11

1.5K 62 2
                                    

Una horrible sensación comenzó a subirme por el estómago. Se estaba haciendo de noche. La gente se dispersaba. Freddie estaba enojado y muy preocupado. Quise levantarme y el dolor me atravesó tan fuerte que me quedé sin aire unos instantes. No tenía mi teléfono. No tenía dinero. No sabía por dónde había ido ni hacia dónde volver. 

Me dejé caer nuevamente en el lugar, sintiendo la sangre seca que se agrietaba donde la remera permanecía pegada. Me llevé las rodillas al pecho y me oculté tras ella, como si de ese modo pudiera volver a casa. De a momentos asomaba los ojos pero solo veía las calles más vacías, los locales cerrados. Supe que no podía quedarme ahí y me levanté ignorando el dolor.

Con paso vacilante avancé junto a la avenida, ocultando los dedos bajo la remera y mordiendo las mangas nerviosamente, consciente de que ya no me quedaban uñas que destrozar. Ya no sabía si lloraba por el dolor o por el miedo de no saber cómo volver. Quizás por ambas cosas. Los autos pasaban a toda velocidad y yo sólo podía encogerme al recordar el accidente. 

Llegué a un punto que fue necesario que me sostuviera contra la pared. No sabía cuánto más podría permanecer de pie con ese insoportable dolor atravesándome. Unas luces me iluminaron y abrí los ojos de golpe, aterrorizada. Tuve que cerrarlos al instante.

-¡Darcy!-era el grito de Freddie.

Apresudaramente me aproximé y lo vi bajando del auto de papá. Había lágrimas en su rostro pero podía sentir su alivio. Sus brazos se cerraron en torno a mi y entonces los apartó de golpe.

-Por Dios, estás sangrando.-dijo alarmado.

-No lo digas.-pedí en un susurro y me aferré a su camiseta.- Sólo...-volvió a abrazarme y rompí en llanto sin poder evitarlo.

-Suban al auto.-dijo papá, con un tono tan frío y distante que ardió. Negué. No podía hacerlo.-¡Suban ya al maldito auto!

-¡No puede subir!-gritó Freddie fuera de sí, tomándome con fuerza y pegando mi cabeza a su pecho.- Ella no puede hacerlo.

-Pero lo tiene que hacer. Tenemos que volver a casa ahora mismo. Son las cuatro de la madrugada. ¡Darcy Hillary Tomlinson subí al maldito auto! ¡No vas a volver a salir de tu cuarto hasta que cumplas los cuarenta años! No tengo tiempo para esto, subí al auto. Tengo muchas cosas que hacer mañana. Necesito dormir. No voy a estar tres horas esperando que subas.

-Está bien.-susurré con el llanto atragantado. Me aparté de Freddie con suavidad.-Pero sólo hay una forma de que pueda.

Sin darme a mí misma el tiempo de pensarlo, me presioné el estómago con fuerza. Sé que lo último que salió de mis labios antes de desvanecerme fui un quejido que no revelaba ni un cuarto de lo que había dolido.


Desperté en la cama de Freddie. Él estaba tendido a mi lado, revisando la venda con la preocupación anclada en cada una de sus facciones.

-¡Hola!-exclamé sin poder evitarlo, rodeándolo con ambos brazos.-Te extrañé tanto.

-Con cuidado, Darcy.-pidió.-No quiero volver a ver sangre en toda mi vida.-bajé la mirada apenada y sus brazos se cerraron en torno a mi.- Me asustaste mucho. Debería matarte por lo que hiciste. ¿Cómo se te ocurre?

-Sólo... No estabas en el hospital.-musité.-Nadie estaba ahí. Yo... Los esperé por más de tres horas.

-Tenía que ir a ese partido.-susurró contra mi pelo.

-No te vuelvas él.-pedí.- Vos no te vayas.

-No voy a irme a ningún lado sin vos. Sólo... Conseguí que entraras en el programa.

-No quiero hacerlo.-dije, resignada.- No quiero que él vuelva a mirarme así. Incluso cuando no me miraba dolía menos que esa desaprobación, que...

-Vos no haces esto por él.-asentí.-No, Darcy. No me digas que dedicaste lo que más amas a él.

-Freddie, vamos a la casa de mamá.-pedí.-Por favor. No quiero estar acá.

-Mamá está de viaje.-dijo él con voz pequeña y herida.-No voy a dejar que vuelva a lastimarte. Te desmayaste del dolor sólo para complacerlo. No quiero que vuelvas a hacer eso por nadie.-acarició mi rostro.-Te ves muy cansada todavía. Dormí.

-No quiero dormir más. Sólo quedémonos acá.

-¿Hasta que el mundo deje de estar patas para arriba?-asentí y rió bajito.- Sabes que sos lo más hermoso que tengo, ¿no? Que no te cambiaría por nadie. Saltaría por vos aunque te cayeras al agua ocho veces seguidas.

-Tenía miedo de que no me encontraras. Estaba intentando volver pero ya no podía decir ni mi nombre. Pero sabía que me estabas buscando.

-Si no te hubiera encontrado, seguiría buscando con o sin él. ¿Sabes? No le dijo nada de esto a mamá.

-No quiere que ella pida la custodia completa. No puede perder a la luz de sus ojos.-suspiré.- Él lo da todo por vos, Freddie.

Él se removió un poco y me abrazó con más fuerza. Sabía que había algo que no estaba diciéndome.

-Dejé el equipo.-musitó.

-¿Qué?-pregunté.

-Que dejé el equipo. Todavía no se lo dije. Dejé el equipo y no voy a volver hasta que él sea el padre que mereces.

-Freddie...

-No. Ni lo intentes. Estoy cansado de verte sonreír y saber que estás triste, que te es casi imposible estar cerca de él por cómo te sentís. Aquel partido antes del campamento... Pude sentir como te emocionabas, te sentías tan feliz. Me volteé a verte y tu hombro apenas rozaba su brazo. Estabas tan contenta por eso sólo. Sólo me imagino lo feliz que serías si él te abrazara al menos una vez. No voy a permitir que te prives de eso.

-No puedo permitir que dejes el equipo por eso, Freddie. Todo está bien. Siempre fue así. No quiero que dejes el equipo.

-No va a hacerlo.-dijo papá con el semblante serio, apareciendo en la puerta.- Ya mismo estoy llamando para arreglar tu error.

-¿Por qué no llamas también a mamá para ver cómo arreglar el error de esa noche?-preguntó con un veneno impropio de él. Papá volvió a aparecer intentando encontrar una respuesta. No consideraba a Freddie un error, sólo a mi.- ¿Sabes? Está en todos lados. Tantos años fingiendo que no lo sabía.-suspiró y tomó mi teléfono.-Pero verlo en este historial... Ver como ella se mata cada día reviviendo que es un simple error, ya no me va más. Acá el que tiene el problema sos vos. Voy a llamar a mamá para que vuelva, porque no quiero a mi hermana bajo el mismo techo que vos.

EscondidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora