de allí sacó un pincel de mango color piel y pelillos gastados.

Ella lo miró con sus ojos brillosos y sus mejillas sonrojadas.

Le extendió el mismo y ella lo agarró con ambas manos para luego guardarlo dentro de su mochila.

- Cómo te llamas?.- Preguntó Mangel.

Ella sobó su nuca tímida y no respondió. Ambos chicos se miraron de una manera extraña y volvieron su vista a la pequeña.

- No quieres hablar?.- Susurró el pelinegro.
Lo miró aterrada y negó. Sus ojos se humedecían, haciendo resaltar el turquesa cristalino de sus iris.

Dio unos pasos hacia atrás y con un torpe movimiento de brazos se despidió. Camino a zancadas, girando en una esquina para desaparecer de la vista de los jóvenes.

Ellos volvieron con sus amigos, preocupados por aquella chica.

O L I V I A.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora