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Papá y Freddie peleaban a los gritos abajo. Mi teléfono sonó, era mamá. Indecisa, atendí.
-¿Hola?-pregunté.
-Darcy.-dijo aliviada.-Hija, ¿estás bien? ¿Qué son esos gritos?
-Papá y Freddie están peleando.-susurré.
-¿Qué?-preguntó confundida.
-Freddie dejó el equipo.-dije.
-Hija, decime qué pasa. Acabo de recibir una nota de ayer y...
-Mami, quiero volver al campamento.
-¿Qué?¿Por qué?
-Si vos no podes volver a casa, quiero ir al campamento o a otro lado.
-Pasame a tu papá.-pidió.
- No puedo. Él está peleando con Freddie.
-Hija, decile que soy yo.
-Si me levanto va a sangrar y Freddie está asustado. Creo...
La puerta se abrió de golpe y mi hermano me miró antes de tomar el teléfono.
-Volvé a casa.-pidió.-Volvé y sacanos de acá. Él volvió a meter a Darcy en el hospital. Yo tenía el partido y no podía faltar. No se quedó con ella y Darcy se fue. La encontramos a las cuatro de la mañana. Estaba perdida, sangrando y llorando. Él le gritó que subiera al auto pero ella no podía hacerlo. Le gritó y ella se presionó la herida hasta desmayarse del dolor para complacerlo. Mamá, sacanos de acá.
Freddie cortó y se sentó junto a mi. Secó las lágrimas que no siquiera sabía que había derramado. Con cuidado, me levantó y comenzó a bajar las escaleras.
-Prometeme que si te duele vas a decirlo.-lo miré y acune su mejilla.
-Lo prometo.
-Volvé a acostarla. Vas a lastimarla.-advirtió papá.
-Todos acá sabemos que eso no te importa. Mamá va a tener nuestra custodia y no vas a volver a vernos.
- Pensé que querías un padre para tu hermana.
-Si. Frank es un padre excelente.-se limitó a decir Freddie.
Avanzó fuera y distinguí al hombre de los cabellos oscuros. Mi hermano me pasó a sus brazos sin problema alguno y pude ver como el ceño fruncido de papá de marcaba más y más.
-Hola. Me enteré que ayer asustaste mucho a tu hermano.-dijo él.-Veo que no entendiste que estabas castigada por lo del auto.
-¿Vas a llevarnos a casa?-el asintió y recosté la cabeza en su pecho.-¿Vos sos el novio misterioso de mamá?
-Yo voy a ser tu papá a partir de ahora.-susurró él.
- No. Yo soy su papá. El de los dos. Son mis hijos.-dijo furioso y con humedad en los ojos.-¡Son mis hijos!
-Hasta dónde yo sé, sólo tenes un hijo. Darcy no está en ningún lugar relacionado con vos. Pero no te preocupes, yo voy a darle todo lo que no pudiste. Creo que voy a empezar con un feliz cumpleaños.- me miró y sonreí suavemente.
-Ahora estoy vieja.
-Muy muy vieja.-se burló él, besando mi frente y alejándose de Louis Tomlinson.
Sin importar cuánto gritara o amenazara, ni Frank ni Freddie detuvieron su paso hasta llegar a la casa.
-Ahora, Freddie voy a buscar a su mamá al aeropuerto, ¿podrías cuidar a tu hermana?
Mi hermano asintió y me llevó arriba. Todo parecía sentirse mejor ahora. Quiso meterme en mi cuarto pero señalé el de él y rió.
-Tenemos que esperar a media noche.-dijo ella.
-Y ahí vamos a poder decirlo.
Hacia doce años que esperábamos hasta las doce para desearnos feliz cumpleaños. Sonreí al recordarlo y me junté más a él. Recuerdo que antes de los diez peleábamos todo el rato. No nos aguantábamos. Entonces él empezó a jugar y las cosas con papá empeoraron. Nunca volvió a apartarse de mi y lo agradecía.
-¿Te sentís mejor?-asentí y escuché los pasos en la escalera.- No otra vez.
-Chicos.-dijo papá entrando al cuarto con lágrimas en los ojos.-Por favor, no lo hagan. Dijimos que...
-Andate.-pidió Freddie.-Estoy ocupado cuidándola a ella.
-Freddie.-dije con la voz entrecortada.-Te estás volviendo él.
-¿Qué?-preguntó asustado.
-Dijo lo mismo esa vez que te enfermaste.
- No soy él.-dijo abrazándome con fuerza.-Tranquila. Nunca te lastimaría así.
-Yo no quería lastimarla.-dijo papá de rodillas junto a la cama.- Por favor. Darcy, nena, lo siento tanto.
-Eso no alcanza, papá.-dijo Freddie, ocultando mi cabeza en su pecho.- Darcy está cansada de las palabras. ¿No lo ves? Ella está cansada.
- La solución no es escapar.
-Ella no está escapando. Yo la estoy alejando de vos. Yo no te quiero cerca. Dejala. No quiero que vuelva a llorar. Ya no quiero verla llorar por un padre que ni siquiera se acuerda de ella. Todo te importa más que ella.-dolió, demasiado. La cabeza de Freddie negó y ajustó sus brazos.- Ama cantar. Es lo que más le gusta y ahora no quiere hacerlo porque las únicas dos veces que reparaste en ella le dijiste que lo había hecho mal. Y no era cierto. No quiere cantar porque se atrevió a hacerlo por vos y ahora hasta eso le duele. Es tu culpa. Todo esto es tu culpa.

-Ella está...

-Si. Ella está llorando. Bien. Lo hiciste otra vez. No hay un sólo día que no llore por tu culpa. Cada noche... Si los dos nos estuviéramos ahogando mamá buscaría la forma de sacarnos a los dos, papá salvaría a Freddie, todos salvarían a Freddie y me olvidarían. Freddie me salvaría y yo haría lo mismo por él. Eso es lo que ella se repite cada mañana, tarde y noche. Y todo es culpa tuya.
-Bebita, mirame.-pidió y negué, sintiendo como Freddie retrocedía más en la cama.
-Quiero que te vayas. Por favor. Sólo andate.-supliqué en susurros.-Freddie, pedile que se vaya.
Sentí su mano presionando mi hombro antes de irse sin decir nada más. Nadie renuncia tan fácil a alguien que realmente ama.

EscondidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora