Rayos De Oro.

capítulo 21.

Regresé a mi casa repitiendo a cada momento esa escena en mi cabeza, no me perturbaba para nada lo que había hecho con Luís, todo lo contrario, quería que se volviese a repetir para llegar más allá con él.
Cuando entré a la casa el maldito estava sentado viendo televisión, junto a él, sobre la pequeña mesa al lado del sofá donde él estaba había una nueve milímetros, mi cuerpo de inmediato se puso helado al ver la pistola, miré a mi madre que se encontraba haciendo la cena, entré a la cocina y la abrasé, sentí cuando acarició mi cabello con aquella sutileza y me besaba la mejilla con aquel cálido amor.
- ¿por qué Reinaldo tiene una pistola?. - le dije refiriéndome a mi padre.
- no le digas así, es tu padre, llamalo como tiene que ser Diego. - me dijo mirandome muy seria.
- no le diré así mamá, y hasta aquí llega el tema. Mamá esa pistola me preocupa, sabes como se pone, trata de sacarle las balas cuando duerma, no quiero que te pase nada. - le dije ayudandola a lavar los platos.
- ya lo sé, a mi también me preocupa, intentaré sacarle las balas mientras duerma. - me dijo en voz baja.

A mitad de la noche un disparo me despertó, me levanté de inmediato y corrí hacía la habitación de mi madre, el maldito la apuntaba con la pistola, en su otra mano tenía la botella de ron, di un paso atrás y corrí a llamar a la policía, luego de hacerlo fui de nuevo a la habitación y vi como le pegó a mi madre por la cara, me llené de rabia y me fui sobre él, forcejeamos, el arma quedaba apuntando hacia arriba, mi madre gritaba y lloraba, le di con mi rodilla por el abdomen sacandole el aire y logrando que el arma callera al suelo, la patee y la envié hacia debajo de la cama, se vino sobre mi el maldito y me golpeó la cara, le regresé el golpe y lo empujé con todas mis fuerzas hacia la ventana, me sostuvo con fuerza y atravesamos la ventana haciendola añicos, caímos del primer piso, el golpe me dejo sin aire igual que a él, los vecinos comenzaban a salir de sus casas sorprendidos; nos continuamos golpeando, la rabia que sentía era tanta que quería matarlo, lo golpee por la cara de tal forma que le rompí el tabique y callo al suelo.