Capítulo 24.

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Salí del hospital con prisa y tomé un taxi. —Al centro por favor, déjeme entre Madison y el parque. —Le entregué un billete y miré fijamente hacia atrás mientras el auto avanzaba. —Vaya lo más rápido que pueda y tome las avenidas.

Marqué el numero de Abby y esperé que atendiera. —¿Hola?

—Abby, hola. —Volví mi mirada a la ventana de atrás. Nadie nos seguía. —Tome un riesgo grande, dale un mensaje de mi parte a Lauren.

Escuché que dio un par de pasos y una voz conocida se hizo presente. —Es para ti. —Dijo y le entregó el teléfono a alguien.

—¿Camila? —Preguntó Lauren y no pude evitar sonreír.

—Hola, hermosa. —Susurré contenta de escuchar su voz. —Sé que tengo mucho que explicar pero ahora no tengo tiempo, prometo hacerlo cuando vuelva, ¿si?

—Está bien. —Bufó y yo reí. —¿Cuándo vuelves? Te extraño mucho.

Suspiré y me acomode el cabello hacia atrás. —Esto tardará sólo unos días, te estaré llamando para saber de ti, volveré pronto. —O eso esperaba. Miré por el retrovisor del taxi y vi un auto que acercaba a nosotros y llevaba siguiéndonos más de cinco calles. Definitivamente era él.

Si algo había aprendido de Alejandro Cabello era que conseguía lo que quería, sin importar la manera. Los recuerdos de la última vez se hicieron presentes en mi cabeza y fueron interrumpidos por los llamados de Lauren. —¿Camz? ¿Estás ahí? ¿Camz?

—A-Aquí estoy. —Dije entrecortada y mi corazón se aceleró al sentir que todo se estaba repitiendo de nuevo. —Te llamaré luego, te quiero mucho. Pasame a Abby.

—También te quiero. —Se aclaró la garganta y pareció entregarle el teléfono.

—¿Si? —Abby habló nerviosa y yo traté de no tartamudear.

—Cuída a Lauren por mi. —Colgué y apagué mi teléfono. —Vaya por los callejones, necesito que pierda al auto negro que está detrás de nosotros. —Ordené al conductor y el asintió. —No mire mucho hacia atrás y conduzca tranquilo o lo notaran, haga como si yo no hablara pero siga mis ordenes.

El hombre pasó por uno de los callejones y se detuvo. —Encenderé la luz de taxi para que piensen que ya se bajó. —Asentí y me hundí en el asiento para que no me vieran. —¿Está en problemas?

—Digamos que volví después de mucho tiempo y quieren despedirme de la manera correcta. —Tomé una bocanada de aire y el hombre asintió, encendió la luz y condujo de nuevo por las calles de Los Ángeles evitando a un par de personas que lo llamaban para que se detuviera.

Para cuando llegamos al centro, el hombre me dejo frente a un par de tiendas en la a avenida Madison. Le agradecí y me bajé rápidamente entrando en una de las tiendas para mujeres. Tomé un jean rasgado en las rodillas, una blusa negra con letras grises, un suéter negro y un par de botas grises. Metí una mochila gris y la coloqué en la barra junto a mi ropa.

—Pase esto rápido, por favor. —Dije en la caja sacando mi tarjeta para pagar. La mujer asintió y tomó la tarjeta mientras yo miraba por la ventana y me aseguraba de que nadie me viera. Luego recordé que había tomado la tarjeta incorrecta y me giré de golpe a detener a la mujer. —¡Espere!

Todos en la tienda se giraron a mirarme y me sonrojé. La mujer sacó la tarjeta y me miró sorprendida.

—Tarjeta equivocada. —Dije apenada y le entregué la tarjeta de mi cuenta privada. Si esa tarjeta hubiese pasado, Alejandro me encontraría más rápido de lo que podría contar y quién sabe qué sería de mi. Tomé la tarjeta equivocada y miré el nombre. Karla Cabello. Suspiré y guardé la tarjeta mientras la mujer me entregaba mi compra. —¿Tienen puerta trasera?

Psycho In Love CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora