capitulo 2

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_ Nada, me dieron el ok para una charla en Argentina, solo eso y recordaba algunas cosas de mi pasado.

*** ***

Rosita salió a comprar, Miguel le ha dicho que cuando regrese, el ya se habrá ido.

Toma un poco de agua directamente de la canilla, algo que en presencia de Rosita no haría, lo reprendería, pues dice que por la noche caminan las cucarachas por ahí.

Sale a poner en marcha el auto, un Peugeot bordó, un coche que le quedo después de cambiar en varias ocasiones por uno más económico desde que vivían en una hermosa casita antigua en San Telmo y empezaban a lidiar con el dinero. Mármol no es tan mal barrio, no tiene calles adoquinadas, bares y restoranes en cada esquina, pero en la suya hay una pizzería espectacular, hasta tiene sillas y mesas afuera.

No tarda mucho en llegar a la Av. 30 de septiembre. Las calles estan rápidas hoy.

Miguel, ya ni se acuerda de los hechos en orden que lo condujeron hasta el barrio de zona sur, de tanto querer olvidar, se le mezclaron los tiempos junto a los sucesos y se le hizo una laguna, que su propósito de olvidar hará efecto dentro de poco.

A veces se imagina llegando a la mansión Seré y sorprendiendo a Agostini escapando por algún lado, pero el tráfico le requiere más atención e inmediatamente fija su mirada y su mente en los autos de la calle.

Después de doblar en Alte. Brown y agarrar por Eva Perón hizo una parada en la casa de Diego, un amigo, este le vendió un carrito de hierro que engancho atrás del auto.

Hoy aprovechó que Rosita no estaba en casa para colocar con cuidado el traje en el asiento de atrás y salir así nomas como estaba vestido, un jeans azul y una remera manga larga negra.

Después de más de una hora de viaje, detiene el auto en la calle Coronel Félix Bogado, siempre lo hace en lugares diferentes para no levantar sospechas.

Desengancha el carro, le saca la lona verde y deja que se vean las herramientas para cortar pasto, el mango de una bordeadora y la punta de un rastillo asoman fácilmente. Lo lleva a pie por la calle, porque es más fácil. Siempre se maneja en horario de siesta o en horas de la mañana donde hay menos gente fuera, los chicos están en el colegio y los adultos trabajando o tratando de dormir.

Rosita sabe que Miguel tiene horarios rotativos en su nuevo trabajo.

El carro va esquivando las grietas de la calle. Miguel parece un típico jardinero changarin.

Esta vez entra por el frente de la mansión, al contrario de otras veces que se introduce por un agujero escondido en la ligustrina. Saca el manojo de llaves.
Desde varios días tiene algunas nuevas en el llavero y Rosita no se ha percatado.

La mansión Seré duerme bajo el sol. Es la hora de la siesta y las aves cierran los ojos en su azotea.

*** ***

Son las 16hs, es el octavo día de la mansión con su visitante dentro. Éste también duerme pero no de sueño, más bien de desgano, cansancio y por no tener más nada que hacer que eso. Se sueña libre llegando a su casa caminando por la vereda sin preocupaciones, como si su pasado fuera otro. Al despertarse, por solo unos segundos se olvida de su situación y en un reflejo intenta levantarse, pero las cadenas se lo impiden y en seguida vuelve a la su realidad. Orlando Agostini llora nuevamente, no sabe nada del afuera, de su familia, el ya no está para estos trotes ¿Cuánto más soportará su cuerpo y su espíritu?

Un baldazo de agua lo despabila sorpresivamente, se ahoga unos segundos y sacude la cabeza, la bolsa o capucha de tela que envuelve su cabeza se ha mojado, se le pega en el rostro y los orificios nasales la absorben al querer pasar el aire con dificultad. Miguel solo le levanta la capucha hasta la nariz y el aire por fin pasa ferozmente, luego le saca la mordaza y la nariz descansa en su trabajo de respiración.

La Venganza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora