capitulo 22 la huida

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_ ¿Eh, que decís? ¿Me ayudas y zafas de esto? yo te voy ayudar y encima te voy a pagar ¿Cuánto querés? ¿Cuánto te toca de todo esto eh? ¡Háblame mierda! ¡No voy a estar toda la noche acá!

Agostini pierde la paciencia y escupe un gargajo de sangre, encima de las hermosas zapatillas de Martín.

_ ¡Hijo de mil puta! Fue lo único que pronunció el joven antes de pegarle un piñón en el rostro, luego otro, seguido de otro y otro más. No puede parar la bronca en ese puño cerrado y colorado lleno de sangre que se dispara de la nariz y de la boca hinchada del ex militar.
El puño sigue chocando contra ese rostro arruinado, hasta que de pronto se le traba la mano, algo le retiene el brazo. Hace fuerza pero el brazo no avanza. La cabeza del ex represor cuelga en su peso a punto del desmayo. El joven gira el torso y mira la mano de Miguel sosteniéndole la suya. Estaba ido, no se había percatado de su presencia detrás. No lo había escuchado entrar.

_ ¿¡Qué carajo haces!? ¿¡Que haces boludo!? _Le grita Miguel, sorprendido y enojadísimo.

_ ¿¡Que haces acá!? ¡El me buscó, te lo juro Miguel! Le quería dar agua, pero el... el... no sabía que... yo no quería...

Martín tiene un momento de confusión, su lengua desprende 10.000 palabras por segundos sin terminar ninguna.

Su mano sigue elevada y cerrada, la sangre tibia le chorrea bajándole por el antebrazo.

El joven recibe una buena bofetada y un regaño.

_Sabía, lo sospechaba, pero no creí que ibas a cagarla el primer día ¡Estúpido! ¡¿No podías haber esperado unos días para mandarte semejante moco?!

Martín solo agacha la cabeza como perro arrepentido, no tiene excusas, lo que pasó ya esta, su joven personalidad no pudo con el desastre. Si no fuera por la llegada de Miguel, no se sabría que podía haber pasado.

_ Tenemos que rajar de acá, se va a pudrir todo.

Martín, confundido, espera una explicación. No entiende "¿por unos golpes, se tenían que llevar a Orlando así, tan trágicamente?"

_Nos están pisando los talones, hemos llegado muy lejos.

Miguel le va explicando mientras recolecta todo lo que delate su presencia en la mansión Seré.
Le tira una caja grande pidiéndole que junte las cosas de la cocina.

Agostini sigue desmayado, un hilo de sangre le cuelga desde la boca al suelo, sin cortarse.

Colocan todas las cosas cerca de la puerta: La garrafita, el fuenton, las bolsas de basura. Miguel no se preocupa de las huellas, siguen usando guantes descartables desde el primer día, pero noto que Martín no los tiene puesto. Pero ahora no puede pensar en eso.

_Bueno, bajá al sótano y subí las cosas que deje, pone todo en la misma caja o en el fuentón y apoya contra la pared el elástico de cama al lado del la caldera, yo tengo que volver a mi casa, mañana temprano nos vamos ¿ok? ¡No hagas más cagadas!
No te asustes, todavía tenemos tiempo.
Dormí en la cocina. A esté, antes de irme lo voy a reanimar.

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