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Día 1, Primera hora.

Alejandro se despertó, como un día cualquiera.

Aunque este era distinto, era el primer día de universidad.

El pelinegro se preparó a su tiempo. Una vez listo para marcharse se despidió de su madre y caminó hacia el instituto tranquilamente.

El camino se le hizo algo corto, ya que estuvo entretenido con su pequeña consola portátil.

Al llegar al enorme edificio, lo primero que hizo fue buscar alguna cara conocida, ya que él y su grupo de amigos acordaron estudiar en el mismo instituto.

Ellos eran de esa típica pandilla de adolescentes 'frikis', jugaban videojuegos y eran aficionados a series, películas y varias cosas más.

No eran físicamente como se verían ese grupo de personas, no eran los típicos pequeños y flacuchos patosos, repletos de granos, llevando grandes anteojos cubriendo su cara.

Sino que eran más bien de otro estilo, cada uno tenía su peinado, su estilo de ropa y sus personalidades.

Eran chicos amistosos, tímidos y con un buen sentido del humor.

Al no encontrar a sus amigos cerca decidió ir a ver la planilla de horarios pegada a una pared, cerca de los casilleros.

Miró sus clases y anotó los horarios y los salones en una pequeña libreta de hojas lisas.

Entonces escuchó la voz de una persona conocida.
- Alex!.- Intentó llamar su atención un castaño (oscuro) algo corpulento.
Y funcionó, Alejandro se volteó inmediatamente para encontrarse con su amigo Miguel.

Sacudieron manos y formaron un abrazo.

Hablaron animadamente mientras el recién llegado anotaba también sus horarios en un cuaderno.

- Oye, has visto al resto?.
- Me he cruzado a algunos, pero no me vieron y los perdí.- Contestó junto a una pequeña risa, 'Mangel'. A la cual el de menor estatura se unió.

Hubo un silencio en el que ambos analizaron un poco el 'mapa' del establecimiento.

De pronto una chica se cayó encima de Miguel. Empujándolo bruscamente, pero no lo suficiente como para hacerlo caer al suelo. Cosa que sí había pasado con... ella.

El chico la miró atento, algo cabreado al principio, pero apenado al verla caída y deducir que la habían empujado.

Se inclinó estirando su mano para ayudarla, pero se ve que no quería su ayuda. Se levantó con su cabeza mirando las zapatillas del castaño.

- Perdón.- Musitó en un susurro que él apenas logró escuchar.

- No te preocupes, estás bien?.- Habló con una sonrisa en su rostro.

Ella... tenía pelo de fuertes colores entre verde y un poco de celeste, corto y alborotado. Sus ojos eran celestes y estaban escasamente maquillados, pero aún así daban una sensasión distinta.

Asintió levemente y miró a su izquierda, buscando algo. Al topar con la mirada de 'Alex' bajó bruscamente su vista al suelo otra vez. Pareciera como si estuviera siendo acosada o algo parecido, cosa que no pasaba en absoluto.

Simplemente caminó a grandes zancadas, lejos de ellos. Desapareció entre las personas.

Los dos jóvenes se miraron confusos.
- La has mirado mal o algo?.- Alzó una ceja con una media sonrisa.
El pequeño se encogió de hombros y ambos rieron un poco.

- Debe tener un mal comienzo.- Comentó.

Luego siguieron paseando otro rato por la institución, reuniendo poco a poco a todos sus amigos.

La primera hora de clase para Alejandro fue tranquila, le tocaba psicología. Estuvo algo distraído, ya que casualmente, la chica de pelo verde se encontraba unas filas delante suyo. La observaba de vez en cuando, siempre se encontraba mirando hacia abajo, cohibida.

La pareció algo extraño que actuara así, teniendo esos detalles llamativos, creyó que tendría muchos amigos y amigas, curiosos por saber sobre ella.

Aunque la realidad parecía ser otra.

Al salir al receso, el pelinegro decidió reencontrarse con su grupo y tal vez hablar un poco.

Hablar de esas típicas cosas de chicos, como en qué nivel se encontraban de su juego preferido, qué trucos descubrieron, qué tan aburrido era el profesor o qué tan lindas eran las chicas de su clase.

Ese último tema hizo que Alex recordara a esa chica, y lo incitó a buscarla con la mirada mientras sus colegas hablaban de otras mujeres.

La encontró sentada en el suelo, recargada en la pared. Parecía que estuviese dibujando algo, pues una delgada tabla de madera se encontraba sobre su regazo, haciendo soporte a una hoja en la que trazaba algunas líneas identificables.

Uno de los chicos notó la distracción del 'bajito' y se giró en busca de lo que llamaba su atención.

Divisó a lo lejos aquella corta cabellera verde y volvió su vista al chico.

- Te gusta?.- Preguntó el alto castaño de ojos avellana, interrumpiendo la conversación entre todos para dejar la atención en su amigo.

Él se giró inmediatamente hacia ellos, sin nervios, calmado. Se encogió de hombros.

Los otros chicos comenzaron a preguntarle de quién hablaba. Rubén (el castaño de ojos avellana) señaló a la chica disimuladamente, y de la misma manera todos se giraron a verla.

Dibujando quién-sabe-qué, aislada del reto de estudiantes.

- Tío, pero si con ese pelo parece un garbanzo, qué dices?.- Dijo con una sonrisa otro pelinegro llamado Fransisco.

La idea era hacer reír a sus amigos, no criticar a la chica a sus espaldas, objetivo que cumplió con éxito.

Aunque Ale rió menos que los demás. Le daba un poco de pena verla tan sola y encima reirse de su 'estilo' físico.

Era cierto también que era una completa "tabla": no tenía pechos ni trasero, era tan delgada como el cabo de un diente de león y probablemente tan frágil como uno. Su piel era pálida, aunque algunas pequeñas pecas decoraban sus mejillas. Y la enorme sudadera que llevaba puesta no ayudaba mucho a mostrar su cuerpo.

En parte la hacía ver tierna. Y por otro lado hacía a muchos dudar de su género, entre ellos al grupo de frikis.

- Ya.- Murmuró en voz baja mientras dejaba de mirarla para seguir otro tema de conversación con sus amigos.

'Amigos', cosa que a "Garbancito" le hacía falta en la vida.

O L I V I A.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora