Capítulo 8.

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N/A: Perdonen la tardanza, tuve un leve bloqueo por falta de tiempo y preferí tardar un poco más y escribir bien, que publicar por hacerlo, las cosas de la universidad me tienen loca, pero ya publicare dos veces a la semana. Espero les guste, acepto sus opiniones y comentarios porque son importantes para mi.❤

Abby me había hecho entrar en una habitación al fondo del patio donde según ella pasaba el mayor tiempo cuando no estaba en el hospital, me señaló el sofá en un rincón frente a una cama para que me sentara, asentí y eso hice mientras ella tomó asiento en la cama. Tome una bocanada de aire mientras observaba con detalle cada parte de la ahora alumbrada habitación mientras Abby se disponía a hablar. Le hice una seña y ella suspiró.

—La verdad, Camila, has venido con la persona equivocada. —La mire fijamente. —Yo no sé nada sobre Lauren, inicié el trabajo unos días antes que tú.

—Pero, ¿cómo llegaste ahí? —Pregunté. Ella sonrió de medio lado y se encogió de hombros.

—Mi familia tiene dinero, pero yo no. Lisa, es mi media hermana, mi padre dejó embarazada a su madre estando con la mía. Linda historia. —Reí algo incómoda. —Ella es la niña de sus ojos desde que se casó con su mamá después de que mi madre se divorciara de él y... No importa, el caso es que no pretendo depender de él, así que vi el trabajo, fui al lugar, vi que la paga era buena y acepte, ¿qué tan difícil puede ser vigilar a gente rara?

—No son raros, no es su culpa y la verdad me impresiona tu independencia. —Sonreí. —¿Cuándo y cómo conociste a Lauren?

—Hace años atrás, hace mucho que no la veía, antes de que todo sucediera. —Me miró nerviosa. —Creo que lo mejor es que te vayas Camila, no hay nada que pueda decirte, solo la cuido, deberías vigilar sus visitas y tal vez puedas saber más.

Camine hasta la puerta del jardín con ella y de pronto analice con cuidado sus palabras. «Visitas». Me detuve y me gire a verla. —¿Lauren puede recibir visitas? ¿Cuándo? Jamás las he visto.

Ella sonrió y se encogió de hombros. —Cuando no estás. Adiós, Camila. —Dijo y cerró la puerta.

Mi teléfono celular comenzó a sonar en mi bolsillo cuando buscaba las llaves del auto. Lo tomé y contesté la llamada y caminé hasta quedar frente al auto y sacar las llaves. —¿Hola? —Abrí la puerta del auto y noté el sobre rojo en la ventana del copiloto, bajé el vidrio esperando respuesta. —¡Dios! ¿hola?

Camila. —Escuché a Marcus del otro lado del teléfono. —¿Cómo te va en tu nuevo puesto? —Su tono burlón resaltaba en su voz.

«Es un dolor en el trasero». —La verdad me va muy bien. —Mentí. —Es un lugar...interesante. Buenas personas y tienen cómodas oficinas. —Traté de sonar convencida. —Muy bien.

¡Vaya! Pareces muy feliz. —Marcus parecía haber cambiado de humor. Ahora estaba molesto. —Espero siga así. —Una risa burlona se escapó de sus labios y sentí mis puños cerrarse con fuerza. Marcus actuaba así cuando algo tramaba. Tome el sobre que había caído en el asiento del copiloto y lo abrí como pude sin colgar. Las palabras negras en mayúscula resaltaban sobre el blanco del papel. «Que comience el juego...» y como si Marcus estuviera leyendo lo mismo que yo, pronunció la última palabra con ironía. —Suerte. —Y colgó. Deje caer el teléfono en mis piernas.

El sobre hacia que mis manos temblaran y en un ataque de ira, lo rompí en muchos pedazos y lo arrugue en mis puños antes de bajar el vidrio y lanzarlo por la ventana. —¡A mi nadie me amenaza! —Grité y un par de luces de las casas en el vecindario se encendieron junto unos ladridos, me tape la boca y cerré la ventana al ver un auto negro pasar a mi lado. Suspire exasperada y solo llegué a una conclusión: «El juego acaba cuando haya un ganador».

Psycho In Love CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora