Capítulo 21: Asesina

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— Hey, ¿estás bien? -me preguntó Lobezno-. ¿Qué haces aquí? -preguntó al verme sentada a la mitad de las escaleras entre el primer piso y la planta baja. 

— Esconderme.

— Entiendo que Daniel ande escondiéndose, pero ¿por qué lo haces tu? -Oliver se sentó a mi lado y me quitó la bebida que tenía entre mis manos para darle un trago.

— Prefiero no hablar del motivo dado que es tu hermana. 

— Tranquila, di lo que quieres de ella. Seguro que habré oído cosas peores. 

— ¿Sois mellizos? Porque sé que Diana tiene la edad de Daniel y creía que tu también. 

— Tengo la misma edad, pero no somos mellizos. Mis padres murieron en un accidente de coche cuando era un bebé. Los padres de Di me adoptaron. 

— Lo siento por lo de tus padres. Mi padre también murió. 

— Lo sé, Daniel me lo dijo. Un camión, ¿verdad?

— Sí, se saltó un semáforo y se lo llevó por delante -Oliver puso una mano sobre mi hombro derecho.

— Bueno, en lo referente a mi hermana, te diré la verdad, te odia, bueno, no te odia, pero tampoco te tiene mucha afecto que digamos. Pero es lo normal teniendo en cuenta lo que pasó con Daniel. Pero tranquila, es inofensiva. 

— ¿Tu crees?

— Oye, que tampoco es una asesina -rió-. No te soporta pero tampoco va a intentar matarte. 

— ¿Seguro? -murmuré. 

— ¿Eh? ¿Vas en serio? -me agarró de la barbilla y me hizo mirarlo a los ojos-. Eh, que es mi hermana, sé que no es la mejor persona del mundo y a veces se pone un poco paranoica, pero no te hará nada. 

— ¿Perro ladrador poco mordedor?

— Supongo que si -se incorporó y se agachó colocando sus manos en mis rodillas-. Aunque a mí en lo personal nunca me ha importado mucho lo de morder, ni tampoco que me muerdan -sonrió de lado y me guiñó un ojo-. Mueve tu culo y diviértete. 

— Lo mismo digo -me levanté agarrándome a la mano que el castaño me ofreció-. Y tal vez Daniel tenga razón, si ese chico te está haciéndolo pasar mal tal vez deberías de hacer algo al respecto. 

— Lo haría, pero me tiene totalmente pillado -se encogió de hombros-. Tampoco quiero presionarlo a que salga del armario ya, yo no lo hice hasta los dieciséis. 

— ¿Y cuántos tiene?

— Diecisiete -se mordió el labio-. Pero si lo conocieses lo entenderías -rió-. Es un encanto.

— ¿Es guapo?

— Guapísimo, y está... -soltó un suspiro. Oliver metió la mano en el bolsillo trasero de su pantalón y leyó el mensaje que le acababa de llegar-. No puede ser, parece ser que al final va a venir -sonrió ampliamente-. Tal vez lo podáis conocer. 

— A ver, si tengo esa suerte -le devolví la sonrisa-. Pásatelo bien. 

— Descuida, lo haré. 

Oliver se dirigió a la entrada, a esperar a su chico, y yo volví a adentrarme entre la gente. Ya no había tanta gente como hacía un par de horas, pero la gente que quedaba estaba totalmente fuera de control, cosa perfectamente normal viendo las cantidades indebidas de alcohol que se habían comprado para aquella fiesta. 

Decidí buscar a Daniel. Raúl y Rose se habían ido hacía rato. Rose no se encontraba muy bien, Raúl ya me había dicho que no estaba acostumbrada a beber y que no le sentaba demasiado bien. Así que la acompañó al coche de su hermana, la cual había venido de visita durante el fin de semana, y la llevó a casa para luego irse él a la suya. 

Te amaré, eternamenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora