Poco a poco mis labios se movieron sobre los de Ian.
Me siguió con algo de timidez mientras me agarraba de la mejilla con una de sus manos y la otra fue a parara a mi cintura para acercarme con suavidad a su cuerpo, así que puse una de mis manos en su nuca para mantenerlo cerca, la otra la mantuve en su antebrazo.
Sus labios se abrieron despacio besando mi labio superior para luego continuar con el inferior y no tuve más remedio que imitarlo, porque no podía pensar en absolutamente nada más que en la maravillosa sensación que Ian y sus labios estaban produciendo en mí.
Pero luego la conciencia me golpeó, así que di un paso atrás cuando me di cuenta de que nos estábamos besando de verdad.
Lo que pensé que lo que iba a ser una casta unión de labios se convirtió en algo más grande cuando fui yo quien abrió la boca primero para besarlo a él.
Sentí un cosquilleo en el estómago y otro en los labios aunque apenas fueron unos segundos de un pequeño beso, pero me hizo sonreír un poco con mis mejillas adornadas con un rojo intenso que se extendía hasta mis orejas.
Abrí un ojo lentamente, pero sus ojos aún estaban cerrados. Echó la cabeza hacia atrás y suspiró mientras se mordía el labio inferior, con otro gran sonrojo cubriendo, también, su rostro hasta las orejas.
Abrí el otro ojo volviendo a mi posición baja sin estar de puntilla, bajando la cabeza con miedo, esperando un regaño de que esto no estaba bien cuando me miró de frente, pero nada de eso llegó.
—Tienes los labios más suaves que he probado en mi vida, preciosa mía.—Murmuró con esa voz ronca, aunque sonó más ronca que de costumbre.
¿Era por el beso? ¿Era por mí?
No supe que decir a eso y él lo supe, así que la mano que aún tenía alrededor de mi cintura me acercó a su cuerpo mientras la otra agarraba la parte de atrás de mi cabeza y me abrazó con cariño, así que le devolví el abrazo, disfrutando la sensación de protección que sus brazos siempre me daban.
No le había molestado mi acción inocente de buscar contacto de mis labios con los suyos, y menos cuando era mi primera vez besando. Eso me hizo sentir más segura, aunque eso no significaba que iba a intentarlo o hacerlo cuando quisiera o pudiera...
¿Verdad?
—¡Kay! —Exclamó Mike haciendo que Ian me soltara. —¿Qué está pasando aquí? —Frunció el ceño acercándose.
Yo miré sobre su hombro que los otros tres chicos entraban también por la puerta abierta, pasando mi mirada curiosa por los tres, pero no parecían tener nada a simple vista salvo Matt, que tenía un ojo morado y el labio roto.
Ignorando a Mike diciéndome si me encontraba bien, porqué Ian me abrazaba o el dolor de mi cadera al apoyar el pie en el suelo y dar un paso, corrí hasta Matt, preocupada por saber qué le había pasado.
—¿¡Qué te ha pasado!? —Exclamé agarrando camiseta a la altura de su abdomen para hacer que se agachara un poco y poder ver su cara de cerca.
Suspiró aliviado y me abrazó con fuerza, como si estuviera intentando decirme algo o protegerme de algo de lo que yo no tenía ni idea, pero tenía que saber qué le había pasado y porqué ellos dos se habían peleado.
Esperaba que no fuera entre ellos, pero no estaba tan segura de eso cuando Matt dejó de abrazarme, miró a Ian y éste, con los brazos cruzados, negó con la cabeza.
—¿Te has peleado con Ian, Matt? —Pregunté y soné como una niña haciendo una pregunta inocente.
—Claro que no, enana. No te preocupes por mí. No ha sido nada. —Me acarició la cabeza.
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Katie.
ChickLitKatie tiene veinte años, una vida de abusos demasiado difícil que cambia drásticamente de un día para el otro, eso sin contar el horrible temor a los hombres que padece por culpa del desgraciado novio de su madre. Dicen que el destino es caprichoso...