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Freddie pasó sus papas a mi plato y besó mi frente antes de volver a su asiento.
-Freddie, tu comida.-dijo Frank.
-Él no tiene hambre.-murmuré y miré a papá.-De todas formas, Freddie no come papas.
- Darcy...-dijo papá y yo pasé mi pollo al plato de mi hermano.-Hija, no sabía.
- Lo sé.-murmuré y volví a mirar hacia la escalera.-¿Puedo ir a buscarlo?
-Darcy, tu tío está cansado.-dijo papá y suspiré.-Vos también estás cansada.
-No.-dije.-Mamá y yo vamos a jugar después de comer.
-Darcy, creo que necesitas dormir.-dijo ella y suspiré frustrada.-Mañana vamos a jugar.
Iba a responder pero mi celular sonó y yo conocía el tono.
-Darcy.-se apresuró el tío Liam pero yo ya había atendido.
-Hola.-dijo la voz alegre al otro lado.-Mi amor, llevamos mucho sin vernos.
-¿Cómo estás?-pregunté mordiendo mis uñas.
-Estoy bien.-dijo tras un suspiro.-Mi amor, quiero verte. De verdad lo siento mucho.
-Sé que si.-murmuré y el tío Liam se cruzó de brazos furioso.-No puedo hablar ahora.
Corté rápidamente y él tendió su mano. Dejé el teléfono en ella y me dejé encerrar entre sus brazos. Volvimos a la mesa y me sentó en sus rodillas, dejando que coma mis papas en silencio.
-¿Era Connor?-preguntó mamá.
-Si.-dijo el tío y dejé que mi cabeza cayera en su pecho mientras comía.
Freddie me hacia gestos y yo lo observaba, riendo a la vez que los ojos se me volvían más pesados.
- Darcy está triste.-escuché que decía Freddie.-Tiene miedo de que no podamos ser una familia. Está muy cansada porque ya no quiere sonreír y gasta toda su energía en eso.
-Freddie...-empezó papá.
- Lo sé.-dijo con el mismo tono monótono.-Creo que necesito las pastillas.
Sentí la mano del tío en mi cabello y, tras varias repeticiones del acto, acabé por dormirme.

Al despertar, papá me rodeaba por la cintura con su brazo. Volteé en su pecho y lo miré, delineando su mejilla con suavidad antes de estirarme y sentir como él me aproximaba más a su pecho. Volví a hacerme pequeña.
-Buenos días, mi amor.-susurró con voz ronca y pasé mis brazos por su cuello, abrázandolo.
-Buen día, papi.-dije y abrió un ojo, mirándome.-Creo que va a llover hoy.
-¿Si?-preguntó con el mentón sobre mi cabeza.
-Eso creo.-dije bajando el tono y fruncí el seño con suavidad. Algo se sentía raro.
-¿Qué pasa?
-Creo que algo le pasa a Freddie.-dije y se levantó con rapidez.
Con paso lento, lo seguí. La puerta estaba cerrada. Lo oía.
-Tranquilo.-decía papá.-Ya está, tranquilo.
Mamá pasó por mi lado, sin reparar en mi y las manos de Frank me tomaron por la cintura, sacándome de ahí. Permanecí en silencio y, cuando él se distrajo, salí de la casa y me metí en una pequeña casita de juegos que estaba demasiado cerca del agua ahora que la marea estaba crecida.
Miré a la ventana de la casa, todo permanecía imperturbable. El lugar estaba vacío, salvo por el cartel que indicaba que no debían tocarse los juguetes, orden que no me costaba cumplir pies ahí no había ningún juguete.
Me hice pequeña en una esquina y comencé a sentir que el pecho me dolía. Me dolía mucho. Junté mis rodillas a este pero no se detenía. Todo había vuelto a ser como antes. Papá y mamá con Freddie y él... Esta vez no podía estar con él.
El dolor aumentaba mientras las lágrimas me arrebataban y desbordaban mis ojos sin permiso. Me sentí caer sobre la arena, aturdida en busca de aire. La visión se me nublaba y pronto no quedó nada.
Cuando desperté, la lluvia se filtraba por el pequeño techo. La marea crecía aún más, mojándome, lo que me dio la sensación de saber dónde estaban los juguetes.
Tenía frío, estaba helada. No sabía ni que hora era, el cielo estaba completamente negro. Pensé en salir pero las olas golpeaban con tanta fuerza que tuve miedo y permanecí allí. Sentía el miedo de Freddie y eso sólo me asustaba más.
No sé cuánto tiempo pasó antes de que me armara del valor necesario para intentar salir, sólo sé que las olas me llevaron hacia la pared, haciendo que me golpee una y otra vez, para volver a terminar nuevamente dentro de la casita. Estaba helada, mojada, los dientes chocaban entre sí y tenía miedo. Entonces grité lo más fuerte que pude una y otra vez, llorando, y un trueno rompió el silencio que siguió a mis pedidos de ayuda.
-¡Darcy!-escuché que gritaba papá y me asomé a la ventana. Estaba parado ahí, junto a la puerta de la casa.-¡Darcy!-dijo al verme y comencé a llorar más y más mientras él corría al lugar.
-Papá.-lloré. Llegó a la ventana y acarició mi rostro por entre las maderas.-No puedo salir.-lloré aún más.
-Darcy, estás sangrando.-dijo asustado y miró el agua.-Apartate.- me ordenó.-Voy a sacarte.
Obedecí y comenzó a patear la pared de madera vieja hasta que esta cedió y comenzó a romperse. Salí por el pequeño hueco y él me alzó con rapidez, corriendo a la casa.
-¡Liam, prepará ya un baño caliente y un botiquín!-gritó y pude ver como el tío cortaba el teléfono a toda velocidad.-Tranquila, bebita. Shh. Te voy a cuidar. Tranquila. No voy a dejar que nada te pase. Tranquila, bebita.-dijo con lágrimas en los ojos y vi que todos se acercaban.
No podía oirlos. Papá me metió en el baño y se encargó de darme un baño. Con cuidado, curó mi mejilla y mi mano y me vistió, abrigándome bien antes de bajar.
Mamá se aproximó con rapidez y me abrazó.
-¿Estás bien?-preguntó y volvió a abrazarme tras mi silencio.
Una mano tomó la mía y la presionó suavemente. Me senté junto a Freddie y él cerró su brazo en torno a mi a la vez que besaba mi frente. No dijo nada, pero no hacia falta, yo sabía que estaba más tranquilo ahora que veía que estaba bien. Lo miré y él sonrió.
-Estás en casa, Darcy.

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