Capítulo 15

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_¿Tenes hambre ? _Pregunta Miguel_ Vamos a comer

No es el sitio donde suele comer o tomar algo Miguel, pero parece muy reservado y discreto.

Entran. Cada uno corre su silla en una mesa para dos, lejos de la ventana.

Una señora mayor en la mesa de la izquierda los mira poniéndole mala cara a Miguel, debe pensar que este, es uno de esos tipos q corrompen a jóvenes lindos, luego dirige su mirada hacia Martín imaginando que será un pobre chico confundido. La señora deja su tasa, su plato con una porción de tarta de cereza a medio terminar y abandona la mesa con cara de repugnancia en una situación obviamente confundida.

Un billete que dejo bajo el plato, intenta volar por una ventisca que entra por la ventana.

Miguel y Martín se percataron de la cara de asco de la anciana hacia ellos y sin entender nada se miran ambos a sí mismo, pensando que estarían mal vestidos o desarreglados.

_Ahora vamos hacer las cosas un poco mejor, hasta ahora yo hacía todo. Cada vez que lo veo a Agostini , después de un finde, está destruido, cagado de hambre y de sed. Tu tarea más importante será los domingos ¿Ok? Solo le podes liberar la boca para darle de comer, tomar y nada más. No quiero y no creo que lo arruines, no te va a gustar lo que pasaría si lo haces. Sos más responsabilidad de lindberg y de Cláudio que mía.

Tenés que tener cuidado, el te va a hablar, te psicoanalizará, te psicopateará ¿Entendes? El zorro nunca pierde las mañas. Todavía sigue usando su maldito cerebro para cosas que jamás imaginarías, me supongo que sabes o has leído algo sobre Orlando Agostini.

_Si, fue parte de mi entrenamiento y de las pruebas. Igual lo poco que sabía antes, es suficiente para darme cuenta que es un tremendo hijo de puta.

_Muy bien, entonces diga lo que te diga él, seguí pensando así.
Te aconsejaría te consigas unos hermosos auriculares, de esos grandotes que usan ustedes ¿Viste? Y escuches música a todo lo que de el volumen, así solo ves como el ex represor mueve los labios, sin poder escucharlo.

*** ***

Ya dentro de la mansión Seré, el joven recibe una guía rápida de donde están las cosas.
El ruido de los cerrojos, hace que Agostini levante la cabeza y haga un sacudón de brazos, haciendo sonar las cadenas involuntariamente.

La puerta está del todo abierta, ambos están apoyados con el peso de sus hombros en la pared, mirándolo.

La Venganza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora