Capítulo 32

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Había pasado cerca de una semana desde que Yanira y Alexander se volviesen a ver. Yanira intentaba aparentar que ese encuentro para nada le había afectado. Pero ni ella misma podía ponerse de acuerdo con su mente y su corazón. La realidad era bien distinta; volver a ver Alexander le había cambiado de algún modo. Su metabolismo vibraba al recordarlo y de su boca salían suspiros de tristeza de tener que separarse de él.

Aquella mañana Yanira se encontraba terminando de bañar al pequeño Ángel para llevarlo a la guardería, cuando escuchó desde abajo la voz alterada de Susi llamándola.
Confusa y arrugando su frente, Yanira terminó de vestir a su hijo, lo cogió en brazos y se dirigió con él hacia la cocina donde se encontraba Susi caminando de un lado a otro con una mano puesta en su frente y la otra en su cadera enfadada y hablando por lo bajito.

––Susi, se puede saber que te pasa para que estés hablando sola.

––Siéntate  por favor Yanira, lo que vas a saber no te va gustar nada.––Yanira se quedó mirando a su amiga desconcertada, dejó a Ángel en la sillita para que comiera y ella se sentó
al lado de su hijo observando el rostro de su amiga de enfado al mismo tiempo que le hacía entrega de una revista.

––¿Qué es esto, Susi? Sabes que a mi no me interesa lo que pone en estas revistas de chismorreos.

––Yanira, lee. Mira lo que pone.

Yanira agarró la revista, sus ojos se abrieron al máximo comenzando a enfadarse mientras veía una foto de Alexander en la portada de la revista.

«Alexander Arasi tiene un hijo secreto»

La respiración de Yanira empezó a elevarse, su sangre no tardó en caldearse cuando pasó página y vio una foto de ella y de Alexander juntos sentados en una cafetería.
Cerró los ojos, echando su mente hacia atrás recordando aquella tarde que se fueron a tomar un café y Alexander  estaba despidiéndose de ella deseándole que fuera feliz junto a su hermano.
Abrió los ojos y volvió de nuevo al presente. Continuó leyendo lo que había escrito en la revista, percibiendo como su odio fluía dentro de ella.

—–Esto es demasiado. ¿Quién ha escrito estas tonterías?—–Gritó Yanira levantándose al mismo tiempo tirando la revista a la mesa encontrándose furiosa.

—–Ni idea Yanira. Pero oye, cálmate que vas asustar al peque. Yo también me quedado algo confundida. ¿A qué vienen ahora esas noticias? ¿Es que ya no tienen argumento que se inventan esas gilipolleces?

—–No lo sé, pero te puedo asegurar Susi que esto lo voy aclarar hoy mismo. No voy a consentir que digan que Ángel es el hijo de Alexander y que yo mantuve hace años una aventura con él y quedé embarazada engañándolo para conseguir dinero.
Esto es inaceptable. Y no pienso quedarme de brazos cruzados. Antes estaba Charlie para defenderme. Ahora lo debo hacer yo, no voy a consentir que se digan esa clase de infamias y menos voy a consentir que hablen de mi hijo.

—–Yanira entiendo que estés furiosa. Pero...¿Qué piensas hacer?

—–Ir a la casa de los Arasi.

—–¿Estas segura que ellos tienen algo que ver?

––No lo sé, pero ante la duda...mejor cortar el problema de raíz.

Sin dudarlo ni un segundo, Yanira agarró a su hijo y se fue hacia su auto. Primero condujo hasta la guardería. Al entrar, Yanira sintió como todos los ojos de las pocas personas que había la observaban. Ella haciendo caso omiso a esas miradas y los murmullos que se escuchaban, dejó a su hijo en su clase parándose hablar durante unos minutos con la profesora. Después se marchó con su cabeza alta hacia la calle donde se montó en su auto y comenzó a manejar hasta la casa de los Arasi.

ÁMAME O DÉJAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora