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Abrió sus ojos de a poco, todo daba vueltas y sentía como si algo estuviera pinchando su cabeza con fuerza. Sentía una acidez bestial en su cuerpo.

Le costaba moverse. Suspiró y se fue girando de a poco. Parecía no haber mucha luz en la habitación.

Sentía un cuerpo a su lado.
- Tara...- Habló con una voz ronca mientras tocaba el mismo débilmente.- Tara.- Elevó su voz.

Su estómago se revolvía y se veía vomitando en cualquier momento.

- Tara, coño.- Sacudió a la persona con más fuerza.
La misma se movió un poco mientras soltaba un suspiró.
- Qué quieres?.- Escuchó la voz de Miguel.- Quién... Tara?.- Murmuró con su voz destrozada.

Ella se sonrojó al notar su equivocación y soltó su brazo.

- Nadie. Qué hago aquí?.- Cerró sus ojos conteniendo el dolor en todo su cuerpo.

Se fue de a poco sentando en la cama. Notó entonces que sólo llevaba su camiseta y su ropa interior puesta, aunque le restó importancia, ella rara vez pensaba en cierto tipo de cosas.

- Joder, yo que sé...- Farfulló para luego toser un poco.
- Tienes un ibuprofeno o algo?...- Pasó su mano por su frente.
- En un cajón de la cocina, tráeme uno por favor.- Volvió a hablar con su voz ronca.

A su tiempo consiguió pasar por encima de Mangelcito y caminar hasta la cocina, la luz del sol ya era débil.

Se fijó en un reloj en la pared. 19:46. Habían dormido demasiado.

Buscó entre los cajones de la cocina los ibuprofenos y sacó dos sobres de una caja. Llenó un vaso con agua y echó el polvo en el mismo. Lo sacudió un poco y lo bebió.

Luego llenó el mismo vaso otra vez y preparó el otro sobre. Lo llevó a la habitación de Miguel y lo dejó en la mesilla de noche al verlo sentado en la cama.

Desayunaron una vez se sentían mejor. No hablaban para nada, ella estaba seria y él aún medio dormido.

Luego ella llamó un taxi y se fue a su casa.

Al entrar, su padre no estaba. Decidió llamarlo.

Atendió a los pocos segundos.
- Olivia Price, te encuentras bien?.
- S-Sí... y tú?.
- Pues mejor ahora que escucho tu voz, pequeña.- Suspiró.- Me tenías preocupado.
- Lo siento, estaba en casa de Rogel y Doblas, dormí allí, ya que nos quedamos hasta tarde.
- Eso supuse, me agrada que hayas dormido allí.
Ella rió levemente.

- Estás trabajando? Necesitas algo?.- Preguntó.
- Sí, estoy en la oficina firmando algunas cosas, pero tranquila no necesito ayuda, gracias hijita.
Sonrió.
- Bien, entonces... debo ir a r-
- Gabriela ya regó las plantas por ti, no te preocupes. Dejó armado un ramo en la mesilla como sueles hacer.

- Vale, le daré las gracias el lunes.
- Tú estás en casa ya?.
- Sí.
- Ok, volveré a las 9 como mucho, vale? Cuídate, chiquita.
- Tú también, pa'. Adiós.
- Hasta luego.

Finalizó la llamada y tomó aire.

Intentó recordar lo que había pasado la noche anterior. No fue fácil, pero al menos le llegaron a la mente algunas imágenes de ella pidiendo más cervezas, bailando con Mangel, con Samuel, con Fransisco... luego le vino a la mente un momento en el que abrazaba a Rubén en un ascensor y finalmente recordó algo de un gatito.

Prefirió tomar una ducha y relajarse un poco.

Ya vestida y arreglada, llamó a Rubén. Atendió después de unos varios llamados.

- Hola.- Lo escuchó hablar normalmente.
- Hey, soy Olive.
- Pasa algo? Es la primera vez que me llamas.- Rió.

Un tono de alegría se notaba en su voz, eso le dio ternura a la peliverde y produjo una pequeña risita de su parte.

[NA: Rubolive es real ahr, no mentira, Rubén es de Mahe y Olive es mi bebita, no la dejo andar con nadie ehjé -w-
Igual imagínense las caritas de los dos, es hermoso TwT]

- Es que quería hablar, sólo eso.- Dijo un poco tímida.
- Vale.- Rió confuso pero contento.
- P-Pues... recuerdas lo que pasó anoche??
- Sí.- Carcajeó.- Estabas completamente fuera de control. Desearía que fueras así más seguido.

- Oh, uhm... así cómo, exactamente?.- Preguntó nerviosa.- Es... es que no recuerdo lo que pasó.
- No lo dudo, qué es lo último que recuerdas?.

- Diría que desde que llegamos al antro y comencé a bailar con Mangel.
- Eso sí ha sido lindo... Pues... después de eso bailamos todos juntos y seguimos bebiendo como no te imaginas. Guille nos llevó hasta casa y estabas tan mal que preferimos que te quedaras.

- Vale.

- Tranquila! No hiciste... nad-
- Ya, lo sé.- Rió.
- Aunque hubo un momento... que no se yo...- Utilizó un tono divertido.
- Qué hice?.

- Bueno... fue algo incómodo, no querías dormirte y... Miguel te dijo que estabas ebria y tenías que descansar, pero te le acercaste y le dijiste algo en plan... no me acuerdo mucho... pero fue incómodo.

- Qué dije?.- Habló seria.
- Algo de que nos divirtiéramos los tres... o sea... ya sabes.- Se escuchaba su voz junto a su risa nerviosa.

Oli abrió sus ojos al escuchar cada palabra, ni ella misma reconocería esa parte suya.

- L-Lo siento.
- Está bien, no fue nada.

- Ok. Gracias por haberme dejado quedarme allí.
- No las des, siempre eres bienvenida. T-Tu padre... no te dijo nada?.

- No, él confía en vosotros.
- Vale.
- Entonces... nos vemos el lunes.

- Claro!. Me ha encantado hablar contigo.- Volvió al tono de niño pequeño, aunque estuvo con ese tono durante toda la charla, pero esta vez fue más notable.

- A mí igual. Adiós.
- Nos vemos.

Cortó.

Se quedó simplemente pensando.
- Tara.- La llamó.
Nadie contestó, nadie apareció.
- Oye, Tara.- Elevó su voz.

Silencio absoluto.

- Tara, joder.- Gruñó.
Pero nadie le respondía.
- Mira, lo siento... sé que te he estado dejando de lado, pero es que son ellos los que me alejan de ti, no puedo evitarlo.

...

- Tara...- Suspiró.- Te quiero, amiga, te necesito.

...

- Por favor. Sabes que no podría vivir sin ti.

...

- Tara, me estás asustando.

...

- Tara.- La llamó con su voz débil.
Estaba comenzando a sollozar.

- Tara, responde!.- Gritó a todo pulmón con su voz ronca.

Las lágrimas le salían solas y el nudo en su garganta se apretaba cada vez más.

- Eres la única amiga que tengo desde hace mucho, no me dejes tú ahora, por favor.- Se sentó en el suelo al lado de la puerta de entrada.

- No quise hacerte a un lado.- Sollozó abrazando sus piernas.

Ahora la única persona que podría abrazarla era ella misma.

- Te necesito.- Gritó mientras sentía sus mejillas humedecerse en lágrimas.

El llanto era incontrolable.

Tara se había ido.

O L I V I A.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora