Capítulo 5.

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Después de aquel encuentro en la tarde, los ojos verde esmeralda de aquella pálida chica, se habían filtrado hasta dejar una marca en mi mente y convertirse en lo único en lo que pensaba. Aún su leve sonrisa de satisfacción al salir me provocaba escalofríos. Sacudí mi cabeza.

Necesitaba superarlo, aquella había sido la sesión más extraña e intima que había tenido con algún paciente. Tomé mis papeles al terminar y los guardé en mi bolso antes de colgarlo en mis brazos y salir del hospital. El clima había mejorado un poco, ya no llovía, pero el frío del invierno se asomaba a los lejos. Miré mi reloj y maldije por lo bajo, sin darme cuenta, había durado más de una hora extra a causa del shock con la chica de hermosos ojos.

Abrí la puerta del auto y deje mi cuerpo caer en el asiento mientras colocaba mi bolso justo al lado, en el lugar del copiloto, suspire antes de sentir el olor a cuero invadir mis fosas nasales, introduje la llave y encendí el auto al igual que la radio. Para mi suerte, la soledad de estas calles me había facilitado la salida de ese abandonado lugar en solitario que producían una leve sensación de tristeza.

Las luces de los postes fallaba, la pintura de las casas caía de las paredes como si su objetivo fuera degradarse con el paso de los años y el poco cuidado. Los ladrillos de las paredes se desmoronaban con rapidez y los vidrios permanecían rotos como si una guerra hubiese ocurrido en este pequeño lugar y se hubiese llevado consigo, la felicidad y el interés por vivir aquí.

Salí a la carretera y el color verde oscuro invadió cada lado del auto, las grandes montañas de camino a la ciudad valían la pena ser vistas mientras un cielo oscureciendo las adornaba junto a un hermoso atardecer y pequeñas estrellas lo iluminaban. Por bellezas así, el tiempo perdido, se convertía en una maravilla.

Al llegar a la ciudad decidí desviarme e ir por algo de comer, me detuve frente a un restaurante chino y ordené sushi para llevar. En menos de veinte minutos me encontraba de vuelta en el auto con un par de rollos de sushi que pronto estarían en mi estómago, reí levemente por la crueldad de mi pensamiento. Mi teléfono sonó y al verlo, un mensaje de Dinah llamaba mi atención.

"Necesitas salir más, Mila." -Dinah.

Reí y abrí el mensaje para contestar rápidamente antes de mirar por el retrovisor, para mi suerte, estaba a solo unas calles del club al que había ido con ella para el majestuoso regalo de Ally. Retrocedí y giré hacia el club. La fila en la entrada era gigantesca y las personas hablaban mientras esperaban su turno para entrar. Mis ojos se achicaron cuando al acercarme, noté una luz en el callejón al lado del club, di dos pasos hacia la misma y de pronto note la palabra "Salida" sobre una puerta que solo abría por dentro.

Puse los ojos en blanco ante el poco sentido que tenia cuando sentí el crujir de la puerta y me detuve detrás de un contenedor de basura. Un chico salió y dejo la puerta mal cerrada, no lo pensé dos veces antes de entrar al lugar, parecía un pasillo con mala luz y muchas puertas, al fondo se escuchaban las voces femeninas y para cuando me di cuenta, estaba en medio del camerino de chicas. Traté de salir lo más rápido que mis pies me permitían hasta que tropecé con alguien y al levantar la mirada, ahí estaba.

-Oh, Dios... -Traté de decir algo más pero la sonrisa pícara de aquella chica de ojos azules grisáceos me distraía.

-Me han dicho eso antes. -Dijo graciosa. Su rostro estaba cubierto por la misma máscara que la última vez que nos vimos. -Parece que nos encontramos de nuevo... -Me miró antes de alejarse un poco y luego sonreír. -Doctora Cabello.

Me estremeció escuchar mi nombre en sus labios. Recordé que podía leerlo en mi uniforme. -Yo... Yo... -Aclaré mi garganta y noté que sus manos estaban en mi cintura para evitar caerme, las retiré con gentileza. -Lo lamento, no era mi intensión, no debí hacer esto en primer lugar.

Psycho In Love CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora