capitulo 9

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Le suelta un brazo y lo mueve un poco, lo levanta por las axilas y lo sacude, quiere ver moverse esas huesudas articulaciones. Después de todo eso, el represor muestra signos de vida. Miguel le saca la capucha y la mordaza dejándolo solo con la venda en los ojos.

_ ¡Te la sacas y estás muerto! _ Le dice apuntándole con el índice aunque no lo viera.

Orlando solo suspira y gime del dolor de cuerpo al estar en el suelo tanto tiempo.
Gesticula la boca, mueve la lengua que está seca como la de un loro.
Miguel le alcanza una botella de agua mineral.

_ No estás muy débil como pensaba eh, el entrenamiento que tuviste cuando joven te está sirviendo. Espero que te dure.

En cuatro tragos Orlando ha vaciado la botella de agua de 1 litro.

Miguel sacude la bolsa que ha traído y van cayendo paquetes de galletitas, cajita de fósforos, paquetes de fideos y de arroz, pan, cajitas de té y de mate cocido y latas de conservas.
Le arrima con el pie un paquete de galletitas al cautivo, éste lo abre con una sola mano y lo devora  en cuestiones de segundos. Luego el ex militar habla al fin.

_ ¿Hasta cuando me van a tener acá?

_ ¡¿Cómo?! ¿"Van a tener" dijiste? ¿Qué carajo sabes vos de cuántos somos?

Orlando responde calmado, los lunes está muy débil para andar discutiendo.

_ Solo se de vos solo  hijo de puta, pero es obvio que es un trabajo de varias cabezas, están bien organizados. Mi familia y las autoridades me debe estar buscando, es obvio que aún no dieron con migo.

_ ¡No te están buscando un carajo! Porque a ellos también los tenemos ¡Vas a salir cuando me digan que así sea y si deciden no hacerlo, ese ya no va hacer mi problema!

_ ¡Por el bien de ustedes, más vale que me muera acá! ¡Porque gastaré los años que me quedan en buscarte a vos y a tus amiguitos cagones escondidos!

Miguel se contiene el contestarle, no quiere entablar un debate con Orlando. Le libera el grillete del pie , le pone las esposas y lo lleva al baño. Lo vigila defecando y cuando termina sus necesidades, lo lleva nuevamente al cuarto.
Ya no se puede respirar en la habitación, mas con las ventanas tapiadas, pero Orlando Agostini se acostumbro a su orina.

Luego en la cocina, calienta agua en la olla y suelta unas salchichas en ella, no tiene tiempo de cortarlas, un poco de polenta es mezclada todo junto en la misma cacerola.
El sonido de su celular lo interrumpe en su tarea.
_ ¿Sí?... Si. Enseguida ando por ahí, disculpe se me hizo tarde, estoy con los problemas de los lunes ¿Se acuerda que le comente? Me asegurare de un par de cosas y salgo para allá.
La polenta no es una comida que se tarde en preparar, separa la olla del fuego y la deja enfriar en el suelo, en su lugar coloca otra olla más grande para calentar más agua.

 *** ***

Cláudio lleva tomado tres cortados. Son las 11hs y sabe que tiene como una hora más de espera, por eso ojea la carta del menú para saber que pedir más tarde.
Ya ha leído las noticias en el diario, las sospechas del secuestro están muy lejos pero no muy herradas, todavía él y Miguel pueden estar tranquilos. La información dice que el campo de investigación es muy amplio, con toda clase de enemigo haciendo cola para cobrarse todas las que les hizo una persona como Orlando Agostini, ex dictador y represor. El caso es tapa de todos los periódicos, no lo pueden creer y se teme una ola de secuestros a ex dictadores y represores.

*** ***

                                                              Todo se sabe dentro de la villa 11.14, solo hay que saber a quién indagar, todos necesitan algo.
Se filtro la información y el gringo sabía que lo estaban buscando por eso cambiaba de guarida seguido. Tenía un pasaje al sur para mañana temprano. Lo  agarraron a las 23hs después de una importante batalla con tres agentes heridos  y uno muerto. Los hombres del gringo abrieron fuego sorpresivamente cuando se vieron acorralados. Arrestaron a tres de ellos y a dos se lo llevaron dentro de bolsas negras. Aunque él no tenía nada que ver con el secuestro del ex militar, no pensaba charlar con la brigada para explicárselos. Un hombre con muchos antecedentes como él, no tiene nada de qué hablar con los policías. Era huir si o si. Lo esposaron y lo llevaron en una camioneta bien custodiado.

El gringo, pelado, pantalón ancho y musculosa ajustada, solo mira hacia abajo y una gota larga de transoiración  va cayendo lentamente desde su cabeza. Es consciente que cuando empiece a decir que no sabe nada de Agostini, le van a dar palos hasta que confiese cualquier cosa.
La demanda es muy fuerte y la policía está muy presionada y nerviosa.

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