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Me hundí en brazos de Freddie y lloré como nunca antes había llorado. Él de dejó caer de lado en la cama y me sostuvo con más fuerza.
- Darcy, todo va a estar bien. Voy a hablar con papá.
-Yo quiero que él lo haga, no que alguien se lo diga. -sorbí mi nariz.- Él nunca me quiso. Todos te aman a vos. Yo también quiero que alguien me ame.
-Yo te amo.-dijo, acariciando mi espalda. Me pegué más a él y asentí, dejando que bese mis labios.
La primera vez que esto pasó fue accidental, pero más tarde se volvió una necesidad. Nunca había besado a nadie más que no fuerza mi hermano. Nunca lo hacíamos frente a nadie, pero así era como nos confesábamos nuestro amor. Freddie era parte de mi y yo era parte de él. Sabía perfectamente lo que yo sentía, estaba al tanto de mi soledad y tristeza constante. Creo que a veces lo hace porque piensa que es la única forma de que sienta que él está ahí, y otras veces lo hace porque de siente tan a gusto como yo.
Cuando temíamos quince años, hicimos un pacto que hasta el día de hoy no habíamos llevado a cabo, pero ahora sentía que él también pensaba en eso.
- Darcy.-murmuró.
Conociendo por completo las palabras sin pronunciar, volví a besarlo e introduje mis manos en su pantalón.
El pacto era simple, no dejaríamos que nos lastimaran, no entregaríamos a nadie nuestro amor más que a nosotros mismos. Puede que fuera por esa sensación de que él era mi otra mitad y yo era la suya. Después de todo, ¿no era así?
-No estás lista.-susurró.
Me aparte. No es que no estuviera lista, es que jamás lo estaría porque, por más que me dijera que eso estaba bien, yo sabía que no era así. Me abrazó con fuerza y permanecimos en silencio hasta que nos quedamos dormidos.
Cualquiera podría cuestionar lo que hacíamos, pero él jamás lo decía y me tenía a mi prohibido hacerlo. De todas formas nadie me creería. Él era el amado Freddie. Nadie podía manchar su imagen.
- Darcy.-susurró al despertarme. Lo miré adormecida.- Tengo que contarte algo.
Me acomode en su pecho y lo observé mientras él buscaba la forma de decirlo.
- Darcy, creo que estoy enamorado.
Asimilar las palabras fue más difícil de lo que creí. Me incorporé, aturdida. Él me miró.
-Freddie...
-Quiero darle todo. -dijo él, interrumpiéndome.- La besé. Le dije que la amaba. Darcy, no sé qué hacer.
-Arriesgate.-dije, aún digiriéndolo. Era como sentir que me arrancaban un brazo y con él se llevaban todo lo que me importaba.- Demostráselo.
-¿Cómo?
De pronto me enojé porque había alguien amenazando con robarme a mi hermano. Quise aferrarme a él pero no pude, de golpe me daba asco haber besado a quien había besado a alguien más.
-Agarrala y besala. Decile que la amas y...- no encontraba mis palabras entre tanto odio. Miré a mi hermano y me maldije por dejarlo ser único en mi vida, por sentirme traicionada ante su amor por otro persona.- Olvidate del pacto. Sé que está acá. Agarrala y hacele el amor. Nunca va a dejarte.
-¿Y si ella no quiere?
-Va a querer.-asegure, rabiosa.
Mi hermano se incorporó de golpe y se puso sobre mi, besándome.
Hablaba de mi. Freddie se había enamorado de mi. Eso era imposible. La adrenalina invadió mi cuerpo, no había alguien dispuesto a sacármelo.
-Yo te amo.-dijo y, en el silencio de la noche en el campamento, me hizo el amor como si no fuéramos mellizos, como si la sangre que corría por nuestras venas no fuera la misma.
Se durmió y yo lo miré. Saliendo del estado de shock, me topé con que todo estaba hecho y ya no había vuelta atrás.

EscondidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora