débil

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Miles y su nuevo amigo habían llegado a un edificio bastante viejo.

Era como los que aparecían en las películas de terror que había visto.

Pero él no tenía miedo, sus papás querían que él estuviera ahí y por ellos haría lo que fuera.

Además tenía su cámara que le iluminaria en los lugares oscuros, protegiéndole de los monstruos que pudieran querer perseguirlo.

-señor...puedo usar el baño-

-sí, te dejare en tu habitación y de hay podrás utilizarlo-

El hombre tomo su mano y lo llevo hasta un cuarto en el tercer piso.

-tendrás que quedarte aquí, lamento el estado mi pequeño amigo...-

-no importa, podre ver a mis papás pronto verdad...-

-en cuanto ellos me llamen yo te lo informare, te parece bien...-

El niño le sonrió y asintió alegremente.

-bien, yo iré a preparar la cena, tú mientras quédate aquí hasta que venga a buscarte.-

El hombre se marchó del cuarto y Miles corrió al baño.

Su nueva habitación era más pequeña que la suya, y no tenía decoración alguna.

Pero el haría muchos dibujos para decorarla, y tomaría muchas fotos para que sus padres pudieran ver todo lo que su tío le había enseñado.

****

Miles había estado manejando por horas de vuelta a aquel edificio que había sido su infierno personal en la tierra.

Los oficiales habían dicho que no había quedado ningún sobreviviente, además la explosión debió haber matado a todos los internos que estuvieron dentro.

Todo había sido tan repentino, y no había ninguna posibilidad de que alguien saliera.

Ni Waylon había salido con vida, porque de ser así lo hubieran encontrado.

O los hubiera buscado.

Ese hombre rubio había amado tanto a su hijo, que se lo había entregado a un extraño.

Miles había pensado en dar en adopción a su hijo, incluso pudo entregarlo a los oficiales para que ellos lo cuidaran.

Pero había cumplido con la promesa que le hizo.

Le dio una familia a ese pequeño, con abuelos y un padre.

El niño incluso ahora tenía amigo, gente que lo quería y cuidaba.

Que no se le podía ocurrir porque Trager querría hacerle daño a ese pequeño.

Que podría ser tan importante para ese hombre que ahora volvía a sus vidas y se llevaba a un niño huérfano.

Bueno no importaba nada, él era capaz en este momento de matar a cualquiera para salvar a su hijo.

Y lo haría.

Tenía un arma en su auto, y claro también su confiable cámara.

Sus viejos hábitos no cambiaban, y el filmaría todo lo que pasara para que el hombre fuera encarcelado con todo el peso de la ley.

Con todos esos pensamientos en mente, fue como llego al antiguo asilo Mount Massive.

Estaba justo como él lo recordaba, destrozado, viejo y quemado.

A pesar de que apenas era medio día, sentía que su piel se quemaba por la cercanía de ese edificio.

Sus oídos retumbaban ante los recuerdos de las explosiones.

Y sus manos temblaban por el miedo.

Había querido olvidar todo aquello, por 8 años lo intento.

Pero era imposible para él, pero tenía un hijo que le ayudaba y al que amaba.

Y todo ese amor era suficiente para sobrellevar todo aquello.

Sintió sus lágrimas derramarse entre sus ojos.

No se había dado el tiempo de sentir su dolor nunca.

Desde que abandono ese lugar siempre pensó en Junior, y solo en él.

Se había incluso olvidado en parte de él, por anteponer a su hijo y sus necesidades.

Sus terapias con los psicólogos solo tenían un objetivo, debía volver a equilibrar su mente para poder cuidar de su pequeño.

Pero ahora que él no estaba se sintió débil, y solo.

Como la noche que despertó en la camilla de Trager.

Tan indefenso como cuando salió del edificio, y no sabía ni a donde iría, ni en quien confiaría.

Todo eso lo hizo gritar con odio y dolor.

Pero un golpe en su nuca termino con todo, haciéndole caer desmayado en el suelo.

Viendo por última vez aquel edificio, mientras alguien lo cargaba hasta un auto y lo llevaba lejos del lugar.

La pesadilla de MilesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora