Escondida

6

Papá acarició mi pelo en silencio. Lo miré y vi que sus ojos estaban cerrados.
-¿Papá?-pregunté.
-¿Mhmm?
-¿Por qué Freddie es mejor?
-Él no es mejor.-murmuró, pasando sus brazos a mi alrededor.
-Si los dos nos estuviéramos ahogando, lo salvarías a él.
-Nunca dejaría que te ahogaras.-dijo contra mi pelo.
-Papá, yo también quiero que me quieras como a Freddie.
-Yo te quiero con todo mi corazón.-dijo.
-¿Papá?
-Dormí, Darcy.-pidió.
Guardé silencio. El rechazo a mis próximas palabras me hicieron encogerme. Yo sólo quería decirle que también lo quería. Voltee en sus brazos y me aferró mejor.
-Decime.-negué.- Dale, beba.
Volví a mirarlo y me hundí en su pecho. Lo abracé con todas mis fuerzas y cerré los ojos, llenándome de esa sensación.
-Te quiero, papá.
-Sos preciosa.-dijo.- Mi bebita. Nunca quise que te sintieras mal, supongo que no quería ver lo que pasaba.-besó mi frente.- Pero voy a arreglarlo. ¿Podemos arreglarlo?-me escogí de hombros. Realmente no sabía si podía repararse el daño.

Desperté sobresaltada y corrí a la otra habitación antes de caer en la cuenta de que estábamos en casa.
-Papá.-dije, asustada, buscando mi ropa.- Papá, levantate.
Nada lo hacía reaccionar. Me vestí tan rápido como pude y tomé las llaves de su auto. Debía llegar al campamento, algo malo estaba pasándole a Freddie.

Estaba cerca y la desesperación aumentaba. ¿Qué le pasaba? ¿Por qué nadie lo ayudaba? Pisé el acelerador a fondo y, casi en la entrada, se me cruzó el perro. Di un volantazo, esquivándolo, pero no pude recuperar el control del auto. Este se estrelló de lado contra un árbol.
Todo me daba vueltas. Permanecí unos segundos sobre el volante, sintiendo que todo me dolía. La puerta de abrió y alguien quiso sacarme, pero sólo logró que el dolor aumentara. Oí un quejido pero ya no sabía siquiera si había sido mío.
El hombre de los cabellos oscuros me quitó el cinturón de seguridad y me tomó en brazos, sacándome del auto.
-Freddie.-musite y quise bajar pero no podía sentir mi cuerpo.-Frank, algo le pasa a Freddie.-le dije al hombre y se me escaparon las lágrimas.- Me duele mucho.
Sus ojos, antes fijos en el frente, se volvieron hacia mi. Vi temor y preocupación en ellos y me encogí.
-Tenemos que llevarte a un hospital.-dijo.
-Freddie...
El rostro de mi hermano apareció de golpe. Tenía el cabello alborotado y los ojos cargados de lágrimas.
-Darcy.-dijo con la voz rota.-Darcy, decime algo.
-Tu brazo.-dije, al ver la venda.
-Tenemos que llamar a la ambulancia.-dijo Frank.- Avisale a la enfermera. Tengo que mantenerla consciente.
Mi hermano salió corriendo y empecé a desesperarme más y más.
-Darcy, tranquila. Vas a lastimarte más.-entró en su cabaña, que era la más cercana y no estaba en ningún árbol, y tomó un botiquín.-No cierres los ojos.
-Pesan mucho.-murmure y llevé la mano a mi estómago por el dolor.
-No...
La sangre me empapo la mano y ya no sentí nada más.