4. -Nueva casa.

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Llegamos a una casa, o mansión, porque parecía más lo segundo que lo primero. 

Era de dos pisos, con un enorme jardín muy bien cuidado al frente, incluso no dudaba que el de atrás estuviera igual, y unas rejas en la entrada nos dieron la bienvenida.

Josh dio a un botón en el llavero del coche y, a la vez que las puertas de barrotes se abrían, un enorme olor a césped recién cortado me llegó de golpe porque ellos dos tenían las ventanas abiertas.

Aspiré el aroma, que se entremezclaba con el de varias flores, con los ojos cerrados puesto que me encantaba y pensé que al menos había algo bueno en mi nueva vida.

Al abrir los ojos ellos dos se estaban bajando del coche, así que me quité el cinturón y fue Josh quien abrió la puerta para ayudarme a bajar.

Cuando la abrió, la dejó así y se fue hasta la entrada de la casa, así que agradecí que no estuviera alrededor cuando me bajara. No quería su mirada en mi persona porque me era desagradable e incómoda.

Salí y Mike ya estaba a mi lado con las maletas previamente sacadas del coche, las cuales le quité para colocarme una al hombro y arrastrar la otra. Él no quitaba la sonrisa de su cara y yo solo tenía la cabeza agachada.

Le seguí hasta la entrada donde estaba Josh esperando a que nos bajáramos para cerrar el coche con la alarma, acción que hizo según estuvimos junto a él en la puerta de mi nueva casa.

Tragué saliva duramente cuando Josh entró y Mike me dejó pasar primero. Haciéndolo con pasos lentos, tímidos y sin levantar la cabeza, lo hice. 

Entonces mi pulso se aceleró de forma exagerada cuando la puerta se cerró detrás de Mike, detrás de mí.

Ya mi suerte estaba echada y no podía retroceder porque ahora sí, definitivamente, mi nueva vida acababa de comenzar y no sabía cómo iba a lidiar con ella de ahora en adelante.

Levanté poco a poco la cabeza con los ojos entrecerrados y el ceño fruncido para ver un pequeño pasillo con un solo mueble a la derecha y un perchero a la izquierda, del cual colgaban algunas chaquetas, sudaderas y masculinos abrigos en general.

Incluso la casa misma olía a varios perfumes masculinos mezclados. Olía bien, sí, no podía negarlo, pero el solo hecho de saber que había más de un hombre aquí, al mismo tiempo que yo y que iba a tener que vivir con ellos, era algo casi letal para mí.

Mike se adelantó a caminar primero y se giró al acabar el pasillo de metro cincuenta porque yo seguía parada en la puerta. Con un gesto de manos acompañado de la cabeza, me dio una orden de seguirle, así que lo hice aún despacio, con pasos lentos.

Al acabar el pasillo y mirar a la derecha, observé que conectaba con un gran salón-comedor vacío de personas, mas no de muebles.

Habían como unos cuatro sofás rodeando una mesa auxiliar baja de café frente a una enorme televisión. A la derecha de todo eso, subido a una especie de escalón, se separaba el comedor a una doble altura con una mesa con sillas, unos cuadros decorativos y al fondo, a la izquierda del salón y los sofás, una barra americana separando la cocina.

Desde mi posición se veía grande, pero pequeña en comparación al salón-comedor así que no la pude apreciar bien, pero sí aprecié bien la puerta corredera de cristal que dejaba ver el jardín trasero y una gran piscina.

A la izquierda del pasillo donde yo estaba parada, había unas escaleras para subir al segundo piso, justo al lado de dos puertas más que no sabía qué serían, aunque presentía que uno tendría que ser el baño y el otro un sótano, quizás.

Katie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora