capítulo 28.

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- me parece bien que al fin Luís tenga un amigo que venga a visitarlo ya que siempre está solo en esta gran casa. - me dijo el hermano de Luís.
- es primera vez que vengo aquí señor Daniel, es en el colegio donde más compartimos. - le dije al mismo tiempo que ponía mis manos dentro de los bolsillos de mi pantalón.
- bueno al menos tiene alguien con quien compartir, me alegra Luís que al fin seas algo sociable y hayas conseguido un amigo. - dijo dirigiendo su mirada hacia Luís.
- Sí bueno... es que él y yo se podría decir que tenemos los mismos gustos por el arte, por eso nos la llevamos bien y sigue siendo mi amigo. - le dijo Luís sonriendo.
- bueno le daré una vuelta a la casa a ver si todo está en orden, gusto en conocerte Diego, espero que la próxima vez tenga más tiempo para entablar una larga conversación, por ahora tengo el tiempo algo justo y no puedo perderlo, fue un placer y si mi hermano llega a hacer algo idiota tienes todo el derecho de golpearlo. - me dijo antes de darme la mano sonriendo y retirarse del recibidor.
- pensé que no sería tan agradable por su seriedad. - le dije en tono bajo.
- si es sólo apariencia, pero en realidad es muy buena persona.
- bueno yo ya me voy Luís, tengo que ir a ver cómo está mi madre, no sé que pudo haber pasado anoche en mi casa. - le dije.
- está bien, te acompañaré a la puerta. - me dijo caminando conmigo hacia la entrada.
- ¿cuando nos veremos de nuevo?. - le pregunté luego de salir de la casa.
- nos veremos mañana en el taller. - me dijo sonriendo y cerrando la puerta tras él.
- bueno nos vemos entonces en el taller, adios Luís. - le dije dando un paso hacía atrás.
- oye Diego.

Lo miré, éste me haló por la camisa de forma agresiva y me besó, me sorprendió un poco, luego cerré mis ojos y lo seguí besando.

Llegué a mi casa recordando cada momento con él, al entrar vi la sala que estaba patas arriba, el televisor estaba hecho añicos, habían botellas rotas por todos lados, el sofá estaba volteado, todo era un completo caos.
Miré a mi madre, estaba llena de moretones en el rostro, brazos y piernas, tenía unas cuantas cortaduras, de inmediato la abrasé, me sentía culpable, era mi culpa por haberla dejado sola, la dejé allí con ese maldito mientras yo estaba disfrutando en otro lugar.
- ¿dónde está?. - le pregunté.
- está en la habitación. - me dijo algo triste.

Me fui envuelto en rabia hacia la habitación, abrí la puerta de una patada, lo vi acostado al muy maldito, tenía la pistola en la mano, me fui sobre él y lo comencé a golpear, mi madre gritaba desesperada y buscaba la forma de separarnos, el mal nacido me golpeó lanzandome al suelo, me apuntó con él arma y se escucho el cañón disparándose hacia mi, el grito de mi madre se escuchó en la habitación y luego de eso un fuerte dolor en mi hombro me invadió.

(Arriba una imagen del hermano de Luís)

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