— ¡Tengo las mejores noticias del mundo! –les dije a mis amigos en cuanto entré en el aula de matemáticas.
— Si es lo del profesor Brown, llegas tarde, todo el mundo lo sabe –dijo Raúl con indiferencia; ¿y a ese qué le pasaba?
— ¡Eh! Yo no sé nada del profesor Brown, ¿qué pasa con él? –preguntó María.
— Pues...
— ¡Se lo digo yo! –interrumpí a mi amigo y este se encogió de hombros-. Resulta que sí se jubila, y se jubila ya.
— ¿Qué? ¿Cómo que ya? ¿Cuánto es ya exactamente?
— Para enero ya se habrá ido.
— ¿Enero? ¿Me estás vacilando? Estamos en octubre, quedan meses para que llegue enero.
— ¿Prefieres que se vaya en enero o que no se vaya? –le preguntó mi mejor amigo secamente; definitivamente, le pasaba algo.
— Raúl, ¿estás bien? –le pregunté.
— Sí, claro.
— Señorita Holmes, haga el favor de sentarse –oí como decía el profesor Brown que acababa de entrar en clase.
Me senté en mi sitio habitual, y pronto sentí como María se inclinaba hacia delante.
— La espera merecerá la pena. Aguantaré estos meses como sea –susurró.
— Con un poco de suerte el nuevo será, como tu dijiste, majísimo y estará buenísimo.
— ¿Y qué si es guapísimo? Las dos tenéis novio.
— Tanto como novio... –oí murmurar a mi amiga.
— ¿Qué? –le pregunté inmediatamente.
— ¡Basta! –exclamó el profesor mirando hacia nuestra zona.
— Luego te cuento –fue lo último que me dijo mi amiga.
De verdad que todos íbamos a hacer todo lo posible por aguantar aquellos meses. Realmente la espera merecía la pena, y desde luego, el nuevo no podía ser peor que el profesor Brown; era simplemente imposible. Ya tenía ganas de saber cómo sería el nuevo.
(***)
— ¿Estás segura? –le pregunté a María.
— ¿Le ves alguna otra explicación? –dijo tranquilamente mientras le quitaba la tapa a su fiambrera en la que llevaba una ensalada de espinacas y fresa; jamás en la vida había conocido a alguien que comiese tan sano, y encima, porque le gustaba y no para mantenerse en forma o para adelgazar.
— Alguna explicación tiene que haber, es Alicia. Y él Carlos. No puede ser, simplemente no me lo creo.
— Todo encaja. Los fines de semana que él pasa con su primo, ella que se queda en casa estudiando...
— ¿Por qué va a ser eso mentira? Yo sí me creo que se quede en casa estudiando.
— A Alicia jamás le han importando tanto los estudios.
— Es nuestro último curso, es normal que intente aplicarse más. Mira, no me lo creo. Alicia es tu mejor amiga, y Carlos tu novio, tu novio con el que llevas más de dos años saliendo. No me lo creo.
— Pues yo sí, creo que es verdad, y lo mejor es que lo asuma cuanto antes.
— ¿Y por qué dices todo esto con tanta tranquilidad? ¿Por qué parece que no te afecta?
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Te amaré, eternamente
RomansaTercera parte de la novela Enamorada de mi hermanastro. © Todos los derechos reservados. Esta totalmente prohibida la copia o adaptación de la historia. En caso de plagio, se tomarán medidas legales de manera inmediata. Al igual que todas mis d...