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Los brazos de Connor me tomaban como jamás antes. Parecía temeroso de hacer algo.
-¿Darcy?-quedé boca arriba y ladee la cabeza para mirarlo.-No quiero perderte.
-Mirame.-suspiré.-¿Vos crees que me perdiste?
-No quise lastimarte. -conocía el tono de cachorro lastimado pero ahora realmente parecía sincero en él. Acaricié su mano.-No quería hacerte mal. Yo... Volví al psicólogo.
-Creí que lo odiabas.
-Hay cosas que odio mucho más.-dijo besando mi cabeza una y otra vez.
-Voy a mudarme.
-Lo sé. Por eso estoy acá. Me voy con vos.
-No puedo alejarte de tu familia.-susurré.
-Ellos van a ir también. Katia empeoró y hay un hospital mejor.-volteé y cerré mis brazos en torno a él.-Todo está bien si estás ahí. Te prometo que voy a cuidarte y no voy a volver a ponerte un dedo encima.-me apartó suavemente y clavó sus ojos en los míos.-¿Me crees?-sin embargo, sus manos no se tensaron y no parecía al borde del ataque. Sonreí y asentí, le creía.
-¿Qué vas a hacer con la Universidad?
-Creo que no es para mi. Al menos no esa carrera.-suspiró y se pasó la mano por el rostro.-Voy a tomar el puesto de papá en la empresa.
-Ya vamos a encontrar lo que te haga feliz.-asegure.
-Te encontré.-rió contra mis labios y volví a besarlo.

Cuando bajamos, papá y Liam hablaban rápidamente. Me acerqué y los abracé a ambos con fuerza.
-No debería haber dejado que entre.-dijo papá, besando mi frente.
-Tengo... Tenemos que decirles algo.-Connor de aproximó y entrelaze sus dedos a los míos.-Connor volvió al psicólogo. Él realmente cambió y los dos pudimos verlo, papá. Connor jamás se habría perdido una pelea. Y él... Va mudarse.
Papá se dejó caer en el sillón con el rostro entre las manos y sentí que algo se rompía dentro mío a la vez que me acercaba y buscaba lugar en sus piernas. Parecía conmocionado cuando sus brazos me aferraron.
-Señor Tomlinson,-dijo Connor, quien jamás se había referido a nadie con tal respeto.-realmente empecé un tratamiento para cuidar y tratar a su hija con el amor y el cuidado que merece. Yo... Sólo le pido otra oportunidad. La última. Si hago algo, voy a irme por cuenta propia. No soportaría volver a lastimarla. Lo prometo. Sólo deme esta última oportunidad.
-¿Por qué te mudas?-preguntó mi padre seco.-¿Cómo sabes que es el mismo lugar?
-Cuando llegué vi el portal. No apagó la computadora. Venía a hablar con Darcy para despedirme. Katia empeoró, señor. Ella está muy mal y tuvimos que trasladarla a otro hospital. Es la misma ciudad. Sólo deme una última oportunidad. Realmente amo a su hija. Es... Es por ella que volví al psicólogo.
-Sólo una más.-dijo mi padre. -Ahora...
-Entiendo.-dijo y se arrodilló frente a nosotros. Besó mi cabeza y se despidió de los otros dos con un gesto de mano.
-¿Estás segura?-preguntó papá, apartandome el cabello y besando mi mejilla.
-Él cambió.-le asegure.-Si algo pasa, voy a decírtelo. Ahora... Creo que antes de toda esta locura estabamos haciendo algo.
-Empacando.-sonrió él.
-Van a abandonarme.-lloriqueó el tío detrás nuestro.
-Ya se compró una casa.-dijo papá y solté una carcajada, abrazando al que intentaba justificarse.
-Bueno, si. Pero por motivos distintos.
-Me alegra que vayas a seguir cerca.-dije en su pecho y supe que sonreía mientras me tomaba con fuerza y me hacía dar vueltas en el aire.
-Vamos a empacar mientras el tío hace el almuerzo.-dijo papá haciendo que me bajara.

Cuando llegó el camión esa misma tarde, ya teníamos todo listo. A papá No le gustaba andar con rodeos. Compraba la casa y se mudaba, así de sencillo y rápido. Subimos al auto y él arrancó sin más.
Los oídos comenzaron a zumbarme. Cerré los ojos con fuerza y sentía las ruedas aumentar o disminuir la velocidad. Las manos me sudaban y temblaban suavemente. No oía nada que no fuera el auto y, de golpe, se detuvo.
Unas manos me tomaron y abrí los ojos topándome con el rostro aterrado de papá. Sentada en sus rodillas y con su mano entre las mías, comencé a tranquilizarme. Las arrugas en sus ojos se acentuaban y me si cuenta que ya no era ese hombre que cargaba a Freddie en sus hombros o corría incansablemente.bestaba más viejo y más preocupado. Sabía que el motivo era yo.
-Perdón.
-No. Yo olvidé tomar tu mano.-dijo.-Hija, decime que estás bien.
-No estuviste en mis primeros pasos.-suspiré dejando que mi cabeza se acomodara en su brazo. Un destello de dolor se hizo presente en su mirada.-No estuviste cuando di los primeros malos. Pero me alegra que estes acá ahora. Me gusta saber que si caigo, vas a estar ahí y que si me pierdo vas a ayudarme a encontrar el camino. Papá, gracias. Te amo mucho.
-Ojalá hubiera podido estar siempre. Supongo que esa habría sido otra historia. Puede que no fuera tan feliz como esta. Nunca creí en el destino, hasta que en lugar de uno, nacieron dos bebés. Se tapaban en las radiografías. Nació Freddie y entonces le pidieron a tu mamá que no dejara de pujar. No podía soltarte. Las enfermeras me retaban porque tenías que dormir y yo no podía dejarte. Habías aparecido de la nada pero estabas ahí. Entonces pensamos que era mejor mantenerte lejos de las cámaras. Darcy, te escondiste nueve meses en un útero. Eso es casi imposible.-rió y besó mi frente.-A pesar de todo lo que pasó, me alegro de que las cámaras nunca te hayan conocido. Me haces sentir que voy a poder darte la vida normal que quería para vos. Nos caímos durante toda tu infancia, pero ya nos levantamos, juntos. Y ahora es tiempo de que conozcas al resto de tu familia famosa.

EscondidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora