35. -Imposible.

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Íbamos en dos coches y no sabía si debía dar gracias al cielo, a Dios o a cualquier ente divina que existiera por ahí porque yo iba con Mike y Matt en el coche del primero mientras que Josh, Ian y Néstor en el coche del último.

—¿Te lo pasaste bien ayer, Kay? —Preguntó Mike mirándome por el retrovisor superior.

Repasé el extraño día desde que me levanté hasta que me acosté; la mañana en el jardín con Ian, el almuerzo con los chicos, la tarde con Abby y su raro amigo Evan, mis hormonas buscando información por internet, el sueño de por la noche y la madrugada con Néstor.

Sip. —Murmuré.

—No te oyes muy convencida... —Negó con la cabeza y el ceño fruncido.

—Me lo pasé bien ayer, Mike. —Intenté sonar más segura.

—¿Y con tu amiga? ¿Qué hicieron? —Siguió cuestionando.

—Vimos unas películas en su casa. —Resumí sin contar el mal momento llamado "Evan".

—¿Cuáles? —Suspiré.

Era consciente de que Mike hacía todo esto desde el cariño paternal, de que quería saber todo sobre mí porque quería cuidarme y de que se interesaba por lo que hacía como la buena figura paterna que intentaba ser, pero yo no tenía muchas ganas de hablar.

No, no tenía nada de ganas desde que Néstor no me había hablado, apenas me saludó con un asentimiento y casi ni me había mirado cuando nos cruzamos en el jardín delantero y los chicos se organizaron para repartirnos en dos coches.

Yo misma había roto nuestra amistad y eso solo me daba ganas de llorar porque no quería que eso pasara. No quería perderlo ahora que mis temores ya no estaban presentes y que ya tenía cierta confianza, desde el respeto, con todos.

—¿Kay, qué películas vieron ayer? —Volvió a preguntar Mike cuando no le respondí.

—Bueno, vimos las favoritas de Abby porque yo no sabía qué poner y ella me dijo que era un sacrilegio que no conociera algunos clásicos, así que vimos... 'Shark Tale', '500 days of Summer' y... Ehm... No recuerdo la última... —Suspiré profundamente.

Estaba claro que si seguía hablando, podría llorar en cualquier momento. Necesitaba estar sola o, al menos, en algún sitio donde, durante todo el día de hoy, no tuviera que ver lo que había roto anoche por mi propia culpa hormonada. Al menos por hoy.

Y tampoco seguí hablando porque de verdad no recordaba la otra película, pues no había estado prestando atención a la pantalla del portátil, más bien a Abby y su amigo haciéndose bromas, comentario o usando las manos donde no debían usarse.

—Te pasa algo. —Afirmó, pero aún así negué. —Ya hablaremos luego. —Sentenció.

No hablé más en todo el camino hasta el centro de la ciudad, donde todas las calles estaban abarrotadas y nos costó unos diez minutos encontrar aparcamientos para ambos coches, quedando uno en un sitio y el otro unas calles más atrás.

Cuando nos bajamos, Matt dijo que le había mandando un mensaje a los chicos por un grupo en conjunto para quedar todos en un punto de referencia, una cafetería donde iríamos a desayunar. Aprovechó el momento para añadirme también a ese grupo.

Me alegró un poco eso y me hizo sonreír ligeramente porque me hacía sentir más acogida entre los chicos, me sentía como que, oficialmente, ya era parte de esa pequeña familia que ellos habían creado.

"Y en todas las familias tienen que haber roces, ¿verdad?"

Suspiré porque ya mi mente había decidido volver a ponerse en funcionamiento y atacarme con golpes que dolían, como recordarme a cada momento que había roto una relación de amistad.

Katie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora