Capítulo 1.

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La lluvia se había encargado de dejar empapado todo a su paso, incluyéndome. Busque en mi bolso las llaves que Marcus me había entregado esta mañana hasta conseguirlas. Nota mental: ser más ordenada. Trate de suspirar, pero el agua fría se hizo presente entre mis labios, causando un mayor frío en mi cuerpo, logré abrir el auto y me introduje en él, el olor a cuero y a nuevo llenaba mis fosas nasales con la mayor facilidad mientras introducía la llave y encendía el motor, los rugidos me sobresaltaron.

Suspiré y calme los fuertes latidos de mi corazón cuando alguien tocó mi ventanilla, di un leve salto y me giré para mirar la mano sobre la ventanilla rodeada de una terrible neblina y gotas de lluvia deslizándose por el vidrio con paciencia, dude en bajar el vidrio, pero termine haciéndolo al ver a Sam de pie con un paraguas sobre su cabeza. Le sonreí amablemente.

-Sam... -Susurre casi inaudible.

-Señorita Cabello, disculpe el susto. -Contestó con una sonrisa y metió la mano en el bolsillo de su chaqueta. -Dejaron esto hace unos minutos y querían que se lo entregara personalmente. -Me entrego un sobre rojo. Mis ojos se agrandaron y mis manos temblaron al sostenerlo.

«Calma, es solo un sobre. »

-Gracias, Sam. -Él asintió y yo subí el vidrio mirando ambas caras del sobre. Lo deje sobre el asiento del copiloto y conduje hasta la autopista, la lluvia había dejado tráfico en exceso, por lo que tuve que tomar un atajo hasta mi departamento, la lluvia había disminuido pero la neblina era espesa.

Tome una bocanada de aire y me detuve en el aparcamiento subterráneo. Salí del auto con pesadez tomando mi bolso y mis cosas del auto, miré el sobre una última vez y lo tome. El ascensor había subido más rápido esta vez, en menos de cinco minutos, me encontraba introduciendo la llave en la cerradura de la puerta y empujándola para entrar, la oscuridad me cegó por unos minutos hasta que mis ojos se adaptaron y encendí la luz.

Mi departamento estaba tan simple como era de costumbre, muebles blancos frente a un sillón del mismo color, junto a una chimenea y una pantalla plana sobre la misma, el viejo comedor que solo era ocupado en Navidad y festividades, se mantenía intacto, la repisa de libros que dividía junto a una puerta de cristal el comedor, de mi oficina, el pasillo con un color azul pastel y matices de gris siendo alumbrado por una gran araña de cristal en medio, dejando las puertas del fondo completamente a la vista.

Deje mi bolso caer sobre la barra de la cocina y retire mi chaqueta empapada, deje mis llaves y el sobre en la mesa mientras quitaba lentamente todas y cada una de mis prendas hasta quedar solo en mi ropa interior de encaje negra, entré a mi habitación y tome un par de toallas, al cabo de veinte minutos, mi cuerpo había descansado lo suficiente en la ducha como para hacerme salir, enrollé la toalla sobre mi cuerpo y la otra sobre mi cabello para dirigirme a la cocina, preparé algo de café y tome asiento en la barra, el color rojo del sobre y el blanco de la dirección de mi nuevo trabajo resaltaba en el granito pulido.

Mire ambos hasta que me decidí por lo más llamativo, el sobre. La misma letra cursiva apareció en la hoja blanca dentro de este. «Ya estás advertida. JAQUE

Negué con la cabeza y dejé caer sin querer el café caliente, derramándolo por mi pierna. Pegué un grito.

-¡Oh! -Grité y me saqué la toalla del cabello. -¡Dios, duele! -Dije al secar la zona quemada, el ardor en mi piel se hacía presente junto con el color rojizo en mi muslo, retrocedí y di la vuelta a la barra, quedando en la sala, solo para recoger el vaso de café del suelo, el ardor era mayor hasta que perdí el control y mi toalla cayó al suelo, justo la puerta se abría.

-Lindo trasero. -Dijo Dinah al entrar, la fulmine con la mirada y acomodé con rapidez la toalla a mi alrededor, mis mejillas estaban en extremo sonrojadas.

-Finjamos que esto no pasó. -Dije caminando hacia mi habitación. Me vestí rápidamente y salí a la cocina, Dinah leía el papel blanco con la dirección mientras tomaba algo de café con ¿chocolate? Seguro era eso.

-¿Qué es esto? -preguntó dándome una breve mirada.

-Una dirección. -Sonreí obvia y ella me fulminó con la mirada.

-A veces me pregunto cómo es que eres psicóloga. -Ríe. -Gracias por aclarar algo que ya sabía, pero me refería a que para qué es.

-Es que en secreto soy espía y acosare a una agente importante del gobierno. -Entrecerré los ojos. -Obvio que es un paciente.

-Pues te seré sincera, creo que este paciente será todo un desafío. Mi mirada se posó directamente en sus ojos.

-¿A qué se debe tu conclusión? -digo tomando asiento a su lado.

-Es el Hospital Psiquiátrico de la ciudad. -Ríe. -A veces no entiendo cómo es que te consideran una ciudadana. No me digas, del trabajo a casa y de casa al trabajo ¿no? Vaya entretenida eres.

Tome una bocana y me dispuse a ignorar los comentarios de Dinah, que en cualquier momento se aburriría y dejaría de hablar.

-Vamos señorita aburrida. -trato de animarme. -¿no quieres distraerte solo unos minutos?

-No. -Negué con la cabeza, para Dinah "diversión" implicaba muchas cosas y ninguna era buena. Sentí una pelota de papel en mi rostro. -¡Dinah! -acaricié mi mejilla mientras la castaña reía a carcajadas.

-Oh, vamos, vendrás conmigo o haré eso toda la noche. -se levanta del asiento y toma mi chaqueta. -Una fiesta nos espera.

Suspire y me coloqué vaqueros negros, una blusa blanca y tacones, le quité mi chaqueta y bajamos en el ascensor. Tomé una bocana de aire. -Nos espera un largo camino.

Psycho In Love CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora