Capítulo 10

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Descompuesta, con su cara mojada e hipando de la congoja que tenía a consecuencia de las palabras de Alexander, Yanira entró en su casa sin hacer ruido para que su hermana no la viera en esas condiciones tan lamentables.

Yasmina salió de su cuarto algo adormilada, se quedó asombrada de ver a su hermana sentada en el sofá tapándose su rostro sin poder controlar su llanto.

--Yanira, qué te ocurre. Cuéntamelo.

--Yasmina, soy lo peor. Una idiota que se ha creído cuatro cochinas palabras estimulantes, acabando haciendo lo peor que podido hacer en mi vida.

--Yanira, Explícate. ¿No se supone que Alexander te iba a prestar el dinero que nos hace falta para sacar a Naím de la cárcel?

--Sí. Pero a cambio de sexo Yasmina. Me he vendido como si no tuviera decencia ni dignidad. Cuando él ha descubierto que soy virgen sus palabras han sido como flechas clavándose una a una por mi cuerpo hasta llegar el punto de despreciarme a mí misma.

Yasmina miraba detenidamente a su hermana, le dolía verla así. Entendía que lo que había echo no estaba bien, sin embargo las circunstancias de querer sacar a su hermano de la cárcel le habían llevado hacer algo en contra de su voluntad. Lo único que podía hacer en ese momento era abrazar a su hermana y apoyarla evitando que de alguna manera dejara de sufrir. La muestra de cariño por parte de su hermana, le devolvió una pequeña sonrisa. De alguna manera Yanira se sentía comprendida y querida. Lo peor sería como le iba a decir a su hermano que no podría sacarlo de la cárcel por no tener dinero suficiente para pagar al abogado.

Nada más amanecer, tanto Yasmina como Yanira se pusieron en marcha hacia la cárcel.

--Ánimo hermanita, verás como Naím lo entenderá. No quiero verte así.

--Yasmina me encuentro tan decepcionada conmigo misma. No he sido capaz de encontrar una solución y siento que todo se me viene encima.

--Tranquila verás como todo poco a poco se va solucionar. Ahora respira y hablemos con Naím. Él lo entenderá.

--Eso espero. Eso espero.--Pensó Yanira mientras caminaba por un pasillo hasta llegar a la zona de visitas. Una habitación con algunas mesas y sillas para que los reclusos puedan hablar con su familia.

Las dos tomaron asiento, durante la espera Yanira jugaba con un pañuelo entre sus dedos. Sus nervios comenzaban a inquietarle pensando en la reacción que pudiera tener Naím cuando le contara todo.

Esposado, con rostro apagado y acompañado de un policía, llegó Naím. Nada más ver a sus hermanas una alegría se formó en su organismo.
Feliz abrazó a sus hermanas deteniéndose mirando unos minutos en el rostro de Yanira. Con el ceño fruncido algo desconcertado le preguntó a su hermana que le ocurría.

--Naím...yo lo siento mucho...no he podido conseguir el dinero para pagar un buen abogado. Te prometo que he echo  hasta lo imposible... hasta llegar hacer lo más deshonroso y avergonzante...

--Yanira, no llores por favor...Dime qué has echo para que estés así.

--Yo...oh...que bochorno...me...he...acostado con un hombre por conseguir el dinero...--Intentaba articular palabra Yanira azorada por la vergüenza de tener que contarle lo sucedido a su hermano.

--Oh no Yanira. No debiste hacer una cosa así y menos por mí. No me lo merezco, te he lastimado tanto que esta es mi condena. --Naím abrazó a su hermana liberando también unas gotas de arrepentimiento.

Tras el sofoco, los tres hermanos se sentaron en la mesa. El primero en hablar fue Naím.

--Hermanas, perdonarme por todo el daño que os he causado. Yanira escúchame bien, sé que no disponemos de mucho dinero. Escúchame, no quiero que hagas ninguna estúpidez, yo ya he aceptado mi condena. Sólo decirme que no me dejaréis solo y vendréis a visitarme.

ÁMAME O DÉJAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora