capítulo 36.

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Su penetración era feroz, la excitacion que tenía era enorme, mis quejidos creo que lo excitaban más y hacían que se moviera mucho más rápido, lo besaba al mismo tiempo que me penetraba, me masturbaba y sentía el sublime placer, quería penetrarlo así que lo detuve, aleje mi trasero de su pene haciendo que éste saliera erguido con el preservativo puesto, lo puse boca abajo en el sofá y lo penetre, escuché su quejido ahogado y luego el suspiro, le apreté los gluteos y con deseo succioné aire entre mis dientes, mis caderas se comenzaron a mover de forma desesperada, mi penetración era rápida, entraba y salía mi pene sin piedad de ese agujero que me proporcionaba el placer, sus quejidos se fucionaban con mis jadeos y la casa se llenaba de ecos placenteros, la posición del perrito fue la siguiente, pude estimular tanto su punto G que sus quejidos comenzaron a sonar orgasmicos y viniendose el climax hacia nosotros quedamos envueltos en orgasmos largos que nos hacían cosquillear hasta la punta de los pies.

Sentados uno al lado del otro en el sofá nos acariciabamos los penes, ya estábamos tan exhaustos que sólo teníamos energías para eso.

- me gusta hacerlo contigo, creo que no podría hacerlo con alguien más. - le dije mirando al techo sintiendo sus caricias en mi pene.
- yo tampoco, me costó un poco dejar que me penetraras, creo que solamente contigo puedo hacer el papel de pasivo. - me dijo antes de besar mi hombro.
- absolutamente de acuerdo, solo contigo puedo ser pasivo. - le dije sosteniendole el rostro antes de besarlo.
- ¿nos quedaremos esta noche aquí?. - me preguntó.
- Sí, amaneceremos teniendo sexo. - le dije entre una pequeña risa.
- maldito pervertido. - me dijo riendo. - no tengo problema con penetrar ese rico trasero. - me dijo antes de besarme el cuello.
- yo menos con penetrar el tuyo. - le dije con picardia.

Tuvimos sexo toda la noche, cuando los rayos del sol se asomaban por la ventana ya estábamos más que satisfechos.

- los rayos del sol... cuando era niño mi madre me decía que los rayos del sol eran de oro y que por eso eran tan brillantes. - le dije mirando como los rayos del sol iluminaban la habitación.

Rayos De Oro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora