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El tío Liam me hizo subir en su espalda y, al llegar, me escondí en ella. La risa le retumbó y sus manos apretaron mis piernas con suavidad.
-Niall, hola.-dijo papá gustoso y supe que se abrazaban. Me asomé y vi unos cabellos color café surcados de canas. Volví a ocultarme.
-Liam.-dijo aquel hombre abrazando a mi tío.-Tenes a alguien escondido.-rió y yo bajé, dejando que papá me abrazara divertido.
-Creo que hiciste que se ponga toda colorada.-rió con ganas y negué.-Vamos. Niall, ella es Darcy, tu sobrina.
Miré los ojos celestes unos instantes, prendiendome de ellos. Sonreí con calidez y le tendí mi mano, a lo que él sonrió y tomó con la suya.
-Un placer.-dijo con una sonrisa jugueteandole en el rostro.
-El placer es mío.
-Así que... Íbamos camino a la nueva casa.-dijo papá con sus manos en mi cintura.-¿Queres venir?
-Dejame que le avise a los chicos que no voy a estar cuando lleguen.-dijo y se metió dentro.
El tío me miró haciendo puchero y yo reí. Besé su mejilla y negué divertida.
-Seguís siendo mi tío favorito.-dije.-Nadie es como vos.
-Bueno, bueno. Ella es de su papá.-dijo pegandome a su pecho.- Así que...-besó mi frente y su ceño se frunció.-Darcy, tenes fiebre.
-Freddie está enfermo.-dije y ladee la cabeza con media sonrisa.-Todo está bien, papá. Yo me siento muy bien.
-¿Promesa?-mostró su dedo y lo entrelaze sin poder evitar la mueca de complicidad.
-Promesa.

-¡Papá!-llamé emocionada y lo escuché subir riendo.-¡Papá, esto es increíble! Mirá, mirá, mirá.
-Lo veo, lo veo, lo veo.-rió él entrando al pequeño estudio de grabación.-Es todo lo que buscábamos.
-Tío Liam, nuestro lugar en el mundo.
-Componen juntos.-explicó mi padre.-Va más a la casa de él que a la escuela.
-Yo voy a clase.-me defendí y reí.-Mentira. Falto mucho.
-Creo que es una consentida.-rió Niall y asentí aún avergonzada ante él.-Tenemos que juntarnos así le presento a sus primos.
-Siempre rodeada de chicos.-mascullo papá.
Supe que quiso decir algo más pero guardó silencio y volvió a mirar el estudio con ojo crítico que estaba posado muy lejos de allí.

Cuando ya no quedó nadie más ahí y las luces comenzaron a encenderse, procuré guardar silencio. Sentada en mi cama, miraba las paredes vacías mientras ignoraba lo mal que me sentía. Con paso rápido e insípido, corrí al baño más cercano sin saber muy bien que era lo que salía de mi mezclándose con las lágrimas producidas por esa horrible sensación de estar expulsando mis sesos por la boca sin control alguno.
Tras volver en mi y saber que ya nada ocurriría al menos por un largo rato, no pide hacer nada más que llorar como niña pequeña. Era la primera vez que enfermaba sabiendo que Freddie no estaría ahí para cuidarme y dolía.
Él no llamó, sólo entró y suspiró antes de tirar de la cadena y alzarme a la altura del lavado para que cepillara mis dientes.
-¿Los baños siguen subiendote la fiebre?-asentí y acabé en silencio, juntandome más a su pecho.-Tengo que acostarte y llamar a un médico.
-No.-pedí.-Sólo... Sólo llamá a Freddie.
Él suspiró a la vez que me acostaba en la cama y marcaba el número.
-No voy a decirles nada.-gritó Freddie al atender.-Ojalá de muera y...
Papá cortó y sentí el corazón en la garganta. Los ojos me ardían pero no demostraría mi debilidad hacia Freddie otra vez. Él ya no me quería. El timbre sonó una y otra vez y papá bajó a abrir mientras yo miraba el teléfono. Quería que me muriera. Bien. Eso mismo haría.
Rápidamente corrí al baño y cerré la puerta con seguro. Busqué las maquinitas de afeitar de papá pero no parecían estar ahí. Alguien llamó a la puerta pero no respondí. Intentó abrir sin éxito alguno y yo divisé una cerámica rota. Clavé mis uñas en cada rincón que pude para sacarla.
-¡Darcy!¡Darcy, abrí!-gritó papá y sentí que el corazón se me hacía trizas al instante.-¡Hija!
La cerámica se desprendió y respiré profundo. Era lo que Freddie quería. Él esperaba mi muerte y yo se la daría.

Cuando desperté, supe que no lo había logrado. Estaba en un hospital. Los ojos de papá me miraban pero no parecían verme. Voltee en la cama y tomé su mano entre las mías. Iba a abandonarlo. Casi me iba para siempre sin él.
-Casi me dejas por una idiotez de alguien que no te mereció nunca.-dijo con suavidad y le hice lugar para que se acostara a mi lado.-Sólo quiero creer que fue la fiebre mezclada con la conmoción de las palabras de tu hermano lo que te llevó a esto y no otra cosa.
-Lo fue.-aseguré y mostré mi dedito a modo de juramento.
Él no lo tomó. Sin decir nada y con la mirada vacía, se acostó a mi lado pero sus brazos ni siquiera intentaron rodearme. Lo miré y sentí la humedad en las mejillas antes de sentarme en la cama y mirar mi muñeca vendada. Aturdida y molesta, quise deshacerme de ella pero las manos de papá me detuvieron a la vez que me regresaba a mi lugar y llevaba mi cabeza a su pecho para luego abrazarme con todas las fuerzas que parecía tener. Lo sentí llorar entonces lo hice también e intenté disculparme aunque sabía que él quería hechos, no palabras.

EscondidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora