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En este mismo momento recuerdo que no debería de haber nacido.

Todo hubiera estado literalmente mejor si yo no hubiera nacido.

No debería de estar pasando por esto. Porque no existiría, verdad?.

Mi papá no tendría tanto estrés y disfrutaría más de su vida.

Estos chicos no tendrían que haber comprado esas flores y malgastado su dinero.

Y por supuesto que mi madre estaría viva. Ella murió por mi culpa, por yo haber nacido.

A veces escucho su voz y me pone triste que haya muerto.

Recuerdo cuando conocí a Tara, mi mejor y única amiga.

Estaba caminando en el terreno de al lado de casa, era enorme cuando era más pequeña. Entonces desde unos árboles salió ella con un vestido amarillo y un lazo blanco en su cintura.

Recuerdo que hablamos como conocidas de toda la vida, fue muy agradable nuestra primera charla.

Le dije que podría venir a mi casa a jugar si la dejaban.

Me dijo que la dejaban hacer lo que quiera siempre y cuando yo le preguntara a ella.

Fuimos al patio de mi casa y pasamos a la parte delantera. Jugamos en los columpios y ella me empujaba, podía sentir que volaba mientras cerraba mis ojos.

Era... era todo demasiado lindo. Tara me hacía sentir bien, me acompañaba a todos lados y me ayudaba a seguir adelante, superando algunos problemas.

Cada vez que peleaba con gunos de mis amigos ella me decía que los ignorase y podríamos tener más tiempo juntas. Eso hice.

De a poco crecí y noté cómo ninguno de mis compañeros me dirigía la palabra. Ni siquiera para pedir un lápiz. Eso fue triste.

Pero ahí estaba Tara en el recreo, siempre me juntaba con ella en un rincón de la escuela y hablábamos las dos.

Algunos profesores nos miraban raro cuando pasaban, y a los alumnos ya no les llamaba la atención.

Mi padre estaba estudiando casi todos los días, una mujer me cuidaba a veces. Pero con Tara me la pasaba bien.

Llegué a los 12 años o así y me dí cuenta de que no necesitaba tener amigos para entretenerme ni sonreír para divertirme.

"No tienes que sonreír todo el tiempo, eso es feo, sabes?" Solía decirme.

Yo le hacía caso en todo, porque vaya, me había acompañado todos esos años y confiaba en ella.

Le preguntaba por qué sonreír era feo.

Ella me decía que ser feliz no vale la pena. Me daba ejemplo de mis amigos, cuando era feliz con ellos y luego todo fue desapareciendo.

Aunque volviendo a la actualidad, los chicos con los que paso el tiempo en los recreos parecen no despreciarme.

Y tengo miedo de que lo hagan en algún momento. Que se cansen de mí y me dejen.

Entonces ya no tendré a nadie.

Papá trabaja hasta tarde y por eso casi nunca lo veo. Mamá está muerta. No necesito niñeras. Tara se ha ido. Y ellos me habrían dejado.

Aunque mi amiga solía decirme que se iría algún día. Que en algún momento muchos señores me preguntarían si tengo algún problema en la cabeza y la descubrirían.

Jamás conocí a su familia ni supe su verdadero nombre. Pues cuando le pregunté me dijo: "Puedes llamarme como quieras, no me molesta".

Entonces la llamé Tara. No sé por qué.

El caso es que eso del hombre preguntándome cosas es lo que me pasa ahora, papá me obliga a ir a clase de psicología pensando que tengo algún problema o algo. Él sabe de mi amiga pero no la ha visto.

Cada vez que la invitaba a cenar a casa ella no venía y se excusaba al día siguiente. Yo la perdonaba.

Yo le perdonaba lo que sea.

Me desconcerta que haya hecho esto, que me haya dejado. Me siento triste ahora.

No sé qué hacer ahora. No sé qué decir y en qué momento, o qué cosas serían buenas para mí.

Ella elegía todo por mí y me decía que hacer. Ella prácticamente vivía por mí.

Pero ahora soy yo la que vive?. Eso creo.

Estoy triste.

Tara se ha ido.

O L I V I A.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora