LP2: Capítulo 3: Espíritu luchador.

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Al llegar al lugar donde había escuchado los bombardeos, Yang se adentró a la zona transformada en humano, temía que si lo hacía como tigre, las cosas irían a peor. No reconocía el pueblo pero se veía totalmente destruido. Las casas estaban prendidas fuego y había gente muerta por casi toda la zona; aún no podía acostumbrarse bien a ver este tipo de cosas por más muertes que había presenciado ya, pero tenía miedo a tener que adaptarse. Buscó por todos lados y dentro de los hogares accesibles pero no podía encontrar algo que pudiese servirle. El fuego era tan potente que ni la lluvia lograba calmarlo, había lugares que ya estaban quemados, por no decir carbonizados, pero el fuego se había apaciguado en ellos. Ingresó y nada... todo quemado. Logró ver una casa cubierta en llamas con una parte que no había sido tocada por estas y accedió con rapidez; vaciaba cualquier contenedor y abría todos los sitios donde pudiese encontrar algo para Blake.

Yang: Vamos, por favor... -susurra desesperada, revolviendo ropas y demás.

En segundos, se encontró en el suelo con un dolor de espalda muy grande y un pitido en el oído que la mareaba e impedía visualizar bien; una explosión proveniente de una de las habitaciones la había estrellado contra uno de los muros. Todo comenzó a prenderse fuego en la parte que ella se encontraba y el humo empezó a llenar sus pulmones, haciéndola toser.

Yang: No, no... -su voz estaba casi quebrada, pero se puso en pie lo más rápido que pudo y salió por una de las ventanas, sin detener el paso, continuó buscando en otra casa.

Se estaba empezando a marear y el frío comenzaba a hacerle pasar un mal momento. No podía pensar que no había solución, Blake estaba en una cueva, muy herida, sabía qué tanto y sin una buena atención médica, podía...

Yang: Todo estará bien, encontraré algo... Encontraré algo –se repetía así misma pero no podía evitar derramar unas cuantas lágrimas por la sensación de miedo que invadía su cuerpo. Esa tan dolorosa que le quitaba fuerzas.

No supo cuánto estuvo buscando, pero al no encontrar nada sólo se sentó en la pared de una de las casas quemadas, bajo la lluvia. El fuego ya se había apagado casi por completo en el pueblo. Se quedó observando el sitio por varios segundos, estaba enojada y a la vez sin fuerzas. Sintió unos pasos no muy lejos de ella, se volteó alerta aunque desganada y vio a una niña parada, observándola.

La pequeña de cabello blanco y enormes ojos azules parecía estarle diciendo cosas, pero no escuchaba nada, sólo podía ver cómo movía sus labios. Cuando la niña se volteó para caminar hacia la dirección opuesta, Yang se puso de pie con mucho esfuerzo, sujetándose el brazo que se había golpeado tras la explosión y comenzó a perseguirla, casi trotando. En un abrir y cerrar de ojos, aquello que estaba persiguiendo ya no estaba, miró por los alrededores y otro sonido la hizo voltear; allí estaba nuevamente, se giró y volvió a caminar, la rubia la siguió por la aldea, dieron varias vueltas hasta que ya no logró visualizarla, hasta que un sonido la hizo voltear hacia un local bastante roto, pero no había ingresado allí. Parecía el llanto de un bebé, pero no estaba segura. Al entrar, siguió el chillido hasta llegar a una habitación llena de humo, habían animales en jaulas que parecían haberse muerto ahogados y quemados, no le agradó nada la visión, por lo que cerró la puerta, al hacerlo, volvió a escuchar ese llanto, provenía de la habitación.

Yang sabía que si hacía eso, probablemente se encontraría con algo más que ocuparse y tenía que buscar para ver si hallaba algo, parecía ser un sitio donde cuidaban animales, podía haber algo que le sirviese. No pudo soltar el picaporte hasta soltar un suspiro pesado y volver abrir, se había vuelto más fría, pero no al punto de poder dejar un ser vivo encerrado con humo dentro. Había escombros por todos lados y una mujer muerta, la había aplastado parte del techo que se había desmoronado. Llegó a una jaula donde, al principio, veía manchas blancas, luego notó que esa mancha se movía y tenía negras también. Eran dos pequeños pandas dentro de la misma, uno de ellos mordía un poco la jaula y hacía los sonidos que había estado escuchando, el otro parecía haber muerto ya... Abrió la jaula por arriba sacó al pequeño, asegurando que el otro estuviese realmente como se veía, y sí, se había ahogado como los otros animales seguramente. Lo sostuvo en brazos y la pequeña bola de pelos, como ella lo veía, le sujetó la ropa con sus diminutas garras, aferrándose.

La Plaga -Finalizada-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora