capitulo 4

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La mala noticia que vienen a traerle a su jefe, es que esa cuenta no existe, por lo tanto no tienen ningún informante y nada más sobre esa pista. Las cámaras de los lugares linderos al teléfono público, solo tomaron gente de espalda haciendo llamados y los que se retiraban volviendo de frente no le servían.

_ ¡Ese maldito hijo de puta! ¡Es la cuarta vez que sucede! ¡El llamado de Adrogué, el de Chacarita, el de Morón y éste! Ninguno de ellos tiene relación alguna ¡Nos van a seguir llamando de todo el país tomándonos el pelo y vamos a seguir perdiendo el maldito tiempo!

Veracruz no puede calmar sus nervios con ningún vicio. No es como los investigadores de las películas, el no fuma, no toma, ni chupa chupetín como el pelado de la serie, todos sus enojos o preocupaciones le repercuten en el estomago.

*** ***

Lo tiene que llevar arriba y no quiere esperar que su cautivo dé sus lentos pasos escalón por escalón para subir las escaleras. Lo dejaría ahí atado como está hasta mañana, pero sabe muy bien las órdenes recibidas y se toma su tiempo, esta rutina lo está cansando.

Cláudio le había prometido una fecha de culminación que aun no le fue informada, cuando se encuentre con él, se la exigirá. Sabe que la paga es muy buena, pero esto es demasiado para cualquiera, tiene miedo que Orlando pase de largo y desde el techo del sótano, su alma mire el cuerpo torturado que le pertenecía.

Cualquier rutina laboral puede ser insalubre y estresante, pero está es peor. En un trabajo normal Miguel entablaría charlas con compañeros o le miraría las piernas a alguna compañera y tomaría café en compañía de colegas.
La rutina que mantiene ahora carece de toda socialización, sacando que es ilegal y que podría ir preso por privación de libertad y torturas. No puede hablar con el ex represor más que algunas palabras que le salen de bronca y con Rosita ya se hace insostenible la mentira al hablar de su trabajo. En el bar donde hace tiempo antes o después de ir a la mansión Seré, no puede ni debe hablar con nadie, aparte no tendría de que_ Hola, vengo de torturar a Orlando Agostini_ ¿Diría? Necesita descargarse, necesitaría ir al psicólogo pero tampoco puede. Se esconde de los amigos, pues tendría que mentirles también manteniéndose siempre en la misma inverosímil historia , no vaya a pasar que a uno le diga una cosa y a otro amigo otra distinta y a la larga se pise y se descubra todo. Sería una vergüenza para su mujer, su familia ¿Qué dirían los vecinos? lo tildarían de vaya uno a saber qué. Hablarían en las noticias de una doble vida, de un vengador o de solo un torturador y secuestrador y lo peor de todo es que todos esos rumores tendrían razón.

Después de fumarse dos cigarrillos, se levanta del cajón con poca voluntad. Piensa que ya tendría que tener un ayudante, este trabajo es para dos.

Agostini está muy débil para los escalones, lo tiene que cargar y esa idea no le gusta demasiado.

Primero recorre el sótano buscando un nylon o un trapo seco para envolver al ex militar, no quiere ensuciarse la ropa ni que se le impregne el olor a linyera que ya tiene, aparte no fue hace mucho tiempo que le había vomitado encima el desgraciado. No pudo encontrar bolsas grandes y las mantas que vio estaban húmedas y llenas de bichitos bolitas. Decide entonces sacarse la remera.

Desata a Agostini y lo va arrastrando tomándolo por debajo de los brazos, el muy maldito esta pesadísimo, esta como desmayado. Llegan al pie de la escalera, el viejo esta delirando y pronuncia palabras indescifrables. Lo deposita en el suelo, no teme que se escape, descree que su estado sea una mera actuación de escape y sube a buscar una tabla en la cocina. El estante que pertenecía a la alacena servirá para poner a Orlando encima y arrastrarlo cuesta arriba por los escalones.
Una vez arriba y después del esfuerzo tremendo, Miguel se vuelve a poner la remera limpia.

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