Rescate

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Edward contempló por largo rato a su teléfono destruido frente a sus ojos. La pantalla estaba rota en varios fragmentos y la carcasa también, por lo que ya no tenía remedio alguno. Ese pequeño objeto pudo haber sido su última opción de ser salvado, pero ya no tenía posibilidad alguna. Técnicamente, Edward se rindió. Sabía que no podía luchar contra personas armadas y que moriría en un santiamén. De lo que si estaba seguro y le atemorizaba más que nada, es que había escuchado decir a Walter algo sobre sacarle del país.

Se sentía tan impotente, inútil de no poder impedir su malévolo plan. Y lo que más le dolía es que sería cruelmente separado de aquello que tanto tiempo deseó: una familia. Comenzó a pensar que tal vez así es como debía ser, que era su destino y tendría que vivir con ello. Edward sentía que se había convertido en un ser diferente al pensar aquello, pero es que no podía sacar otras conclusiones. Estaba agotado, tanto físico como emocionalmente. Necesitaba descansar, pero cada vez que cerraba los ojos, sus heridas parecían arder más. Era como si su cuerpo le obligase a estar despierto, a estar alerta.

Hubiera deseado despedirse. Decir adiós. Bien era cierto que estuvo con su familia unas escazas semanas, pero en ese corto periodo de tiempo formó un lazo incondicional con ellos; y aunque Harry no fue el mejor hermano mayor, hubiera deseado despedirse de él también.

Y claro, también de su mejor amigo y de los chicos. Pero, oh ¿Cómo Andy podrá dar la charla frente a los decanos de Cambridge sin él? Sin darse cuenta, comenzó a sollozar en silencio.

Se estaba engañando a sí mismo. No podía salir adelante sin ellos, sin sus amigos, su familia, sin Emma. Todos los sueños que alguna vez escribió ahora parecían ser más lejanos, casi inalcanzables.

Pasos en las escaleras. Edward permaneció cabizbajo, tratando de esconderse de sus raptores. Su corazón palpitaba muy rápido, estaba casi seguro de que iban a matarlo. Comenzó a rezar sus últimas plegarias, hasta que una jovial voz le hizo detenerse:

- ¿No eres Harry Styles, verdad?

Edward se quedó atónito. Con lentitud y casi con temor, alzó su mirada jade hacia el chico frente a él. Creyó haber escuchado su nombre antes, un tal Dave. El adolescente parecía ser más joven de lo que aparentaba, miraba a Edward curioso y misericordia, algo que extrañó muchísimo al rizado.

- ¿D-Dave? - preguntó, un tanto inseguro.

El chico asintió y volvió a preguntarle pacientemente si era el afamado Harry Styles. Edward tragó saliva con dificultad y negó lentamente con la cabeza.

- Lamento todo esto, Edward.

El aludido le miró estupefacto ¿Realmente su captor le estaba diciendo eso o eran alucinaciones suyas? Edward quería obsérvalo mejor, pero su ojo izquierdo estaba realmente inflamado y no podía abrirlo. Estaba seguro que se trataba de una broma, pero Dave parecía estar tan triste casi tanto como él.

- Tal vez te parezca extraño pero...y-yo nunca quise ser parte de esto. Nunca.

- P-pero...

- Ellos me obligaron. Tenemos deudas. Papá, digo, el Jefe...él no sólo hace esto por dinero. Él es malo, muy malo. Esta demente.

Edward escuchó con atención. Dave también estaba aterrorizado, estaba pidiendo ayuda. Quería huir igual que él, pero era muy joven y no tenía opción. Edward entonces comenzó a sentir un poco de misericordia hacia él, pues también estaba sufriendo, tal vez mucho más que él.

- Dave- lo llamó con voz débil-. Dave ¿Voy a morir, no es así?

Dave fijó sus ojos azules en él. Su mirada reflejaba era desconcertante, como si lo hubiese pillado. A Edward le tembló el labio y poco a poco bajó la cabeza, resignándose a la mortal decisión.

The Styles Twins Donde viven las historias. Descúbrelo ahora