Hola zorra, ¿con ganas de que empiece el nuevo curso?
Dejé los pendientes sobre la mesa de mi escritorio y cogí el móvil con ambas manos. Aquello debía de ser una broma. ¿Otro email?
¿Quién demonios me mandaba esos mensajes? ¿Quién estaba tan aburrido para mandar aquellos mensajes?
Dejé el móvil en el escritorio y seguí con la labor de ponerme los pendientes. Debía de ser alguna idiota de clase, tal vez Julianne, estaba lo bastante loca como para mandar ese tipo de mensajes a la gente, aun recuerdaba cómo reaccionó cuando perdió aquel debate en clase de filosofía. Tenía que ser completamente perfecta y no soportaba que nadie la superase en nada.
Decidí no darle demasiada importancia a los mensajes; la gente recibe mensajes SPAM a todas horas.
- Katy me voy con Luis a tomar algo, ¿te llevó al centro? -preguntó Daniel entrando en mi habitación. Un dato sobre mí, odiaba, odio y siempre odiaré que la gente entre en mi habitación sin llamar a la puerta antes, lo odio, así de simple.
- Claro, dame cinco minutos.
Cogí el eyeliner que había dejado sobre el escritorio y comencé a hacerme una fina línea sobre las pestañas. Mientras lo hacía vi en el reflejo del espejo a Dani quien se había sentado en el borde de mi cama y me miraba con atención.
Cuando acabé de maquillarme los ojos me solté la coleta y me atusé el pelo con los dedos. Mientras lo hacía miré el pelo de Daniel. Se lo cortó a comienzos de agosto y aunque estaba guapo con el pelo corto, echaba de menos aquellos ricitos castaños.
Me acerqué a él y cogí del colchón la cazadora vaquera y el pañuelo que había dejado ahí.
- No dejaré que vuelvas a cortarte el pelo -dije pasándole los dedos por el cabello-. Añoro tus ricitos.
- ¿No estoy guapo? -preguntó agarrándome con suavidad de la muñeca.
- Tu siempre estás guapo -le di un besito en los labios-. ¿Nos vamos?
- Nos vamos.
(***)
Acababa de terminarme el café que me había comprado en la cafetería que había en la entrada del centro comercial así que me dediqué a mordisquear la punta de la pajita. No era la primera vez que estaba esperando a mis amigas sentada en uno de los bancos que había frente al aparcamiento, pero eso no significaba que me gustase y que no me importase esperar.
- Buenas, forastera.
Giré la cabeza al escuchar la voz de Alicia. Seguía exactamente igual que hacía tres meses. Seguía siendo la misma chica bajita y sus ojos seguían siendo igual de verdes. Tampoco había cambiado el accesorio que siempre llevaba en la mano izquierda; su teléfono móvil.
- ¿Cuándo vas a cambiar de móvil? -le pregunté.
- ¿Para qué voy a cambiarlo? Todavía funciona -se encogió de hombros mientras comenzaba a escribir un mensaje.
- ¿Cuántos años tiene? ¿Dos?
- Sí, pero ¿qué más da? Funciona, tengo whatsapp, snapchat e instagram, no necesito nada más.
- ¿Para qué te sirve tener snapchat e instagram teniendo una cámara de tan mala calidad? -preguntó alguien detrás de ella.
Me levanté de inmediato de mi banco, y corrí a abrazar a mi buena amiga María. Estaba guapísima, como siempre, mi amiga siempre fue la chica más guapa que había conocido nunca. Había crecido aun más durante el verano, seguramente ya había pasado el metro setenta, su cuerpo era aun más esbelto que hacía unos meses; María era la envidia de todas las chicas y Carlos lo era de los chicos por salir con ella.
- ¿Me parece a mí o estás aun más rubia? -pregunté al deshacer el abrazo.
- Sí que lo estoy -exclamó sonriente-. Es completamente dorado, ¿a que es una pasada?
- Sí que lo es. ¿Te lo has teñido?
- ¡No! Claro que no, ya sabes que nunca me he planteado el teñirme, no he cambiado tanto.
- Pues no sé, también creía que nunca te harías un tatuaje y mira esto -señalé su muñeca derecha donde yacía la palabra Bella-. Además, ¿Bella? ¿En serio?
- No es real, es henna. Y sí, Bella, pero es por el cuento, no me consideres tan egocéntrica.
- ¿Vamos a entrar o vamos a quedarnos aquí hablando? -preguntó Alicia interviniendo en la conversación-. Tengo que comprarme vaqueros.
Comprar vaqueros se convirtió en un auténtico dilema, que si tenía la cintura alta, que si me quedaban largos, que si no eran lo suficientemente oscuros... A veces comprar con amigas puede llegar a ser exasperante.
Cuando Alicia por fin encontró unos vaqueros que le gustaban en ZARA, decidimos irnos a la cafetería. Mis amigas pidieron dos cafés, yo ya me había tomado uno así que me pedí un helado de chocolate.
- Hay que ver cómo zampas -dijo alguien arrebatándome la tarrina de las manos. Me giré y fulminé al chico de cabellos rizados.
- Carlos, dame el helado.
- Luego no entrarás en los pantalones.
- Por suerte el helado no juzga la talla de ropa -le arrebaté mi helado-. ¿Por qué no molestas a tu novia?
- Me encantaría pero ella nunca compra cosas ricas - se sentó al lado de María y le besó la mejilla. Ésta cogió el terrón de azúcar que le dieron junto al café y se lo dio a su novio que no tardó en metérselo en la boca-. ¿Por qué nunca comes cosas ricas?
- Lo hago, el problema es que yo considero que el brócoli y las espinacas son cosas muy ricas y puedo vivir a base de ellas.
- ¿Os parece normal? -nos preguntó a Alicia y a mí.
- No -respondimos las dos al unísono antes de echarnos a reír-. ¿Has venido solo?
- No, que va, mi amigo se ha quedado pagando. Yo os he visto y he salido. Mira -me guiño un ojo y luego miró hacia la puerta de la tienda Spriengfield.
Dejé la tarrina de helado sobre la mesa y me levanté de golpe. Comencé a correr como si mi vida dependiera de ello en dirección a la tienda.
En cuanto sus brazos me rodearon sentí lo que llevaba queriendo sentir desde que llegué; estaba en casa.
- Voy a pensar que esto significa que me has echado de menos.
- Por supuesto que te he echado de menos -me puse de puntillas y besé la mejilla de mi mejor amigo.
Me aparté y lo miré de arriba abajo.
- ¿Estoy muy diferente? -preguntó mientras se giraba lentamente.
- Estás guapísimo. Te queda genial el pelo largo, Daniel es tan tonto que se lo ha cortado.
- Entonces, ¿ahora yo estoy más guapo que Daniel? -me miró arqueando una ceja.
- Si te soy sincera tu siempre estás más guapo que Daniel, pero no le des demasiada importancia al comentario que luego tienes el ego por las nubes.
- Vale, me guardo el ego para mí -me sonrió ampliamente-. Tú también estás muy guapa, aunque has adelgazado mucho, ¿has dejado de comer o qué pasa?
- No, claro que no, es que he tenido un verano muy movidito.
- Ya, ya, si eso ya lo sé. ¿Vendrás esta noche a Fanny?
- No lo sé, estoy muy cansada, aun no me he recuperado del verano que he tenido.
- ¡Vamos! Será la última juerga antes de empezar las clases, no te lo puedes perder. Que venga Daniel, creo que Alicia va a traer a Luis.
- Bueno, me lo pensaré.
- ¡Genial! -me agarró dela cintura y me levantó en volandas-. Eso significa que sí. ¡Genial!
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Te amaré, eternamente
RomanceTercera parte de la novela Enamorada de mi hermanastro. © Todos los derechos reservados. Esta totalmente prohibida la copia o adaptación de la historia. En caso de plagio, se tomarán medidas legales de manera inmediata. Al igual que todas mis d...