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Los meses pasaban y los adolescentes ya casi llegaban a fin de año.

Olivia se seguía juntando con los jóvenes frikis y llorando por no haber encontrado a su mejor amiga.

Ya no reía tanto como antes y eso preocupaba a los chicos.

- Oli, estás bien?.- Le susurró Samuel mientras los otros hablaban.
Se quedó mirándola por unos segundos hasta que habló.
- P-Puedes acompañarme a la terraza?.- Susurró sólo para él.

Por supuesto que asintió. Se levantaron del suelo y todos los miraron.
- Vamos a pasear por ahí, no es nada.- Los tranquilizó la chica.
Ellos se ofrecieron en acompañarlos pero ella prefirió ir sólo con Samuel.

Llegaron a la terraza y se sentaron en el sillón.

- Qué ocurre, chiqui?.- Habló en voz baja.
- Puedo hablarte de alguien?.- Susurró.
- De quien sea, escucharé siempre.
Lo miró con una media sonrisa.

- Pues... tenía una amiga.- Dijo simplemente.
- Y habéis peleado?.
Negó.

- Ella era mi amiga.
Silencio invadió la extraña conversación.
- Ya no sois amigas?.
Negó.

- Estoy malgastando tu tiempo, lo siento.- Se levantó mientras se frotaba el brazo izquierdo nerviosa.
- No, para nada.- Se apresuró a decir mientras la cogía de la muñeca.

- Dime, qué pasa con tu amiga?.
- S-Sée fue.- Musitó sentandose otra vez.- Me dejó sóla.- Comenzó a llorar en silencio e inmóvil.

Él la abrazó.

- No, tranquila... estamos nosotros, vale? No te dejaremos sola jamás.
- Ella me decía eso.- Sollozó.
- Qué más te decía?.

- Me decía que no le gustaba que la miren, que si algún día conocía otras personas me alejaría de ella y la olvidaría, por eso se enfadaba. Pero yo no la olvidé, nunca la olvidé.- Escondió su carita en sus manos.

- Ya, calma...
- Me decía que no necesitaba amigos teniéndola a ella. Un día se la quise presentar a mi padre pero no apareció, decía que no tenía que ser descubierta.

- Nadie más la veía?.
- Papá me llevó a un psicólogo por eso, pero sé que no tengo nada malo.
- Vale, no crees que era una amiga imaginaria o algo así?.

- No lo sé. Ella podía hablarme incluso sin que pueda verla.
- Entonces supongo que lo es.- Se encogió de hombros.- Todos tuvimo un amigo imaginario en algún momento, es normal.

- Pero tú no lloraste cuando se fue?.
- Es que el que lo fue olvidando fui yo.- Susurró.
- Pero yo no la olvidé, ella me dejó.

- Tal vez sea porque ya puedes cuidarte sóla y tienes quienes te apoyan.
- No tengo amigos y mi padre se pasa la vida aquí en el instituto, ella me cuidaba siempre.

- Nosotros también te cuidamos siempre. No somos tus amigos?.
- Es que ella dijo... que...
- Si ella dijo que nos odia o somos malas personas tú también creerás eso?.

- Sí.- Bajó su cabeza y él la abrazó.
- Escucha, creo que no tienes que depender de ella ni de nadie, sólo tienes que dejarte llevar por las emociones que te provocan las personas a tu alrededor, qué dices?.

Se quedó pensándolo por un rato.
Asintió y abrazó a Samuel.

- Tranquila pequeña, olvida todo y estarás mejor.
- Vale...

Una vez logró calmar sus sollozos, ambos se levantaron del sillón y bajaron las escaleras, se veía que todos ya estaban en clases.

- Bien, nos vemos más tarde.- Habló él tranquilo.
- Perdón por hacerte perder tiempo de clases.- Sobó su nuca.- Y gracias por ayudarme.- Bajó su cabeza.

- No pierdo mi tiempo si se trata de ti, me preocupa que estés mal y no lo digas, igual que a los chicos.
- Sigo sin entender por qué os habeis acercado así.

El castaño se quedó pensando unos segundos.

- Queremos demostrarte que ser feliz vale la pena. Lo mereces.

Ella suspiró y lo abrazó con fuerza. Él correspondió sin siquiera pensarlo.

O L I V I A.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora