Capítulo 12

3.5K 377 30
                                    

Tras haber tenido más que palabras con su hermano. Charlie salió en busca de Yanira. Al verla sentada en un escalón echa un ovillo, notó como su corazón le daba un vuelco. Con pasos lentos se acercó a ella poniendo una mano en su hombro. Cuando en realidad deseaba estrecharla contra su pecho.

--Yanira--Susurró Charlie agachándose para poder notar la cercanía de ella.

--Déjame Charlie.--Pronunció ella entre sollozos.

--No te voy a dejar Yanira, me propuesto cuidarte y no pienso dejarte sola.

--Vete, mírame me acosté con tú hermano, soy lo peor.

--No digas eso Yanira. No te consiento que hables tan severamente sobre ti misma. Si lo hiciste, tus motivos te llevaron hacerlo y yo no soy nadie para juzgarte. Por lo tanto, dame tú mano y entra de nuevo a mi casa. Si hay alguien que debe irse, ese es Alexander y no tú.

--¿Por qué haces todo esto Charlie? --Sus ojos entristecidos se clavaron en los de él, sin saber que con esa mirada lo estaba hechizando cada vez más. Él tragó saliva pensando por unos minutos lo que le iba a responder.

--Quiero ayudarte Yanira. --Pronunció Charlie muy despacio acercándose a ella al mismo tiempo que debía luchar por la atracción que sentía. Él era un hombre enfermo con apariencia normal que lucha día a día contra su enfermedad. Y ahora saber que ese sentimiento al que llaman amor, él también puede percibirlo, hace que sea más feliz y al mismo tiempo consciente para apartar a Yanira de su lado para no lastimarla, sabiendo que si ella se enterase de su enfermedad se compadecería de él y eso no era precisamente lo que Charlie buscaba en Yanira.

--Ven, vayamos dentro.

Yanira dudó si aceptar la mano de Charlie o no. Era mirar esos ojos azules y sentir que todo lo malo que le pasaba, él la guiará por un camino de felicidad. Al rozar su mano, su piel se erizó percibiendo mil mariposas dentro de su estómago. Sus miradas se quedaron fijas bajando a sus labios. Cada uno a su manera desea probar esos labios, darse el gusto de tocarse envueltos en el calor de sus cuerpos.

Charlie tuvo que ser frío como un bloque de hielo, para poder luchar contra sus sentimientos.

Yanira lo siguió. Dentro de la casa, Alexander estaba apoyado en la encimera de la cocina. Al girarse y ver de nuevo a Yanira, su mandíbula se tensó, su mirada era de odio, sus manos ya formaban un puño que no dudaría en estamparlo contra el rostro de su hermano por ir tras la mujer que el está interesado.

--Yo...creo que me voy.--Dijo Yanira viéndose en mitad de una pelea de hermanos.

--Quédate Yanira. Seguro que estás cansada. --La voz de Charlie sonó aguda mientras ponía una mano en la espalda de ella.

--Pues si ella se queda yo también. Hoy no me apetece dormir solo. Al menos que Yanira...--Dijo Alexander sin apartar los ojos de ella.

--Charlie me voy no quiero ser ninguna molestia. Ya has echo mucho por mi. Te lo agradezco, pero debo irme.

--Yanira, quédate, no eres ninguna molestia. Prefiero que estés esta noche en mi casa, así me quedaré más tranquilo.

Cada palabra que salía por la boca de su hermano, eran pequeños cortes en su piel. ¿Qué estaba ocurriendo, para que Alexander Arasi se lo estén llevando los demonios de esa manera? Mujeres en su vida y calentándole la cama no le han faltado. Y justo, se cruza una mujer que jamás hubiera puesto sus ojos en ella, y ahora se ha vuelto una obsesión. Aun conserva el recuerdo de aquella noche, la suavidad de su piel, el sabor de sus besos y la manera de entregarse que tanto lo ha cautivado.

--Ven te enseñaré la habitación para que puedas descansar.--Charlie la acompañó hasta la habitación, le dió un beso en la frente y se marchó.

ÁMAME O DÉJAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora