Olivia esperó impaciente a que las horas pasaran, le envió un mensaje a su padre avisándole que saldría esa noche y que estaría con los chicos.
Probablemente lo vería más tarde, él siempre llegaba a casa por la noche, ya que el trabajo le consume muchas horas del día. Le preparó la cena también, ella siempre fue la que cocinaba y cuidaba la casa.
Se dio una cálida ducha y se adentró en su ropa, los jeans negros ajustados junto a una enorme sudadera azul. Se echó desodorante y lavó sus dientes.
Cogió el dinero que le había dado su padre y un poco más de sus ahorros. Secó y peinó su corto cabello y quedó lista para irse.
Estaba nerviosa, Tara no había aparecido desde que Willy la empujó en el columpio y eso la tranquilizó por alguna razón.
Se escuchó un coche aparcar cerca de la entrada a la casa. La ojiazul miró por la ventana y al reconocer el vehículo salió por la puerta.
Saludó a Guillermo y se llevó sus llaves de la casa y otras cosas en una pequeña mochila.
Subió al coche y el pelinegro puso el auto en marcha. Manejó en silencio hasta el centro de la ciudad.
Se detuvo frente a un apartamento.
- Es aquí?.- Alzó una ceja la chica.
- Sí.- Rió él mientras se bajaban ambos.
Se dirigieron a la puerta y Guille llamó a uno de los pisos. Se escuchó un ruido y luego él abrió la misma.Pasaron por la recepción y subieron al ascensor. Esperaron a llegar hasta uno de los pisos y salieron.
Se acercaron hasta una de las puertas y llamaron. En cuestión de segundos, Rubén ya los estaba saludando.
Pasaron dentro de la casa y escucharon la música que sonaba desde un buen estereo. También eran notables las risas de los otros chicos y algún que otro grito.
Al pasar a la sala, la prescencia de los chicos fue visible. Guillermo y Oli saludaron a cada uno. Ella tímidamente y él sonriente como siempre.
- Siéntate!.- Le ofreció el de ojos avellana.
Asintió y buscó algún lugar. En medio de todos, en el sofá le habían guardado uno.
- Y es... una especie de carrera?.- Preguntó al observar la pantalla.
- Exacto.- Contestó Rubén.Alejandro, Samuel, Miguel y Fransisco se encontraban jugando un videojuego. Los comentarios que hacían, lograban sacarle un par de risas a la pequeña de vez en cuando.
Pasado un poco tiempo, la carrera pareció terminar, dejando a Samuel en el primer puesto y a Alejandro en el último.
- Quieres intentar??.- Le extendió el mando Frank.
Ella negó inmediatamente con una media sonrisa. Todos le insistieron en que jugase.Finalmente no le quedó más opción que jugar una nueva carrera contra Willy, Rubén y Fransisco.
Los tres concursantes parecían estar más concentrados en enseñarle los controles del juego que en ganar la carrera, cosa que le causaba gracia a la chica mientras adelantaba al resto.
Y era de esperarse que ella ganara.
Los jóvenes espectando gritaron emocionados y ella soltó una carcajada mientras los otros fingían estar dolidos y destrozados.
Eran sin duda alguna los chicos más bobos e infantiles que ella había conocido. Y eso le agradaba, porque eran también amables y divertidos, tiernos y comprensivos.
Durante esos meses la vida de Olivia fue presentando muchas emociones que ella desconocía,emociones que la hacían sentir bien. Aunque Tara se alejaba cada vez más y ella tenía miedo de perderla.