capítulo 27 despedida de Cláudio

10 1 4
                                    


Orlando se encuentra a obscuras maniatado de pies y manos, amordazado y encapuchado a una silla. En frente, en la otra punta del sótano, una silueta se vislumbra también sentada. El ex militar desconoce que no está solo, en realidad no sabe nada, apenas se está despertando.

Un motor se escucha desde adentro, el vehículo ha parado sobre la acera. El joven Martín y Cláudio bajan del auto y caminan los 40 metros hacia la casa. El sueco, arrima la cortina después de verlos a ambos desde la ventana.

_Ya han llegado_ dice.

Miguel, ya mudado de la ropa mugrosa y sentado en el sillón, asiente con la cabeza.

Cláudio abre con sus llaves, Martín entra detrás y al ver a Miguel sentado lo más tranquilo con ropa limpia, se le hincha la vena en el cuello de la bronca.

_Bueno, ¿Como estás bigote? _ Le pregunta Cláudio al sueco, después de un apretón de manos y un fuerte abrazo.

_Bien, bien, los esperaba antes, se han demorado.

_Ok, mantengamos la calma, no hay de qué preocuparse.

Cláudio mira al sueco y le pregunta:

_ ¿Lo pusieron con el otro? ¿Como está?

_Está bien, se queja, pero ya amenaza menos.

Ahora, dirigiendo la vista hacia Miguel, le pregunta:

_ ¿Pudieron sacar todo sin problemas?

_Si. Todo salió bien, no tuvimos ningún inconveniente.

Mientras contestaba, recordaba el episodio que tuvo Martín con Agostini, pero ahora no tenía caso, eso era del plan A, era pasado y no aportaba nada a la causa ahora.

Martín le retenía la mirada a Miguel, un poco por miedo a que cuente su pequeño altercado con el ex militar y otro por haberlo dejado a pie, pero de a poco se le iba pasando el enfado.

_ Martín ¿Viajaste bien? ¿No notaste nada raro?

_Bien Cláudio, creo que todo fue normal, reconozco que no tengo la tranquilidad de todos ustedes, pero creo que hice mi parte bastante bien.

_Si, así es muchacho, no sabes lo tranquilo que me deja saber eso.
Bien, ahora escuchen, acá debajo nuestro, tenemos a dos ex represores del proceso de reorganización nacional. Uno, integrante de la 1ra junta militar, el brigadier general y comandante general de las fuerzas aéreas argentinas, Orlando Agostini, mi capturador, mi secuestrador y torturador. Dueño de los peores días de mi vida, de mi pasado sufrido, de las cicatrices en mi piel y en mi memoria.

Cláudio suena nervioso, se les llenan los ojos de lágrimas de dolor y de recuerdos al hablar, las manos le tiemblan junto con la voz.

_...Gracias a ustedes, todo esto es lo peor que le puedo hacer a ese hijo de puta, dios sabe que quisiera bajar en este momento y volarle la tapa de los sesos, pero también sabe que no lo haré, mi conciencia no me permite tanto y no voy a darle el gusto a Agostini de dejar de sufrir.

Los integrantes de la casa respetan el momento de Cláudio y solo lo escuchan sin interrumpir.

_...El otro, es un ex capitán de la fragata de la armada Argentina, también participo de el proceso de reorganización nacional y ex integrante de Gt, grupo de tareas 332, que actuaba con base en la ESMA. Secuestrador y asesino de Angélica Lindberg, el ángel de la muerte, Alfred Astiza.

Al terminar estas últimas palabras, Miguel que es el más conocedor de la historia entre Martín y el sueco, queda boquiabierto, sin palabras y Levantando las piernas y mirando el suelo como traspasándolo con la mirada y lograse ver a los dos ex militares secuestrados, dice:

_ ¡No lo puedo creer! Esto acabo con la tranquilidad ¿Hacía falta juntarlos? ¡No pensé jamás que el plan alternativo fuera este!

_Tranquilo Miguel, ya está todo arreglado, no creas que un secuestro de esta envergadura no estaría todo planeado de antemano.
De acá nos llevaremos y liberaremos a los dos o los abandonaremos aquí mismo para que los encuentren, pero no ahora, el señor lindberg necesita solo un poco más de tiempo.
Quizás los subiremos por última vez al auto y los dejaremos librados a su suerte, alguien los encontrará y los reconocerá, no hay nada que temer, solo conocen nuestras voces, con eso no pueden hacer nada. Estos dos, así como amigos, también tienen millones de enemigos, nadie sabrá por donde vino la mano.

Martín no entiende con profundidad los nombres relevantes mencionados por Cláudio, por eso, no está tan intranquilo por los ex represores de renombre, pero si, por el secuestro en sí y por eso, si entiende muy bien que irá preso si lo atrapan, sea quienes sean los cautivos.

Cláudio habla por última vez.

_Si todos ustedes hicieron bien su trabajo dentro y fuera del caso, ósea, no han hablado con nadie de esto y si manejan y manejaron con prudencia el dinero pactado, nadie va a sospechar de ustedes.
No nos veremos más las caras muchachos, gracias por todo y estaremos en contacto, mañana le depositaran lo que falta del pago. Desde el primer día después de la liberación de estos dos, doy por entendido que ya no nos contactaremos jamás, ni entre nosotros ni entre ustedes. Van hacer sus vidas como si esto jamás hubiese pasado y como si jamás se hubiesen conocido. Ya todos tendrán su dinero, puedan estar tranquilos ¿ok?

_ A Orlando al final nunca lo vio un medico _ Dice Miguel.

_Eso ya no va a poder ser, ningún médico por más de confianza que sea, querrá revisar a Orlando Agostini secuestrado _ Cláudio hace el gesto con dos dedos de cada mano, para dejar la frase entre comillas_ Que se la banque como me la banqué yo y mis compañeros, es lo mínimo que se merece, que se joda, aparte, ya está bastante bien, no hará falta.

La Venganza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora