El primer día de clase siempre había sido muy contradictorio para mí. Por una parte odiaba el hecho de que las vacaciones hubiesen acabado y que tuviésemos que volver a clase, pero por otra parte, siempre había visto los comienzos de curso como nuevas oportunidades. Una nueva oportunidad de esforzarse más, de estudiar más, de hacer las cosas mejor que el año pasado...
Me sentía optimista respecto a aquel año. Lo había arreglado todo con mi madre, tenía un novio genial y unos amigos inmejorables; estaba convencida de que aquel sería un año inolvidable.
- Kat -me llamó la atención mi novio chasqueando los dedos frente mi cara-. ¿Dónde tienes la cabeza? Ya hemos llegado.
Miré por la ventanilla del coche y vi mi instituto; admito que al verlo aquel optimismo bajó un diez por ciento. Siempre me pasaba lo mismo, llegaba a clase con optimismo y al recordar el trabajo duro y el estrés me deprimía.
- Estaba en mi mundo -respondí soltándome el cinturón de seguridad-. ¿Me has llamado Kat?
- Pues sí, ¿te molesta?
- No, es que creo que nunca me habían llamado así -alargué mi brazo hacia atrás y cogí mi bolso. Aquel día solo tendríamos la presentación del curso así que no necesitaría nada más que un cuaderno y un bolígrafo-. ¿A qué hora voy a tu facultad?
- No hace falta, ya iré a casa y nos iremos juntos.
- No vamos a hacer un viaje extra pudiendo ir yo a tu facultad. A Raúl no le importará llevarme. Además, si voy a casa acabaré picoteando.
- Está bien, supongo que acabaremos para la una.
- Bien, pues ahí estaré -le di un besito en los labios-. Hasta luego.
Salí del coche y entré en el establecimiento. Lo malo de estar en último curso era que te pasaban al segundo piso, así que tendría que subir y bajar escaleras todos los días.
Me dirigía mi nueva taquilla. Tampoco tenía nada de especial, era una simple taquilla. Pero agradecí que estuviera en el centro, no me gustaban las taquillas que quedaban en las esquinas; manías mías.
- ¿Qué número te ha tocado?
Me giré y me encontré con Raúl que tenía apoyada la espalda sobre el cristal de una de las ventanas que daban al patio trasero de nuestro instituto.
- 209 -dije enseñándole el papel que me habían dado en secretaría-. ¿Cuál es el tuyo? -me sonrió de lado y me enseñó su papel; 207-. ¡Genial! Por fin tengo mi taquilla cerca de un amigo.
- Sí, y nada menos que tu mejor amigo -se me acercó y apoyó su hombro izquierdo en su taquilla; aquel gesto ya se había convertido en la marca personal de Raúl.
- Oye, mejor amigo, ¿podrías llevarme luego a la facultad de Daniel? Acaban más tarde que nosotros y vamos a ir a comer juntos.
- ¿Dónde?
- No sé el nombre del sitio, pero está en el centro y creo que me dijo que era italiano.
- ¿Italiano y en el centro? -frunció el ceño-. Fíjate si trabaja una chica llamada Alessandra.
- ¿Cómo es?
- Morena, guapísima y si es la que yo conozco, probablemente estará gridando in italiano.
- ¿Acabas de hablarme en italiano?
- Proprio così, la verità è che è molto più facile di quanto sembri.
- ¡¿Qué?! -mi amigo soltó una carcajada-. ¿Desde cuándo sabes hablar italiano?
- Llevaré más de dos años.
ESTÁS LEYENDO
Te amaré, eternamente
RomanceTercera parte de la novela Enamorada de mi hermanastro. © Todos los derechos reservados. Esta totalmente prohibida la copia o adaptación de la historia. En caso de plagio, se tomarán medidas legales de manera inmediata. Al igual que todas mis d...