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Cuando dieron las diez y mamá se fue, Frank se sentó junto a mi en la sala y pasó su brazo sobre mis hombros.
-La comida ya está lista.-susurró.-¿Estás segura de esto?-negué y bajé la mirada.-No voy a dejarte sola. Estoy acá.
Me recosté en su pecho y él siguió leyendo mientras el tiempo pasaba. Las once campanadas sonaron y el timbre seguía sin soñar.
-Tenemos que comer algo.-dijo al fin, cerrando el libro con una molestia que parecía querer ocultar sin éxito alguno.-Arriba, Darcy.
-No tengo hambre.-dije y me apresuré escaleras arriba.
-Darcy...-dijo él y entró al cuarto.-Linda, él no merece esas lágrimas.-se acostó detrás mío y me rodeó con ambos brazos.-No llores, preciosa. No llores por él. Vamos a cenar nosotros, juntos.
Tomé su mano y me junte más a él. No entendía por qué papá había dicho que vendría si no iba a ser así. Frank besó mi cabeza una y otra y otra vez.
-Te hice pastas.-dijo en un susurro.-Me enteré por ahí que son tus favoritas y que a veces las usas de sombrero.-solté una pequeña risita y volteé hacia él, enterrandome en su pecho.-Vamos a comer, bebita hermosa. No vas a dejarme comiendo sólo, ¿no?-negué y dejé que besarla mi frente.-Es probable que ellos de queden a dormir en el centro en la cada de tu tía. La noche es nuestra. Podemos poner una película, comer un rico chocolate y quedarnos en el sillón con muchas mantas, bien calentitos.
-¿Puedo llamar a Freddie antes?
-Claro que si.-dijo él.-Voy poniendo la mesa.

Desperté con el sonido del timbre sonando una y otra vez. Apagué el televisor y miré a Frank. Sus brazos me apresaron y entreabrio los ojos con aparente pesadez.
-Yo voy.-dijo él. Un trueno rompió el silencio y me aferré a él al instante.-Tranquila.-el timbre volvió a sonar una y otra vez con insistencia.-Ya vuelvo.
-No.-lloriqueé.-No quiero. Tengo miedo.-sus brazos se ajustaron.
-Tenemos que abrir.-me colgué de él y besó mi frente antes de levantarse. Otro sueno retumbó.-Todo está bien. Nada malo está pasando.
La luz se cortó al momento que él abría la puerta y cerré los ojos con fuerza.
-Ya es muy tarde. -dijo Frank.-Andá a casa y dejá de lastimar a tus hijos.
-Por favor. El auto... La grúa se lo llevó. No tengo forma de volver.
Al siguiente trueno ya no parecía soportarlo más. Mis puños se cerraron en torno a su camisa mientras intentaba ignorar que la casa estaba sumida en una aterradora oscuridad.
-Pasa.-bufo y volvió al sofá.-No puedo creer que la hayas despertado. Ahora no va a dormirse. Está asustada.
-Freddie est...-recordé que él no estaba.-No está.-dije alarmada y, sin quererlo, comencé a llorar.- Freddie...
-Ey, ey.-susurró Frank meciendome.-Él está bien y vos estás bien. Nada va a pasar. No voy a dejar que nada pase. ¿Confias en mi?-asentí contra su cuello.-Vamos a volver al sillón y nada malo va a pasar.
Y así lo hicimos. La luz no regresaba y nadie decía nada. Una mano tomó la mis y supe que no era la de Frank. La retiré y oculté entre mi cuerpo y el de Frank.
-Dijiste que ibas a venir.-musité.-Creí que hablabas en serio.
-El auto se quedó y la grúa no llegaba. No pensé que tardaría tanto. No lo pensé.
-Esa vez que Freddie tenía el partido y se nos quedó, no llamaste a la grúa. Bajamos y caminamos. Pero yo no soy Freddie.-suspiré.-¿Podemos ir arriba?
-Si.-dijo Frank besando mi frente.-Vos quédate acá. Tenes mantas por su tenes frío.
-Hija...
-Yo ya no quiero ser tu hija nunca más.-susurré y Frank me tomó con más fuerza.- De todos modos, no perdiste a Freddie. Él va a volver. Después de todo, siempre fuiste el padre que queríamos cuando se trataba de él.
No dijo nada más y nosotros nos metimos en el cuarto de mamá. Frank me dejó en la cama y cerró la puerta antes de acostarse a mi lado y cubrirme con las sábanas. Sus manos se deslizaban silenciosas por mi espalda mientras la lluvia golpeaba el cristal con fuerza.
-Si perdieras la memoria, reconstruiria tus recuerdos en torno a un mundo en el que yo soy tu papá y él jamás te hizo daño.-musitó.-Te daría todo lo que mereces.
No dije nada. Fingí dormir mientras él comenzaba a tararear canciones. Me acomodé en su pecho y ahí me quedé, deseando lo mismo que él.

Despertamos cuando otras dos personas se subieron en la cama. Mamá besó a Frank y Freddie besó mi mejilla.
-Los extrañamos.-dijo mamá.
-Y nosotros a ustedes. ¿Ya volvió la luz? No pude revisar anoche. Darcy estaba asustada.
-Lo sé.-dijo Freddie con sus ojos clavados en mi.-Estaba aterrada anoche.
-Te extrañé.-susurré tendiéndole ambos brazos.
-¿Cómo está esa herida?-preguntó a la vez que acariciaba mi espalda.
-Hoy hay que ir para que me saquen los puntos. Creo que ya estoy mucho mejor.
-Ya era hora.-sonrió.-Pero todavía tenes que tener cuidado. Mirame.-obedecí.-Quiero que tengas cuidado.
-Freddie también se asustó anoche.-dijo mamá.-Quería volver porque estabas asustada.
-El teléfono no servía.-dijo él.
-Estaba con Frank. Nada iba a pasar.
-Pero papá estaba durmiendo en el sillón.-dijo él.-No voy a preguntar por qué. Sólo quiero que me digas...
-Todo está bien.-dije con mi mano en su mejilla.-Es hora de desayunar ahora.
Los dos bajamos y nos apresurados para preparar todo. Lo miré de reojo y supe que papá estaba detrás nuestro.
-Ayer vimos Zootopia.-dije y Freddie me miró divertido.
-Adivino, te sabías todos los diálogos.-asentí y él rió aún más, olvidando la presencia de papá.-Tenes un serio problema.
-Frank compró chocolate. Y comimos pastas. Fue divertido.
Él me rodeó con ambos brazos por la espalda y dejó un besó en mi hombro mientras yo terminaba el café para todos. Puse mi mano sobre la suya y suspiré antes de voltearme y abrazarlo con fuerza. Los brazos de él se tensaron al instante y cubrió mis oídos.
-Cochinos.-rió bajito.-Creo que mejor bajo tu ropa y vamos a dar una vuelta.
-¿Que va a pasar si ellos tienen un bebé?¿Se van a olvidar de nosotros?-él negó y besó mi frente.-Yo creo que sí.
-Nadie va a olvidarse de vos.-suspiré y me aparté.-¿Qué?
-Sé que anoche no fuiste a hacer un trámite. Sé que mamá y vos fueron a cenar a la casa de tu novia. Sé que ella está embarazada.
-Darcy.-susurró avanzando un paso hacia mí.
-Anoche el que estaba aterrado eras vos. Te lo dije, ahora sos como él.
Subí a cambiarme y, al bajar, me apresuré a una moto oculta en el fondo del garage. Sabía que todo era cierto. Sabía que nada cambiaría que las cosas fueran de ese modo. Sabía que había llegado la hora de sacarme los puntos y estaba sola en eso.

EscondidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora