Capítulo 26: Eres mi familia

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-Como odio esta mierda- dijo Luna levantándose del suelo de tierra donde el portal las había arrojado.

-Shhh- la pelinegra miro a su amiga la cual estaba asomada detrás de un árbol mirando algo o a alguien con interés, se acercó a ella y la imitó.

Un grupo de trece hombres, guerreros antiguos supuso Luna, caminaban riendo por la espesa selva y se detenían frente a una enorme cueva.

-Quiénes son?- preguntó sujetándose el brazo lastimado pero la rubia no respondió, Luna apretó la mandíbula, Holly seguía enojada.

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-Ulises- le dijo uno de sus hombres y él se dio la vuelta -Crees que sea seguro?-

-No, pero necesitamos las provisiones- le dijo y sus hombres asintieron adentrándose a la cueva sin darse cuenta de que dos mujeres los seguían.

De repente el suelo comenzó a temblar y un cíclope de cuatro metros de alto entró en la cueva y tapó la entrada con una enorme roca, cuando se dio la vuelta vio al pequeño grupo de personas y se enfureció, los tomó a todos y los encerró en una jaula de caña.

-Me comeré a uno de ustedes por día- dijo riendo con maldad mientras sacudía la jaula con las quince personas dentro, dejó la jaula en el suelo y se puso a arrear a sus ovejas.

-Quiénes son?- pregunto Ulises mirando con el ceño fruncido a ambas mujeres.

-Soy Holly y ella es Luna, el barco en el que íbamos naufragó y llegamos aquí, creímos que podrían ayudarnos- dijo con una tierna sonrisa la rubia y Ulises tomó su mano y la beso como todo un caballero.

-Será un placer ayudar a tan hermosa dama- dijo y Holly enrolló su cabello con fingido interés ya que ella sólo podía pensar en el pirata que la esperaba muy lejos de allí.

-Somos dos- dijo Luna y Ulises la miró con una ceja alzada.

-Mmmh si, a ti también- Luna miro con enojo a Ulises haciendo que sus hombres rieran y Holly se mordió la lengua para no reír también.

-Mi noble guerrero- le dijo la rubia interrumpiendo las risas, el pelinegro la miró con sus ojos verdes -Sugiero que ofrezcan su vino al cíclope y que alguien de ustedes toque la flauta, él estará cansando y se dormirá- los trece hombres se miraron entre ellos con sorpresa.

-Muy inteligente y hermosa- dijo con una galante sonrisa que Holly correspondió sin sentimiento alguno.

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-Ouch- se quejo Luna cuando Holly le paso el ungüento verde del doctor Frankenstein en la herida del brazo.

-Lo siento- susurro y Luna la miró, jamás había visto a Holly tan seria.

-No, yo lo siento- dijo y Holly ni siquiera levantó la cabeza -No debí haberte dejado-

-Así es, no debiste- le afirmó la rubia mirándola directo a los ojos por primera vez desde que habían llegado -Pero no estoy enojada por eso, estoy enojada conmigo por no poder haber llegado antes, si esa cosa te hubiera matado yo...- soltó el aire que tenía en los pulmones y miró hacia otro lado -El punto es que estamos aquí juntas entiendes?-

-No volveré a hacerlo, ni siquiera sé porque lo hice, fue una estupidez- dijo pasándose la mano por el cabello -Sólo soy una bibliotecaria- Holly le sonrió.

-Eres mucho más Luna, eres mi familia, una heroína de cuento de hadas- le giño un ojo y Luna le sonrió, Holly tenía razón, eran familia y uno jamás abandona a la familia.

Se quedaron sentadas una al lado de la otra, Luna le mostró el pequeño caballo de madera y le explicó que cuando ella lo deseara volvería a su forma original, Holly guardó la lámpara con un sólo deseo dentro de su morral pero cuando Luna le quiso entregar al Pegaso esta se negó a aceptarlo.

-Es tuyo, tú lo domaste y debes conservarlo, además que no me cae bien- dijo y Luna metió el caballo en su bolsillo con una sonrisa, su amiga volvía a ser la de siempre.

Luego de una hora el cíclope había caído en un profundo sueño y Ulises junto con sus hombres habían logrado abrir la jaula.

-Vienen?- preguntó uno de los soldados, ambas asintieron y se levantaron para salir de la jaula.

-Y ahora qué?- dijo Ulises mirando la gigantesca roca que bloqueaba la entrada -Si lo matamos no podremos salir, él es el único que puede abrir la puerta- Holly asintió y Luna le lanzó un pedazo de cuero de oveja, el pelinegro miró la piel con desconcierto.

-No podemos matarlo pero si dejarlo ciego, nos cubriremos con el cuero y fingiremos ser parte de su rebaño así nos dejara salir- le dijo la rubia mientras Luna repartía los cueros.

-Muy inteligente- susurro Ulises comenzando a dudar de la rubia -De dónde eres?- preguntó y la rubia sonrió de lado.

-Somos del olimpo- mintió Holly y Luna la miró mal, si el pelinegro se daba cuenta del engaño lo más probable era que las mataría -Atenea escuchó las plegarias de tu reina la cual pedía que volvieras a casa con vida, por eso estamos aquí- le dijo y Ulises abrió grande los ojos al igual que sus hombres, todos se habían tragado el engaño.

-Somos afortunados en todo caso- dijo el segundo al mando poniendo su mano en el hombro de su general -Qué sugieres que hagamos?-

-Clavarle un tronco en el ojo- respondió Luna parándose junto a su amiga -Y si es con fuego mejor- Holly sonrió de costado y Ulises asintió.

-Si Atenea lo desea así, así será- todos se pusieron manos a la obra y cuando el tronco estuvo listo los hombres lo clavaron con fuerza en el gran ojo del cíclope, el cual grito de dolor mientras se llevaba las manos a la cara.

-MALDITOS HUMANOS!!- gritó haciendo retumbar toda la cueva -Los mataré!!!- volvió a gritar mientras se paraba pero ya no podía ver, su ojos estaba destrozado, así que corrió la gran piedra que bloqueaba la salida de la cueva y se paró enfrente de esta tanteando el piso dejando pasar sólo a su rebaño de ovejas sin darse cuenta de que en realidad eran Ulises y sus hombres disfrazados.

Una vez fuera de la cueva arrojaron los cueros y corrieron hacia el barco.

-Nos han salvado la vida- dijo Ulises mientras sus hombres subían al navío -Están seguras de que no quieren venir con nosotros?- preguntó.

-No, estaremos bien no te preocupes- respondió Holly y el hombre asintió.

-Vamos Ulises!- el grito de uno de sus hombres los distrajo y él le hizo un gesto con la cabeza para luego mirar a las mujeres frente a él pero estas ya no estaban allí.

-Qué? Como es que...- dijo mirando hacia todos lados intentando ver por donde se habían marchado.

-Ulises allí viene el cíclope!- volvió a gritar y este miró por última vez la selva para luego girar sobre sus talones y correr hacia su barco sin darse cuenta de que un portal se cerraba detrás de un árbol y que alguien le había robado su casco.

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