Caminaron por una pradera durante varias horas. El frío había comenzado a pasar como filo de espada por el rostro y sus manos. Blake no podía dar la idea de quitar las cuerdas por miedo a que Yang cambiase de opinión, pero temía que la sangre de la rubia se congelara, lo único que hacía era subir sus manos al rostro y soplarlas con aire caliente para abrigarlas.
Blake: ¿Quieres descansar?
Yang: Estoy bien –tiembla un poco al hablar, su ropa no se había secado del todo y el aire helado era mal aliado de ello.
Blake la toma del brazo y continúan caminando, en frente había un monte cargado de nieve, la profundidad era grande por lo que debían hacer fuerza al avanzar. Varias veces la peli negro tuvo que tirar del brazo del tigre para ayudarle, si en algo tenía razón, era que sea lo que tuviese, la estaba debilitando poco a poco.
Yang comenzó a hacer pausas pasado una hora del trayecto, buscando aire tibio entre sus manos y tosiendo en ellas. Cuando comenzó a nevar, el viento no tardó en convertirlo en un obstáculo más para seguir adelante. El fauno optó por mirar hacia todos lados, buscando algún lugar para refugiarse de la tormenta pero no hallaba nada. Continuó jalando a la rubia por el monte, se sentía perdida y ni siquiera sabía si ya era el camino correcto. A Yang se le estaba haciendo un hueco profundo en el pecho al sentir que no podía guiar a quien tanto apreciaba, comenzaba a detestarse, el no poder protegerla, se estaba convirtiendo en tortura.
Blake logró visualizar a lo lejos un tronco viejo y cortado. Jaló a Yang hasta él y le pidió que la esperara un momento mientras se alejaba un poco para cavar cerca de este. Cada vez que metía sus manos dentro de la nieve, le ardían y pesaban, por lo que tenía que frotarlas entre sí y soplar aire caliente dentro de estas con rapidez. Todo lo hacía en segundos para entrar en calor y crear una especie de pozo que le ayudaría por el momento. Cuando vio que era accesible, ingresó y empezó a frotar el tronco con sus manos durante unos minutos hasta que logró dejarlo medianamente tibio. Dio un salto hacia arriba y ayudó a Yang a meterse dentro, colocándola al lado del tronco, la rubia instintivamente apoyó su cabeza y manos en él, frotándolas, buscando todo el calor que podía sacar en esos segundos. La espalda le ardía y la cabeza no le dejaba abrir los ojos del todo por el dolor. Blake se metió luego, quedando casi sobre la rubia.
Yang: Gracias... -tartamudea temblando.
Blake: Trata de relajarte... -pide temblando un poco. La madera se había puesto fría, por lo que volvió a llevar sus manos para frotarla.
Yang: ¿Cómo... supiste qué... hacer...?
Blake: Bueno, cavar en la nieve fue un consejo de mi abuelo. Lo demás lo hice por instinto –sonríe. Su labio inferior tiembla un poco. Debía admitir que el cuello aun le dolía muchísimo.
Yang: Eres una mujer... muy inteligente Blake... -besa su frente. Sus labios estaban helados.
La peli negro sonríe y acaricia uno de los brazos de la rubia con cariño. Ambas se quedaron hablando durante un rato hasta que la tormenta se calmó un poco y sus cuerpos estaban medianamente más cálidos. Al salir del pozo, continuaron caminando, ya con el camino visible durante una hora y media más hasta que a lo lejos pudieron visualizar a alguien que les sacó más que un alivio en suspiros. Este se acercó corriendo y abrazó a Yang con fuerza, su rostro se veía aliviado y preocupado a la vez.
Jhin: Por Dios Yang, pensé que te había pasado algo –frota los brazos de la rubia para hacerla entrar en calor.
Yang: Cómo crees eso... -le sonríe con esfuerzo.
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La Plaga -Finalizada-
Roman d'amourCuando Remmant comienza a dividirse y parece estar llegando a su fin, parece haber una oportunidad para evitarlo, aunque conlleve sacrificios. Blake y Yang deberán recorrer un camino lleno de dificultades, donde lo más importante será mantener la co...