Desperté entre los brazos de mi hermano y me removí con suavidad.
-Darcy.- se quejó.
-Me molesta, Freddie.- murmuré y volví a moverme.
-Shh.-susurró, llevando su mano a la venda.- Acomodate bien.-obedecí y él besó mi cabeza.-¿Mejor?-asentí y volví a cerrar mis ojos.- Ya vas a ver qué te vas a mejorar.
-¿Cómo está tu mano?
-Muy bien. Ahora dormí, Darcy. Es muy temprano todavía.
Me junte más a él pero no pude dormir. Pequeñas puntadas me atravesaban la herida. Volví a moverme y él entrlazó sus dedos a los míos sin dejar de abrazarme.
-Darcy.-se quejó.
-Freddie, me duele.-lloriqueé.
-Si no te quedas quieta es obvio que va a dolerte.
-Voy a irme.-resolví.
- No. No te vayas. Es temprano y mamá está durmiendo. Quedate acá.
-Pero me duele.
-Vamos a encontrar la forma.
Se sentó y me ayudó a buscar la posición justa. Al encontrarla, se acostó a mi lado y besó mi cabeza una y otra vez
-Ahora sí.-dijo y asentí.-Son sólo unos días más. Sé que ya estás cansada de todo esto pero ya se va a pasar. Sólo tenes que curarte.
-Me gusta estar enferma porque, de golpe, existo.-confesé.
-Siempre existís, Darcy.
- No. Eran contadas las veces que papá me había hablado directamente. Ni que hablar de abandonar algo por mi. Esas cosas te suelen pasar a vos, no a mi. Me gusta que pasen.
-Voy a hacer que pasen aunque no estés enferma.-dijo, acariciando mi rostro con suavidad.
-¿Sabes? Si los dos nos estuviéramos ahogando, la gente saltaría a salvarte.-vi el reproche, sabía que él odiaba que lo mencionara.- Pero me gusta saber que vos saltarías por mi.
-Yo voy a todos lados por vos.-dijo.- Sos parte de mi y yo soy parte de vos. Nunca te abandonaría, hermanita.
-¿Ya están despiertos los dos amores de mi vida?-preguntó mamá, parándose en la puerta del cuarto.
-Buenos días, ma.-dijimos a la vez y nos miramos antes de reír.
¿Qué haría sin Freddie a mi lado cada mañana?Cuando papá pasó por mi hermano, yo sólo permanecí tendida en la cama, con la cabeza echada hacia atrás y la manos sobre la herida. Dolía mucho y no sabía por qué.
-¿Y Darcy?-lo escuché preguntar.
Me apresuré a ponerme de lado, taparme y cerrar los ojos con fuerza, respirando lenta y profundamente.
-Está durmiendo.- dijo mi hermano.-En mi cuarto.
-¿Todavía?
Escuché los pasos en la escalera y fingí dormir, aunque las lágrimas se me caían contra mi voluntad. La puerta se abrió pero no pude fingir.
-Hija.- dijo papá, sentándose a mi lado y tomándome el rostro.-Mi amor, ¿qué pasa?-sacó la manta y vi que sus ojos se abrían sorprendidos.-Ay, Dios. ¡Briana!-llamó.-¡Briana, arrancá en auto! Mi vida, voy a levantarte ¿si? Decime si te duele.-pasó su brazos por debajo mío y me levantó. Apreté los dientes y un pequeño grito se escapó.-Perdón. Perdoname, mi vida. Tranquila.
-¿Qué pasa?-preguntó Freddie, entrando en el cuarto.-La estás asustando. Te dolía porque te lastimaste, Darcy. Todo va a estar bien. Te lo prometo. Mirame. Papá tiene que acomodarse bien.
- No.-dijo él y lo miré al instante. Me alarmé ante su miedo.-Sólo tengo que llevarla al hospital.
-¿Papi?-pregunté sin poder evitar llorar más y más.
-Ya, princesita. Estoy con vos.
Cuando volví a abrir mis ojos, estaba en una habitación de hospital vacía. Miré las paredes desoladas y abracé mis rodillas ignorando el dolor que ello producía. Las agujas se movían cada vez más rápidamente y la puerta no se abría. Nadie me recordaba. Estaba en el lago, estaba ahogándome y nadie llegaba para salvarme. En una veloz recorrida por la habitación, mis ojos se posaron sobre mi ropa, la cual reposaba en un pequeño estante. Sin pensarlo siquiera, la tomé y, no sin gran dificultad, me vestí. Salí de la habitación como si fuera una simple visita. Mi paso era lento pero firme a la vez que respiraba profundo con la esperanza de que no se me notara la dificultad.
Al fin de cuentas, pasé desapercibida, no era hija de un famoso artista, nadie me había reconocido porque mi nacimiento parecía haberse dado entre las sombras. Yo no era absolutamente nadie. Era la primera vez que me aventuraba completamente sola por las calles de la gran ciudad. Todo parecía nuevo, increíble, desconocido. Artistas callejeros, turistas, cantidades desconocidas de acentos e idiomas resonando tras cada paso. Ancianos alimentando palomas, niños corriéndolas, bolsas de compras, risas, helados, caídas y consuelos. El centro era un lugar único e infinito en ese momento.
Entonces tuve que sentarme. Dolía demasiado dar cada paso. Podía sentir como la sangre comenzaba a descender por mi espalda y sólo agradecía tener una remera negra puesta, al menos así no alertaría a la gente a mi alrededor.
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Escondida
أدب الهواةFreddie Reign Tomlinson fue el boom del momento cuando nació. El favorito de todos, el centro del drama, aquel del que hablaban día y noche. Papá hablaba mucho de él, puede ser que por eso yo pasara desapercibida. Mi nombre es Darcy Hillary...