Parte 2

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No, no estoy muerto porque si no yo no estaría escribiendo esto. Me había jurado callarlo, pero se conoce que era del todo imposible contar tu propia historia ocultando que el narrador es uno mismo.

Reconozco que soy un poco fantasioso y me enredo a veces con lo que es verdad o no, pero voy a hacer un esfuerzo por ceñirme a los hechos tal y como ocurrieron. Quizás lo primero que te preguntes es cómo es que no estoy muerto del todo. En realidad es que soy un zombi, y este libro trata de cómo llegué a convertirme en un muerto viviente, pero no tengas miedo, te prometo que no voy a asustarte por la noche. No voy por ahí arrojando vómito verde ni se me cae la cara a cachos. Esto es un poco más complicado.

La historia de mi muerte debería haber empezado con un entierro, pero no fue así. ¡No me seas bestia, no van a dar sepultura a un tío que te está contando su propia historia! De modo que si quieres saber más me temo que tendrás que leer hasta el final. Lo cierto es que me gusta fantasear con mi propio entierro: una tarde lluviosa de septiembre en la que las gotas de lluvia se confunden en la cara de los asistentes con sus propias lágrimas. ¡Qué fuerte!, ¿verdad? Irían fijo Jesús, Manolo (por supuesto, es mi mejor amigo), Pedro, y Marcial. Serían los encargados de aupar el féretro a hombros. Salvo a Pedro y Manolo, a los demás no me dio tiempo a tratarlos mucho, pero apuesto lo que sea a que no se lo hubieran perdido. Estoy seguro, vamos.

A Pedro lo conozco desde la escuela y es un caso sin remedio, nunca se entera de nada, siempre hay que explicarle los chistes, y no para de contar las mismas historias. Resulta raro, ahora que lo pienso, que Pedro sea al que conozca desde hace más tiempo y que prácticamente no sepa nada de él.

Manolo es mi mejor amigo, y fue él quien me rescató del fondo del pozo en el que me precipité, y me ayudó a recuperarme. Le debo muchas cosas a Manolo, que fue testigo de mi muerte, aunque él no sabe que soy un zombi.

Ella sí que lo supo desde el principio, por eso intentó ayudarme a cruzar la frontera entre los dos mundos en que me encuentro. Dicho así resulta una metáfora. Siempre me gustó escribir pero nunca fui un buen estudiante. Por eso me acuerdo de lo que era una paradoja o una metáfora, me encantaba jugar con ellas. Ella es mi madre y mucha gente no quiso ver frontera ninguna, simplemente la acusaron de intentar matarme, pero yo sé que no es verdad. Ya sé que parece horrible, pero es que hay palabras que son así de feas. Quizás todo esto te parezca un lío pero con un poco de paciencia verás que no es tan complicado.

Es posible incluso que te estés preguntando por esta extraña capacidad para saberlo todo, como si fuera Dios que está en todas partes. Creo recordar haberlo estudiado en clase de lengua, pero no me acuerdo de la palabra. Cuando se está en este estado en el que yo me encuentro se adquiere esa extraña capacidad para controlar los pensamientos de los demás, porque a veces los demás tienen la extraña manía de hablarte. Como ellos creen que en realidad estás muerto, piensan que no los oyes y entonces se sinceran como nunca lo harían si estuvieras vivo de verdad. Así he logrado penetrar en el pensamiento de todos y cada uno de ellos. No creas que se trata de una capacidad extraordinaria o fantástica, todo se debe a que con el tiempo he ido adquiriendo una buena memoria, y sé exactamente cómo contarte esta historia saltando de un capítulo a otro, e incluso al revés. Como no tengo otra cosa que hacer me dedico a esto, para matar el tiempo.

Solo me queda hablarte de Luis que es un personaje importante en esta historia, pero solo recordar su nombre me pone triste. ¿Qué habrá sido de él? Después de dejar el barrio de aquella manera (ya lo verás) nunca volvió a saber de nosotros, y si lo supo le dio igual. Me pregunto cómo le irá. ¿Aparecerá su foto en los cromos que regalan con los Phoskitos? ¿Lo habrán convocado para jugar el Mundial? He sabido que se juega un Mundial de fútbol, pero no tengo ni idea de dónde estará Johanesburgo. A mí me suena a Alemania, pero adivina tú, la geografía nunca fue mi fuerte.

Por cierto, me llamo Víctor, y esta historia empieza en un estadio, justo cuando ...

Cuando sea mayorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora