Le puse mi mano en su pecho y lo alejé de mi sutilmente, lo miré al mismo tiempo que le quité la mano de mi pene.
- oye mejor dejemos de jugar, ya vamonos, tenemos tiempo aún para ir a bañarnos a la cascada. - le dije.
- está bien vamos. - me dijo sonriendo.La cascada era nuestro lugar favorito, cuanto disfrutabamos allí, nos olvidabamos de todo, era en pocas palabras nuestro lugar feliz. -
¿alguna vez haz querido morír Luís?. - le pregunté sentado junto a él mirando el agua fluir.
- muchas veces, pero ya no Diego, ya me siento feliz, antes quería morír porque me sentía solo, sentía que nadie me quería, pero ya no, ahora todo es diferente desde que te conocí, tu haz hecho que me den ganas de vivir, haz sacado la loca idea de mi cabeza de asesinarme. - me dijo mirando hacía la copa de los árboles.
- yo siempre he querido morír, pero ahora tengo otra razón por la cual no hacerlo a parte de mi madre. lo he pensado mucho Luís, tú siempre me besas y tienes la iniciativa, mientras que yo me quedo paralizado como tonto, no me gusta eso, me hace sentir como si fuese una chica, quisiera ser yo el que te bese. - le dije mirándolo a los ojos.
- pues adelante viejo, no hay ningún problema. - me respondió sin retirar la mirada de mis ojos.Me acerqué y lo besé, lo acaricié por el costillar, luego apreté su cintura mientras mi lengua se adentraba en su boca y acariciaba su paladar, para luego terminar juntandola con la de él, mi mano abierta acarició su muslo y luego casi llegando a su pene lo apreté, él me acariciaba el cuello mientras yo lo besaba de tal forma que los dos quedábamos sin aliento.
- ¿cuando iremos donde las prostitutas?. - le pregunté en susurro cerca de sus labios al mismo tiempo que sujetaba su rostro.
- cuándo tú quieras. - me dijo sonriendo y luego me besó.Nos masturbamos, acostados uno al lado del otro, nos mirábamos los penes mientras lo hacíamos, los suspiros desaparecían rápidamente en el aire al igual que los fuertes jadeos, su dedo se deslizaba con agilidad sobre mi glande de tono rosa claro, sentía tanto placer que mis quejidos roncos entre los jadeos envueltos en excitacion terminaban poniéndole la piel de gallina.

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Rayos De Oro.
De TodoDiego es un chico que sufre día a día los maltratos de su padre por el amor incondicional que le tiene a su madre, al parecer su destino nunca cambiará si éste no toma la iniciativa para que su sufrimiento termine, ¿que será capaz de hacer para trat...