Rayos De Oro.

capítulo 10.

- si que es hermoso. - me dijo sonriendo.
- yo... ¿tú quieres ir a conocerlo?. - le dije un tanto retraído.
- por supuesto, me gustaría conocerlo, ¿queda muy lejos?. - me preguntó.
- no... bueno un poco, pero vale la pena caminar todo eso para ver ese hermoso lugar. - le dije sonriendo y guardando mi libreta en el bolsillo de mi pantalón.
- oh sí, se nota, ¿cuando podríamos ir?. - me preguntó algo entusiasmado. - ¿que te parece?... ya mismo.
- ¡pues maravilloso!, ¡vamos!.

El pobre no estaba acostumbrado a caminar tanto, en todo el camino teníamos que descansar como unos tres minutos, se quejaba y yo buscaba la forma de hacer que viera el lado positivo. Cuando llegamos quedó maravillado, miraba el lugar impresionado, escuchaba el cantar de los pajaros y sentía la brisa fresca que emanaban los árboles; cuando vio la cascada y se dio cuenta de que era tan cristalina no duró ni dos minutos vestido, se quito la ropa y se lanzó en calzoncillos al agua, yo igual me quité la ropa pero me quedé sentado en una de las grandes rocas viendo como él se bañaba, saqué mi libreta y comencé a dibujarlo.
- ¡oye diego ven aquí amigo!, ¡entra conmigo al agua!. - me gritó emocionado.
- estoy bien aquí Luís. - le dije cerrando mi libreta y colocandola sobre el suelo.
- oye ven, luchemos aquí en el agua, veamos quien gana. - me dijo acercandoseme.
- estoy bien aquí. - le dije.
- vamos no seas... ¡aguafiestas!. - dijo antes de halarme y lanzarme al agua.

Jugamos a las luchas y nadamos por mucho rato, cuando ya estábamos cansados de tanto bañarnos nos sentamos uno al lado del otro en una gran roca.
- ¿cuantos años tienes Diego?. - me preguntó.
- tengo diecisiete, los cumplí no hace mucho, ¿y tú?.
- yo también tengo diecisiete, pronto cumpliré los dieciocho. - me respondió. - oye Diego sonará extraño pero tus labios se ven muy provocativos cuando están humedos, a las chicas les debe gustar, ¿cuantas novias haz tenido?. - me dijo.
- ninguna, no tengo tiempo para romances estúpidos con niñas tontas. - le respondí con arrogancia.
- entonces me imagino que nunca haz tenido sexo... yo tampoco, nisiquiera he besado a alguien. - me dijo.
- ¿por qué no?, tu eres muy guapo.