El castaño llama a la puerta y arremanga su camisa, nervioso.
La puerta se abre luego de unos cortos minutos, una pequeña Olivia le observa y sonríe al instante.
Él la alza con un abrazo y besa su frente.
- ¿Lista?.- Sonríe tímido.
Ella asiente cerrando con llave la puerta.Ambos se dirigen al coche en el que se suben, ella sorprendida al nunca haberlo visto manejar, ni poseer un auto tan lindo.
- ¿Desde cuándo maneja, señor Rubén?.- Le mira divertida.
- Desde que usted ha aceptado acompañarme en esta maravillosa velada.- Pronuncia con su misma expresión.
Ambos ríen y el joven arranca el coche para conducir a velocidad regular por el camino de tierra en dirección a la ciudad.
No dicen mucho en el camino, la radio está encendida y disfrutan de las canciones que pasa esa estación.
Hasta que comienza a sonar el mago de oz y Rubén sube el volumen comenzando a motivarse.
Ambos cantan a la par de la canción, ella lo sacude y toma su muñeca derecha mientras lo abraza moviéndose de un lado al otro.
Llegan por fin al lugar que el alto mantuvo secreto.
- ¡Sushi!.- Da pequeños saltitos emocionada y el brazo de Rubén rodea su cintura antes de entrar al bar.
Hay gente jugando en máquinas arcade a la izquierda y las mesas están llenas donde quiera que se vea.
Poco antes de llegar a un gabinete vacío, unas chicas en una mesa los miran y al instante comienzan a cuchichear cosas entre ellas, con pinta de indignación.
- ¿De qué hablan?.- Susurra al oído del castaño, que le pide que repita la pregunta ya que el ruido del bar le impide oír.
Ella aclara su interrogante.
- ¿Quiénes?.- Unas chicas que nos miraron recién.
- No les hagas caso.- Niega despreocupante.
Ambos se sientan en el gabinete de la esquina.
Las partes para sentarse y el respaldo de las bancas son de una suave gamuza azul. Las paredes tienen un diseño moderno y colorido, el lugar es la hostia, básicamente.
Garbancito coge el menú y lee lo que haya, no entiende mucho así que le pregunta al de ojos avellana lo que vaya a pedir.
Este cogió el menú y comenzó a repetir frases de animes en un tono exagerado, haciendo reír a la chica de, ahora, pelo rosado.
- Ya, tonto.- Ríe.
- Venga, pedimos una tabla de estas para dos y ya.- Se encoge de hombros y la mira.- ¿Qué osa pedir de bebida, honorable... Madame?.
Ríe y continuan hablando de estupideces.Olive no puede evitar mirar de vez en cuando a las chicas a dos mesas lejos, que al instante clavan su mirada en ella.
- Oye, te ves nerviosa, ¿qué pasa?.
- N-Nada...- Se sobresalta mirando al centro de la mesa.
- María Olivia Rosa de los Jardines Florales Price, no pienso cambiar de tema hasta que me diga qué te ocurre.- Habla con un acento de telenovela latina.Ella carcajaea y niega.
- Son aquellas chicas, siento que me conocen de algún lado y les caigo mal por alguna razón.
- Oh, no te preocupes, Olive, solo están celosas.- Pronuncia con calma mientras se inclina apenas hacia ella con una hermosa sonrisa.
- ¿De qué?.- Frunce el ceño confusa.