San Agustín dijo "Dios lo que más odia después del pecado es la tristeza, porque nos predispone al pecado". Puede que el deseo carnal sea pecado, pero era la misma tristeza de no poder tener a Daniel lo que me llevó a pecar.
Fue el día 27 de diciembre. Daniel y yo habíamos ido al cine juntos. Resultó que iban a volver a dar Moulin Rouge en los cines por un tiempo limitado así que compré un par de entradas para que fuésemos juntos, ya que aquella siempre había sido su película favorita. Claramente, había comprado las entradas antes de que Diana me obligara a romper con él, pero decidí darle igualmente las entradas, y cuando me pidió que lo acompañara, ni siquiera me lo planteé. Lo echaba de menos, lo extrañaba a rabiar, y decidí que por un día dejaría de pensar y preocuparme por todo. Diana ya había conseguido lo que quería, había roto con él. Había renunciado al amor de mi vida para proteger a aquellos a los que más amaba en aquel mundo, pero por aquel 27 de diciembre, me olvidé de todo y simplemente sucumbí ante el pecado.
Era aquella maldita canción, Come What May. Como había dicho Kurt en la serie americana Glee, no había un acto de amor más intimo que cantar aquella canción con alguien, incluso más íntimo que hacer el amor. Y era cierto, no soporté aquella canción, no pude resistirlo. No pude, ni quise.
— Te quiero -le dije antes de que Ewan Mcgregor pudiese acabar de cantar con su preciosa voz.
Él se giró, y me dijo que también me quería mientras me agarraba por la nuca. Acercó su rostro al mío y besó mi frente para después abrazarme con fuerza. Y por un momento, pensé que me daba igual arriesgarlo todo, pensé que Diana podía hacer lo que le diera la gana, pues yo iba a hacer lo mismo.
Rob nos pilló desnudos en la cama de Dani, entre todas aquellas mantas revueltas. Y me dio lo mismo. ¡Maldita sea! Me daba lo mismo cualquier cosa que pudiese pasar. ¿Por qué demonios no podía ser feliz? ¿Por qué iba a permitir que aquella idiota se saliese con la suya?
— ¿Por qué rompiste conmigo? -preguntó besando mi hombro desnudo.
— Porque te engañé. No puedo volver contigo, no después de aquello.
— Mientes -agarró un mechón de pelo y comenzó a jugar con él. Siempre cogía el mismo mechón, o al menos él decía reconocer aquel mechón, e incluso, por muy estúpido que suene, le puso nombre "tatu".
— No miento.
— Lo haces, sé cuando mientes. Sé que no me engañaste con nadie, ni lo has hecho ni lo harás, por la misma razón por la que yo nunca lo haré. Porque come what may, i will love you until my dying day.
— No me hagas esto, por favor, te lo suplico. No puedo volver contigo.
— ¿Por qué? Dime por qué y lo podremos solucionar.
— No puedo.
— Al menos quédate con el regalo.
— No, no puedo. No puedo ni me lo merezco.
— Te amo, te lo he dicho mil veces y te lo diré otras mil, te amo y no puedes hacer nada para que eje de hacerlo -agarró mis mejillas entre sus grandes manos e hizo que lo mirara a los ojos-. Ese anillo es tuyo. Puede que hayas roto conmigo pero esto no se ha acabado, a mis ojos, sigues siendo mi prometida. Y no sé qué ha pasado pero lo averiguaré y lo arreglaré.
— Te lo suplico, no lo hagas -le rogué-. Por favor, déjalo estar.
— ¿Cómo puedes pedirme eso?
— Porque te quiero, porque come what may, i will always love you until my dying day.
07 de enero
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Te amaré, eternamente
RomanceTercera parte de la novela Enamorada de mi hermanastro. © Todos los derechos reservados. Esta totalmente prohibida la copia o adaptación de la historia. En caso de plagio, se tomarán medidas legales de manera inmediata. Al igual que todas mis d...